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Oliver insta a acabar con los vertidos de aguas residuales en la zona marítima que reducen el potencial turístico de las playas

  • La concejala socialista reclama mantener las labores de control durante todo el año

La concejala socialista de Turismo, Carme Oliver, ha solicitado un incremento de las labores de control de los vertidos de aguas residuales que se efectúan en las playas de Castellón a lo largo de todo el año. “La vigilancia del estado ambiental de las costas de Castellón debe ser permanente, porque es un valor natural que necesita protección pero también por la relevancia de su potencial turístico”, afirma.

Oliver ha planteado al Patronato de Turismo de Castellón que refuerce el cuidado de las playas ante la constatación de los vertidos regulares de aguas residuales que se registran de forma periódica desde la depuradora. Los abocamientos al mar se incrementan coincidiendo con los episodios de lluvias intensas, cuando la estación libera aguas residuales.

Los vertidos no solo causan graves daños ambientales, en opinión de Oliver, sino que “contribuyen al deterioro de las playas como elemento central de la dinamización turística de Castellón”. “El Ayuntamiento es el primer interesado en mantener las playas en un óptimo estado de conservación, pero no hay demasiado interés por parte del equipo de gobierno en establecer los medios de control y vigilancia precisos”.

La concejala socialista, también responsable de Sanidad, remarca a su vez la importancia de evitar vertidos irregulares desde el punto de vista de la salud pública. En ese sentido, recuerda que durante el mes de julio los vecinos de la Marjaleria denunciaron la existencia de vertidos en la zona húmeda del Camí Fondo. Las precipitaciones, por débiles que sean, colmatan la depuradora, por falta de capacidad, y fuerzan los vertidos a la zona marítima, aunque en ocasiones se estancan en zonas habitables.

Las repercusiones de los vertidos son graves también desde la vertiente ecologista. La fauna acuática sufre mortandades periódicas de peces y anfibios en las acequias del Grau, que pone en riesgo la supervivencia de especies autóctonas. Los vertidos de aguas sucias provocan, por otro lado, el incremento de insectos en la zona, molestos por igual para los habitantes del Grau y para los residentes turísticos.

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