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El arqueólogo municipal prepara una memoria valorada que permita hacer accesible al público el refugio antiaéreo del Camí d'Onda

El arqueólogo municipal prepara una memoria valorada que permita hacer accesible al público el refugio antiaéreo del Camí d'Onda
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    El arqueólogo municipal prepara una memoria valorada que permita hacer accesible al público el refugio antiaéreo del Camí d'Onda - (foto 2)
    El arqueólogo municipal prepara una memoria valorada que permita hacer accesible al público el refugio antiaéreo del Camí d'Onda - (foto 3)
    El arqueólogo municipal prepara una memoria valorada que permita hacer accesible al público el refugio antiaéreo del Camí d'Onda - (foto 4)

    La concejalía de cultura de Ayuntamiento de Burriana, a través de del arqueólogo municipal, José Manuel Melchor, está preparando una memoria valorada de adecuación para hacer accesible el refugio antiaéreo de la guerra civil que tiene su entrada en la calle San Juan de la Cruz, frente a la puerta de la Iglesia de San José de los padres Carmelitas, y que se prolonga por el Camí d’Onda, hasta la altura del Pabellón de la Música.

    El edil, Enrique Safont, y el arqueólogo municipal, José Manuel Melchor, ya inspeccionaron en el año 2007 el estado de esta antigua defensa civil y apuntaron la posibilidad de que algún día pudiera ser visitada por los ciudadanos.

    Se trata de un refugio perfectamente construido, con ladrillos bizcochados, cuyo túnel presenta una bóveda de medio punto. Se accede a través de una trapa situada casi enfrente de la puerta de la iglesia de los Carmelitas. Con la entrada y los primeros escalones, el refugio ya se va a los tres metros bajo tierra. Nada más empezar el túnel hay una zona de protección consistente en dos pilares que forman un pequeño corredor en zig-zag con el que se evitaba la entrada directa de metralla al refugio. A partir de aquí hay un tramo de pendiente pronunciada hasta alcanzar una longitud de galería de 21,5 metros y una profundidad de 9 metros. En este punto el túnel gira a la izquierda y se ensancha para poder acoger a la gente mientras duraban los bombardeos de las tropas nacionales. Aunque existe constancia de que el “búnker” se prolongaba en dirección al Camí d’Onda, actualmente sólo se puede llegar, a causa de los desprendimientos, hasta la altura del Pabellón de la Música, en cuyo lateral existe otra trapa, a modo de respiradero.

    Todavía hay gente en Burriana que recuerda haber entrado allí de pequeño, en compañía de sus padres, con el ruido de las bombas, el humo y el griterío de la gente. La entrada al refugio, situada donde está hoy la trapa, frente a la puerta de la iglesia de los Carmelitas, era entonces una rampa para facilitar el acceso.

    En aquella madriguera humana regían unas normas: la primera penetrar lo más rápido posible, no deteniéndose hasta llegar al fondo, donde la aglomeración lo permitiera. Dentro del refugio había que colocarse lo más cerca de las paredes, procurando dejar libre el centro para facilitar la circulación del aire. Estaba prohibido fumar y hablar en voz alta, a menos que se tratara de un asunto relevante. Sólo se permitía la estancia en el refugio mientras duraba el estado de alarma que se advertía a la población a través de las campanas y una sirena instalada en la torre del Crist Ratat del Salvador.

    Este refugio, que era recordada por mucha gente que había vivido la guerra civil, quedó silenciado debajo de la vía pública, hasta que en 1987, durante las obras de reconstrucción del Pabellón de la Música y la zona peatonal que lo rodea, se produjo un derrumbe al ir a plantar una palmera, que dejó al descubierto el túnel, casi cincuenta años después. El concejal de urbanismo de entonces, Juan Ferrandis, puso mucho tesón en limpiar todo el refugio, al que dotó de la trapa de entrada y un respiradero, y lanzó por primera vez la idea de que aquello debería visitarse.

    El 17 de noviembre de 1998 volvieron a entrar en el túnel el entonces concejal de urbanismo, Joan Manuel Traver, acompañado por el ingeniero municipal, José Luis Monfort, y el responsable de la oficina de rehabilitación del Centro Histórico de Burriana, Pepe Aymerich, acompañados por dos bomberos, para asegurarse de que no hubiesen gases subterráneos. El objeto de aquella visita era tomar mediciones y hacer planos precisos del refugio. El resultado fue otro proyecto, redactado por Aymerich, que rescataba la idea de Ferrandis, aunque con un plan más ambicioso, que pretendía construir en la entrada unas escaleras con una cubierta de cristal, e incluso una pequeña sala de proyecciones al final de túnel, para fomentar actividades lúdico-culturales y proporcionar un nuevo atractivo turístico a la ciudad.

    comentarios 2 comentarios
    YO DIGO
    YO DIGO
    12/11/2010 08:11
    JODER

    Joder, todo lo que tenemos y no lo aprovechamos

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