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El escultor Bambara afirma que el pueblo burkinabé vive la pobreza con "humor"

    El escultor africano Jean Luc Bambara afirma que el pueblo burkinabé vive la pobreza con "humor" y es la difícil situación de los niños que "han perdido el propio derecho a la vida" lo que inspira su obra que se instalará en las calles de Castellón.

    Bambara ha concedido una entrevista en la que asegura que sus obras escultóricas, realizadas todas en bronce con la técnica de la cera perdida, están inspiradas en la "esencia de la vida cotidiana" de Burkina Faso, el país donde nació hace 44 años, en el seno de una familia real de la etnia Bissa, que representa al 3 por ciento de la población total del país, de 14,3 millones.

    El artista burkinabé empezó a exponer en Castellón en 1999. Desde entonces ha realizado diversas muestras en varios pueblos de la provincia y en 2007 se inauguró su obra "L,Orquestre ambiance facile", en la plaza María Agustina de la capital.

    Hace varios días volvió a volar hasta Castellón para presentar su última exposición de bronces en Castalia Iuris.

    Bambara asegura que siempre aprovecha el tiempo para presentar sus proyectos, por ello, durante esta visita ha logrado concretar con el Ayuntamiento de Castellón un encargo para otra escultura en la calle.

    La temática de la misma será la infancia. El artista asegura que la situación de los niños en su país es "deplorable", ya que "han perdido sus derechos, se les obliga a trabajar antes de tiempo, se les obliga a hacer la guerra, a alimentar a las personas mayores que ellos, incluso han perdido el humor y el derecho a vivir".

    Bambara procede de una familia instalada en Garango, al sur de la capital, de etnia Bissa, su padre era jefe tribal y "tenía 25 mujeres".

    Esto, "representa una cultura en la que los hijos tienen que resolver sus vidas por ellos mismos".

    El artista está casado con una sola mujer y tiene tres hijos, "no me caso con más mujeres aunque la ley lo permita porque debo procurar una buena vida y una educación a mis hijos", esto es "un cambio en la forma de pensar que poco a poco se tiene que ir produciendo para que el país progrese".

    Bambara tiene un taller artesanal en la capital Ouagadougou, donde también reside en una casa rodeado por esculturas que ocupan los pasillos y las habitaciones.

    "Mi taller es autónomo, cosa que es rara en mi país, ya que debería ser funcionario del Gobierno y trabajar como profesor", apunta.

    Desde que lo instaló trabaja permanentemente con un equipo de 5 asistentes y continuamente dedica una parte de su tiempo a la formación de jóvenes, quienes "acuden rápidamente a mi llamada cuando recibo un encargo importante". Entonces pueden trabajar hasta 30 personas durante varios meses con una técnica siempre artesanal, la de la cera perdida, aunque "añadiendo técnicas modernas para mejorar el método de moldear o la pátina".

    El artista burkinabé, orgulloso de haberse hecho a sí mismo, como sus propios compatriotas, espera que esta apertura y la modernización de los medios de cultivo, puedan hacer que el país progrese y recupere los derechos humanos para los niños, ya que "si no nos preocupamos de ellos, ¿qué futuro nos espera?".

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