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Cullera concede el Escudo de Oro a los Hermanos Maristas por su bicentenario

Cullera concede el Escudo de Oro a los Hermanos Maristas por su bicentenario

    El Ayuntamiento de Cullera ha hecho entrega de su más alta distinción, el Escudo de Oro de la Ciudad, a los Hermanos Maristas con motivo del bicentenario de la fundación del instituto religioso homónimo.

    El reconocimiento, aprobado por unanimidad del pleno y que contaba con el aval de una treintena de entidades locales —entre ellas todos los centros educativos—, se libró este sábado en un emotivo acto presidido por el alcalde de la localidad, Jordi Mayor, en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura.

    La entrega congregó a buena parte de la familia marista (estudiantes actuales, exalumnos, antiguos profesores y directores, religiosos o empleados, entre otros), que vivió con emoción el homenaje a su labor educativa, cultural y social efectuada durante sus dos etapas en la ciudad. La primera de ellas se desarrolló desde 1903 hasta 1922 y la segunda, tras su vuelta a principios de los ochenta para fundar el colegio San Vicente Ferrer-Hermanos Maristas, que entró en funcionamiento en septiembre de 1981 hasta nuestros días.

    Jordi Mayor, quien hizo gala de ser exalumno del centro, destacó la implicación social de esta organización «más allá de las aulas» y citó la colaboración activa de los Maristas con entidades como Baladre, Cáritas o la propia Residencia Municipal de la Tercera Edad. Asimismo, el alcalde puso de relieve su labor docente, gracias a la cual más de 2.600 niños y niñas del municipio han recibido una formación básica reglada.

    Entendimiento

    En ese sentido, aprovechó la ocasión para defender una educación «universal, gratuita e inclusiva», una herramienta de igualdad que «posibilite que el rico y el pobre tengan las mismas oportunidades (...) sin distinciones, sin exclusiones», apostilló. Por todo lo anterior, abundó en la idea de que los centros concertados «jugáis, un papel fundamental» en el desarrollo de las políticas educativas encaminadas a ese objetivo.

    Al respecto defendió la necesidad de cohabitación pacífica entre la pública y la concertada para afrontar con garantías los retos presentes de la educación «un camino que hemos de recorrer desde la diversidad, el respeto y el diálogo». Por ello, apeló a la responsabilidad de todos los agentes sociales ante la actual «desesperanza» de las nuevas generaciones por la falta de perspectivas laborales y su la consiguiente desmotivación ante los estudios.

    «No caigamos en el error de alentar o permanecer indiferentes ante esa desesperanza. No debemos conformarnos. El conformismo es el carcelero de la libertad, el enemigo del crecimiento. Y nuestra obligación es hacer que la política impulse las reformas necesarias que devuelvan a nuestros jóvenes la confianza perdida», afirmó.

    El acto también contó con la proyección de un audiovisual en el que los diferentes directores del centro fueron relatando sus recuerdos de docencia en el San Vicente Ferrer y además hubo espacio para las palabras del actual director, Rafael Formentín y del superior de la Provincia Mediterránea Marista, Juan Carlos Fuertes.

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