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La mascletá se convierte en monumento, de la mano del escultor Alejandro Cremadés

La mascletá se convierte en monumento, de la mano del escultor Alejandro Cremadés

    El fuego y la pólvora son los protagonistas de las fiestas que nos caracterizan en la Comunidad Valenciana, ya sea Moros y Cristianos, Fallas u Hogueras ¿Cómo plantear una escultura permanente y pública inspirada en un mundo temporal, etéreo y pasional como las Fallas? Este es el reto que el escultor Alejandro Cremades, eldense actualmente ubicado con su taller en Onil https://www.facebook.com/hierroyfuego.alejandro?fref=ts, se planteó para realización de un Homenaje a las Fallas de Elda y que por fin se inauguró hace muy pocos días en una rotonda dedicada a dichas fiestas en esta localidad alicantina. Cremades ha optado por la esencia de la fiesta, una mascletá en plena explosión. La sensación tan fuerte que el espectador recibe al ser testigo de una, desde el ruido ensordecedor a la terrible vibración que le recorre desde la planta de los pies. El momento más pasional de toda la fiesta fallera.

    Para esta pieza complicada, compuesta por varios elementos, el escultor ha elegido la frialdad del hierro y el acero inoxidable, en claro contraste con la ardorosa energía festiva, pero ha sabido dotarlo del color y la espectacularidad correspondiente tanto a la eclosión pirotécnica como a la viveza de los propios monumentos falleros, mediante pintura y efectos móviles, como la escultura central de seis metros de altura que gira ayudada por el viento, metáfora del aire necesario para que exista fuego. Por debajo y alrededor de esta altura máxima aparecen seis tracas de petardos de distintos tamaños evocando las cadencias rítmicas que crean los pirotécnicos en sus mascletás. La base está llena de botes pirotécnicos en plena explosión de los que salen los fuegos artificiales con todo su colorido, envolviéndonos en uno de los momentos más importantes y emotivos de la fiesta fallera. Los metales del monumento aportan la dureza y estabilidad necesarias para favorecer su mantenimiento a lo largo del tiempo, algo muy a tener en cuenta en el arte público.

    Las Fallas, las Hogueras, son sobre todo una fiesta catárquica del fuego, unidas a los momentos de cambio de estación, a la alegría de poder contemplar el transcurso de la vida. Un canto a los elementos naturales y a la conexión del ser humano con esa energía primigenia, uniendo ancestralidad, tradición y modernidad en sentimientos y estéticas. La fiesta ha estado unida desde un principio a los artistas plásticos, ya sea como diseñadores y ejecutores de los monumentos destinados a cremarse, o como intérpretes de la experiencia de estos días de fuego y pasión. Las mascletás previas a la cremá son un aviso de lo que está por venir. Así se resume el monumento concebido por Cremades para Elda. Como una falla, como una mascletá, el monumento ocupa su espacio natural, el centro de una plaza. Algo normalmente efímero, pero que en esta ocasión se troca en permanente en el tiempo. Un monumento que implica no sólo la escultura que es la propia Falla, si no las distintas emociones que se experimentan en estas fiestas: los colores, los sonidos, las vibraciones… especialmente para los que viven la fiesta con gran intensidad.

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