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Granés: “Las vanguardias fueron movimientos revolucionarios que quisieron cambiar conciencias desde el flanco de la cultura”

    Principios del siglo XX fue un tiempo de revoluciones políticas, que buscaban cambiar las estructuras y los sistemas, pero también culturales, de la mano de las vanguardias impulsadas por revolucionarios que tenían como objetivo cambiar la vida y las conciencias desde el flanco de la cultura. Así lo ha destacado el escritor Carlos Granés en el curso de verano de la Universitat Jaume I “Creación artística y valores”, celebrado el viernes 13 de julio de 2012, en el que ha ofrecido una amplia visión de las vanguardias, comenzando por el futurismo y pasando por el dadaísmo y el surrealismo hasta llegar a los letristas o situacionistas que dieron pie a la revuelta de Mayo del 68, que supuso “la gran contradicción de las vanguardias, lograron cambiar la escala de valores pero no derrotar al capitalismo contra el que luchaban, que supo encontrar en este cambio nuevas vías de mercado”.

    Carlos Granés, Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco 2011, ha iniciado la conferencia “La revancha de la imaginación. Literatura y valores” destacando dos ideas fundamentales que han marcado todas las vanguardias, el hecho de que todos los artistas reaccionan contra su contexto cultural y que los valores son orientadores para la acción. En este sentido, ha resaltado que el fundador de la denominada vanguardia del futurismo, Filippo Tommasso Marinetti, quiso luchar contra el contexto de una Italia débil y anclada en el pasado, con nuevos valores derivados de la modernidad simbolizada en la máquina: “fuerza, velocidad, poder destructor, multiplicidad, valores que entendía que de reverberar en el alma humana, la transformaría por completo”. En esta lucha, los futuristas consideraban que el arte debía ser un arma. Esta visión llevó a los futuristas, según ha recordado Granés, a respaldar la guerra como salida y posteriormente el fascismo.

    La Primera Guerra Mundial generó también un movimiento totalmente opuesto, el dadaísmo, que tuvo su punto de referencia en el Cabaret Voltaire abierto por Hugo Ball en Zúrich y en el que se dieron cita numerosos artistas que encontraron en Suiza un refugio para escapar de la contienda. En este caso, Granés ha destacado que aborrecían “el nacionalismo, la guerra y la actitud futurista belicosa”. “Al ver imposible seguir creyendo en el futuro y el progreso, se fueron al punto opuesto, al pasado de la humanidad y de la persona, es decir, al primitivismo y a la niñez”, ha resaltado. En este caso, los valores defendidos eran el azar, la risa, la irrelevancia, la alegría, el éxtasis de vivir, la desacralización, con la idea de que “la carcajada barrería el espectro de la muerte que asolaba Europa”. Al igual que los futuristas, aborrecían las obras de arte de la que consideraban una sociedad enferma, pero mientras los futuristas querían combatirlas quemándolas, los dadaístas apostaron por una forma de ataque que Granés considera mucho más efectiva, “la burla, que hoy en día aún se utiliza para desacralizar a personalidades”. Bretón también ha hecho referencia al surrealismo y su lucha contra la burguesía y las convenciones. En este caso, las fuentes morales las encuentran fundamentalmente en la irracionalidad y el subconsciente.

    Granell ha explicado que algunos autores consideran la Segunda Guerra Mundial como el fin de las vanguardias. No obstante, ha destacado el surgimiento en los años 40 del movimiento letrista que posteriormente fue denominado situacionista, que luchaba contra una sociedad sobreprotectora que hacía de la vida algo rutinario y predecible. Fueron los primeros representantes de la contracultura, defendiendo valores y actitudes como el hedonismo, el uso del tiempo en actividades no productivas, la individualidad, etc. Este movimiento evolucionó hasta estallar finalmente en Mayo del 68, una revolución que, según ha destacado el escritor, “supuso una gran paradoja ya que acabó reforzando el capitalismo contra el que luchaba, que supo encontrar caminos para ofrecer productos y servicios para estos nuevos valores”.

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