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Antón García Abril despide el Festival de Música de Cámara de Godella

Antón García Abril despide el Festival de Música de Cámara de Godella
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    El reconocido compositor de, entre otras, El hombre y la Tierra, Los santos inocentes, Sor Citroën y Vente a Alemania, Antón García Abril, asistió al emotivo homenaje que la Associació d’Amics de la Música de Cambra de Godella le rindió con motivo de su 80 aniversario –aunque recientemente cumplió ya los 81–. «He tenido que venir hasta Godella para escuchar dos de las interpretaciones más brillantes de mis obras que he oído nunca», afirmó emocionado y agradecido este aragonés Premio Nacional de Música. Se trataba de los Cantos del plenilunio, para flauta y violín que interpretaron Álvaro Octavio y Juan Carlos Garvayo y del Cuarteto de Agrippa en el que demostraron sus cualidades Goga Dimchevski, Alejandro Friedhoff, Juan Carlos Garvayo y Joan Enric Lluna. Precisamente, otro Lluna, Juan Lluna –el padre del director del Festival y pintor de reconocido prestigio–, regaló al músico homenajeado un cuadro costumbrista pintado por él mismo. La despedida, al ritmo del jazz de Paquito D’Rivera, y los solos de Goga Dimchevski y Alejandro Friedhoff precedieron al gran regalo que ofrecieron los músicos, no sólo a García Abril, sino a todo el público, con las variaciones del Happy Birthday de Peter Heidrich.

    Un final emotivo para un festival que había comenzado en plena tormenta del jueves y en el mismo escenario, el teatro Capitolio. Con un público entregado que pudo disfrutar de tres obras de música de cámara de alto nivel y que sirvieron para abrir boca de cara a los días siguientes. En la primera de ellas, el Quintet Fontela, formado por jóvenes talentos, interpretó Three shanties de Malcolm Arnold. A continuación, el el Trio HobXv 25 de Joseph Haydn fue interpretado por Rafael Jezierski, Víctor Ambroa y Carles Marín. Moonwinds Ensemble, bajo la dirección artística de Joan Enric Lluna, acabó con un la schubertiada Octet D.803 en fa mayor, de Franz Schubert.

    Al día siguiente, el protagonismo exclusivo fue para los jóvenes talentos. El repuesto sol de verano lució en la tarde del viernes, al igual que los músicos en el Centro de Arte Villa Eugenia. El concierto arrancó con el duo de Tarek Tebsamani y Pablo Ballester, que dio paso al primer movimiento del Cuarteto Op. 64 nº5 The Lark, de Haydn. Posteriormente, el Quintet Fontela volvió al escenario, esta vez con la obra de Salvador Brotons, Essentiae Vitae. El mismo quinteto culminó la tarde con la saxofonista Beatriz Tirado, que antes había actuado en solitario con Periplé, de Paul Mefano. Juntos, ofrecieron Scaramouche, para saxo y quinteto de viento, de Darius Milhaud.

    El sábado por la noche, la ermita de Campolivar se vistió de gala para recibir el tercer concierto del festival. Joan Enric Lluna, Alejandro Villanueva e Higinio Arrué intepretaron el Trio KV Ahn 229 para dos clarinetes y un fagot de Mozart. Le siguió el Quinteto para trompa y cuerdas KV 407 también del compositor austríaco. En la siguiente obra, Lluna volvió al escenario junto a Matthew Baker con la sorprendente y ovacionada interpretación jazzística del Benny's Gig para clarinete y contrabajo de Golud. La velada terminó con el Quartetto de Gioacchino Rossini, que dejó al público con ganas de seguir disfrutando de la música en el mágico enclave de la urbanización godellense.

    Sin apenas tiempo para recuperarse, llegó la «improvisada» orquesta del Festival, una experiencia «ciertamente contradictoria en un festival de música de cámara pero que nos permite reunirnos en el escenario a todos los músicos que participamos estos días y compartir una obra», tal y como señaló Lluna quien dejó el clarinete para dirigir la Sinfonía nº45 en fa sostenido menor de Joseph Haydn. En la segunda parte hicieron su aparición Mozart, con el Concierto para piano nº17 en el que Carles Marín actuó como solista y los Aires gitanos de Sarasate, con el genial Goga Dimchevski en el violín.

    Fue la virtuosa alfombra roja perfecta para recibir al gran protagonista del Festival, García Abril, que llegó el lunes para asistir al ensayo abierto del concierto de clausura y que ofreció una pedagógica y distendida charla-cena en la que pudieron participar todas las personas que lo desearon y disfrutar con la palabra y la música de uno de los grandes sabios de la música que han puesto banda sonora a multitud de generaciones.

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