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Un informe de Jaume Pastor i Fluixà determina que el topónimo oficial es Calp y que “Calpe” es una traducción

    Un informe del historiador calpino Jaume Pastor i Fluixà defiende el nombre del municipio Calp frente a Calpe, al considerar que ésta última “es una traducción”. El historiador expone que tradicional e históricamente, el nombre genuino del pueblo es en valenciano.

    Para el historiador, “Calp pertenece a la cultura cristiana, los calpinos somos herederos y continuadores de la cultura de los repobladores del Reino de Valencia del s. XIII y tenemos la obligación moral de transmitir a nuestros descendientes el legado histórico-cultural que hemos heredado de nuestros antepasados”.

    Fluixà habla de unas raíces antiquísimas del topónimo Calp, reconoce que la forma más antigua que se conoce es la que refleja el Tratado de Caçola en 1179. El historiador prosigue añadiendo que la forma Calp aparece en toda la documentación oficial de la Edad Media, tanto en la escrita en latín como en valenciano, incluso en aquella redactada en castellano.

    Sin embargo, durante su escrito, Pastor i Fluixà intenta averiguar de qué modo se empieza a introducir “la forma Calpe”. En este sentido, afirma que “a la lengua castellana le resulta difícil la pronunciación de las consonantes finales. Esta lengua ha tenido un gran respaldo militar, oficial, cultural y social, razón por la que han hecho valer su situación para imponerse. Un efecto de ello es añadir una e para apoyo de estas consonantes”.

    Fluixà cita como ejemplos Alicante por Alacant, Elche por Elx, Crevillente por Crevillent. En cambio, reconoce que esta castellanización no ha ocurrido en nombres como Benidorm o Polop.

    En el informe que presenta al Ayuntamiento, Jaume Pastor i Fluixà afirma que “en siglos pasados, había una gran separación entre la cultura popular y lo escrito, escribían muchas veces los pocos que sabían y eran tendentes a hacerlo en castellano, lo que ha abonado el terreno para la sustitución lingüística”.

    En el caso concreto de Calp, el historiador apunta a que los señores territoriales de la mitad del siglo XV eran de cultura aragonesa o castellana y, por tanto, en su documentación se reflejaba la forma “Calpe”. Además, según escribe, la segunda gran ola castellanizadora se produjo a partir de la centralización administrativa de los Borbones y se generalizó el nombre en castellano.

    Fluixà reconoce que “si en lugar de la castellana, la dominación de la zona hubiera sido italiana, seguramente hubiera prosperado la forma Calpi, donde hay textos que la usan”.

    Concluye afirmando que “la denominación genuina es Calp y su reconocimiento es el primer paso para normalizar nuestra lengua, todavía hoy marginada en muchos aspectos en el pueblo de Calp”.

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