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Virtusismo mágico para despedir el festival “Residències de Música de Cambra” de Godella

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    Las luces del teatro Capitolio se encendieron anoche por última vez, al menos para los músicos participantes en el V Festival “Residències de Música de Cambra”, que un año más, se ha celebrado en Godella. Algunos miembros de la agrupación de Moonwinds y músicos de la Orquesta del Palau de les Arts, así como dos pianistas invitados, Juan Carlos Garvayo y Carles Marín, fueron los encargados de clausurar este festival, en un concierto que rebosó calidad y saber hacer.

    Joan Enric Lluna, director del festival, fue el encargado de presentar este último concierto del programa oficial. “Ha sido duro pero creo que ha merecido la pena” empezó diciendo el alma máter de Moonwinds. “Muchas gracias al Ayuntamiento de Godella y sobre todo al público, porque sois los que le dais sentido a lo que hacemos”, concluyó. Y así dio comienzo “Virtuosismo mágico”, un espectáculo que contó con un “grupo de músicos muy especiales y con mucho talento”, en palabras del propio Lluna, viejos conocidos, su mayoría, del público godellano y habituales participantes en las anteriores ediciones del festival.

    La primera de las actuaciones la protagonizó Julia Hu que, con su viola, interpretó la Suite nº3 para viola, de J.S.Bach. A continuación, el pianista Carlos Marín, y el reconocido chelista Rafal Jezierski, ofrecieron la Introducción y Polonesa brillante op.3 para chelo y piano, de F.Chopin, con una sensibilidad punzante que el público supo reconocer. Tras ellos, la Passacaglia para violín y viola, de Haendel/Halverson, interpretada por Goga Dimchevsky y Aine Suzuki, ambos componentes de la Orquesta del Palau de les Arts.

    Y antes de llegar a la media parte, Capriccio para dos violines, de Wieniawski y Navarra, para dos violines y piano, de P. Sarastre, la primera de ellas, interpretada por el propio Goga Dimchevsky y Mirabai Rosenfeld, que continuó en el escenario para acompañar a Juan Carlos Garvayo en la segunda. El murmullo se alzó considerablemente durante los diez minutos que duró el descanso, mientras que arriba del escenario, jóvenes músicos del grupo Música Cordis colaboraban en la puesta en escena. Y apareció el flautista Álvaro Octavio, que junto a Garvayo, interpretó Pièce concertante dans l’esprit “Jazz”, del francés Paul Bonneau.

    Se acercaba el final del concierto y era el turno de escuchar a los “magos virtuosos” juntos, primero con la Tarantella para flauta, clarinete y ensemble, de C. Saint-Saëns y después, con la Escena andaluza (versión para clarinete, cuarteto de cuerda y piano), de J. Turina. Las dos últimas obras interpretadas, de M. del Águila, fueron Salón Buenos Aires y Café Music, que hicieron de la noche un verdadero deleite musical.

    Así se despidió el festival hasta el próximo año, entrada ya la madrugada, y con la sensación entre el publico, de haberse quedado con ganas de más.

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