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Volviendo a las tradiciones y la cultura popular… en bicicleta

Volviendo a las tradiciones y la cultura popular… en bicicleta
  • Más de 100 ciclistas profundizan en la historia y raíces más castelloneras en la ‘Volta en bicicleta per les ermites de Castelló’

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“Carrer Amunt, cap al bell mig,
trobareu un lloc on el cel es fa menut
on Déu i els sants són ben a prop
i on el cor perdut
del recte camí que ha de fer
troba ací la clau
i el necessari ajut.
Sou a Sant Nicolau”.

De esta manera recibía Fernando Vilar, profesor de comunicación de la UJI, pregoner 2015 y gran entendido de las tradiciones y cultura popular de Castellón, a los más de 100 ciclistas en la ermita de Sant Nicolau. Una marcha ciclista que iniciaba su camino de buena mañana, para conocer y admirar las ermitas del término municipal de Castellón. La primera parada era en pleno corazón del centro de Castellón, en el ‘Carrer Amunt’, actual calle Alloza. Sant Nicolau es una ermita estrechamente relacionada con las raíces morunas de Castellón al ser una de las primeras mezquitas de la ciudad. Tras la expulsión definitiva de los musulmanes no conversos en el siglo XVI se consagró como iglesia cristiana dedicada a Sant Nicolau.

La expedición ciclista seguía su camino hacia la Basílica del Lledó, cuya construcción fue motivada por el hallazgo de la imagen de la Mare de Déu del Lledó por parte del labrador Perot de Granyana. Se trataba de una pequeña figura de morfología femenina hecha en alabastro y de apenas 6 centímetros que Perot encontró bajo una losa junto al tronco de un almez. Actualmente es la principal de las ermitas de Castellón, lugar en el que se venera la imagen de la patrona de la ciudad.

A continuación, y siguiendo el tradicional camino de la Romeria de les Canyes, los ciclistas se dirigían hacia Sant Roc de Canet, donde Toni Porcar, exconcejal del Ayuntamiento de Castellón y miembro de la Colla El Pixaví, actuales ermitaños del santuario. Esta ermita, construida en el siglo XVII es lugar de parada obligatoria para almorzar en la Romería de les Canyes, cada tercer domingo de Cuaresma, celebrado dentro de las actuales Fiestas de la Magdalena.

Y hacia la Magdalena es hacia donde la marcha se dirigió posteriormente. Miguel Ángel Mulet, exconcejal del Ayuntamiento de Castellón y actual ermitaño de la singular ermita recibió a los más de 100 ciclistas. El entorno del Castell Vell y del ermitorio de La Magdalena es de especial importancia para los castellonenses por sus múltiples funciones: es lugar de culto y esparcimiento, se trata de un lugar privilegiado desde el cual admirar la ciudad de Castellón en el llano en el cual se asienta y se trata de uno de los lugares más emblemáticos para el conocimiento del patrimonio cultural castellonense. Se trata del lugar al que los habitantes de la nueva ciudad peregrinan año tras año para recordar sus orígenes y raíces más profundas, rememorando la bajada de los antiguos pobladores del Castell Vell a la Plana.

A ritmo de bombo y tambor recibían los ermitaños de la Germandat dels Cavallers de la Conquesta y su sección de percusión Desperta Ferro a la marcha ciclista a su llegada a Sant Francesc de la Font. Esta ermita ha estado siempre ligada a la mitología castellonense, ya que Josep Pascual i Tirado, autor del libro de Tombatossals situó a la ermita como punto de partida de la expedición de ‘Tombatossals i la seua conlloga’ en la conquista de las Islas Columbretes.

Tras una breve parada en una de las ermitas más pequeñas del término de Castellón, Sant Roc de la Donació, los ciclistas llegaban hasta el Parque del Meridiano, lugar en el que se unen el Meridiano de Greenwich y el paralelo 40º. En plena Marjaleria se asienta la ermita de más reciente construcción de la ciudad de Castellón, la de la Mare de Déu de l’Assumpció, que data de 2006.

Llegados a la partida de Sensal, los ciclistas hacían sendas paradas en las ermitas de Sant Isidre y Sant Pere de Sensal y de Sant Josep de Sensal, ambas construcciones datadas en la segunda mitad del siglo XVII.

Para finalizar la primera etapa de la ‘Volta en bicicleta per les ermites de Castelló’, la marcha llegó hasta Sant Jaume de Fadrell, una ermita del siglo XIV que fue transformada durante los siglos XVII y XVIII. El ermitorio conserva una interesante sala gótica y un retablo medieval. Además, alberga en su interior parte del Museo Etnológico Municipal. La Comanda de Fadrell es la entidad que se encarga de su cuidado y de la organización de las fiestas que se hacen en su honor.

Y hasta aquí la primera parte de la Volta en bicicleta per les ermites de Castelló, y es que la segunda parte, que recorría las ermitas de Santa Quitèria (Almassora), Mare de Déu del Carme, El Salvador (Les Casotes) y Sant Joanet de Vora Riu, acabando en el Templete del Parque Ribalta, se la dejamos para los más valientes y experimentados en el mundo del ciclismo.

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