Vía Pública retira los bolardos de la peatonalización de la Mercé tras producirse tres accidentes la semana pasada

Personal de Vía Pública ha retirado a primera hora de esta mañana los pequeños bolardos decorativos instalados en la peatonalización del entorno de la Mercé, en las calles Sant Pere Pasqual y Beato Ripollés. El detonante para eliminar estas “chinchetas”, como las llama el vecindario, ha sido que la semana pasada hubo tres accidentes. Concretamente, dos el martes, durante la celebración del mercado exterior, y otro el miércoles, con resultado de esguinces y diversas magulladuras en la cara, piernas y brazos. No obstante, lo ocurrido la semana pasada no ha sido un hecho aislado, pues ya en octubre del año pasado, apenas terminada la obra, una mujer tubo que ser hospitalizada tras romperse la cadera.

El problema, denunciado reiteradamente por el vecindario, es que estos bolardos eran tan pequeños que los peatones, especialmente las personas mayores – que arrastran los pies - no los veían. A ello también contribuía que eran del mismo color que el pavimento, dificultando todavía más una clara visión de estos relieves.

Y es que hay quien pone en duda hasta la legalidad de estos bolardos, pues aunque la normativa varia mucho, según las Comunidades Autónomas, en la mayoría se establece que los bolardos o mojones han de disponer de sendas franjas de losetas especiales, en sentido perpendicular a la marcha, a cada lado, y a todo lo largo de la hilera de bolardos o mojones, para advertir de la proximidad del obstáculo a las personas con visión reducida, cosa que aquí, como es evidente, no ocurría.

La orden tajante de retirar las “chinchetas” la tomó el concejal de Vía Pública, Pedro Sancerni, a finales de la semana pasada, tras los accidentes acaecidos, en los que llegó a personarse la Policía Local y personal sanitario. Hoy, a las siete y media de la mañana, ya estaban retirándolos para evitar que en el mercado exterior de mañana martes vuelva a suceder lo mismo.

La polémica entorno a los elementos decorativos empleados por el autor del proyecto son una constante desde que ejecutara la peatonalización de la calle San Vicente. Y todo ello, más allá del juicio estético, pues siempre hay a quienes les gusta y otros a los que no. Es más, muchas cosas que inicialmente tienen un impacto negativo son reconocidas con el tiempo por haber incorporado un nuevo concepto estético, más vanguardista.

Sin embargo, cuando se habla de urbanismo, antes que lo artístico, se supone que está lo práctico, y sobre todo la seguridad. En la calle San Vicente, que el Ayuntamiento no ha inaugurado por la polémica vecinal, se ha hecho de todo para intentar limpiar el suelo rugoso de cerámica de diferentes colores. Se han empleado varios productos cáusticos y dispositivos a presión, sin lograr avances significativos. Los bolardos también se han modificado en tres ocasiones. Los primeros eran una semiesfera de cerámica, que se rompieron a los pocos días. Estos fueron sustituidos por unos discos de colores que el pasado mes de febrero se incrustaron en el suelo para evitar accidentes, al igual que ha ocurrido ahora. Cabe resaltar que el pasado mes de abril, una vecina, ante tanto remiendo, colgó unos carteles en la calle en los que se leía: “carrer dels empastres”.

La primera controversia, por motivos de seguridad, en la peatonalización del entorno de la Mercé, fue la gran lámpara, bautizada como el “ovni”, que tuvo que ser retirada al día siguiente de ser colocada, el pasado mes de septiembre, porque el fuerte viento amenazaba con derribarla, tras comprobar que los cuatro cables que la sujetaban eran totalmente insuficientes. Las últimas noticias aportadas por el Ayuntamiento precisan que están estudiando fijar la lámpara a un pie metálico, a modo de flexo, para que disponga de una sujeción desde el suelo.