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El IVC+R restaura el Retablo de San Antonio Abad de la Cofradía de labradores de Morella

  • Carmen Pérez ha presentado esta mañana el retablo de corte renacentista

La Directora del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Carmen Pérez, ha presentado esta mañana la restauración del retablo de corte renacentista dedicado a San Antonio Abad de la Cofradía de labradores de Morella, que ha sido restaurado por el Servicio de Restauración de la Diputación de Castellón en colaboración con el IVC+R.

Escasos son los datos que poseemos sobre esta obra. Tan sólo que su lugar de origen es la localidad de Mirambel, una de las poblaciones más bellas del Maestrazgo turolense, que durante la Edad Media actuó como puesto fronterizo entre el Reino de Aragón y el de Valencia. Esta población de viejas raíces medievales estuvo vinculada primero a la Orden de los Templarios y más tarde a la de San Juan del Hospital.

La procedencia exacta del retablo la desconocemos, pero bien pudo salir del Convento de Agustinas, fundado el 15 de abril de 1564, o de la iglesia parroquial de santa Margarita, mencionada en su carta puebla, y a la que el rey Jaime II de Aragón concedió autorización para recabar recursos para su reparación en 1308, y que fue edificada de nueva planta a partir del acuerdo vecinal de 12 de septiembre de 1679.

El retablo está formado a partir de varias piezas inconexas procedentes de un retablo de mayor envergadura: la tabla central, las pilastras, el ático o frontón y el ara o altar. La tabla central corresponde a un tabernáculo o sagrario alto para la reserva eucarística según el modelo que las iglesias de la Corona de Aragón establecieron en el siglo XV. Lo forma una ovalada mandorla mística, símbolo de la bóveda celeste, que albergaría la arqueta eucarística, circundada de serafines, en disposición simétrica, en cuyos ángulos encontramos la representación del Tetramorfos o símbolo de los cuatro Evangelistas: san Mateo (hombre), san Marcos (león), san Juan (águila) y san Lucas (toro) todos ellos alados y con una filacteria con su nombre según la visión apocalíptica.

Las pilastras presentan una caja rehundida, ricamente decorada con temas “a candilieri”, que junto con los capiteles corintios que las coronan responden a un lenguaje decorativo culto propio del Renacimiento.

El ático de forma triangular, carente de entablamento, también ofrece una decoración renacentista a partir de zarcillos entrelazados que finalizan en cabezas de delfines. El ara o altar ofrece una decoración muy posterior, al presentar un frontal tallado que imita el tejido, decorado con motivos vegetales entrelazados y flecos.

Durante el proceso de restauración se han descubierto en la tabla central tres tondos pictóricos de factura igualmente renacentista, muy perdidos, uno es san Gregorio Magno y el otro un santo, este ya de difícil identificación, y el tercero está prácticamente perdido.

 

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