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ENTREVISTA

Los héroes del Mediterráneo desembarcan en Burriana

Los héroes del Mediterráneo desembarcan en Burriana
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    Son los ángeles del mar. Un grupo de socorristas que vio desde el sofá de su casa cómo habían miles de personas muriendo en el Mediterráneo y decidieron evitar -o al menos frenar- esta catástrofe humanitaria con los escasos recursos con los que contaban. Así nació Proactiva Open Arms, una ONG que se dedica al salvamento marítimo, concretamente en el ámbito humanitario.

    Ahora ya no son solo socorristas, son un grupo de 350 profesionales y voluntarios que trabajan para impedir que los inmigrantes mueran durante su travesía. Una labor dura de por sí y a la que suman los obstáculos gubernamentales que se encuentran. Aun así, estos héroes invisibles han salvado a 59.000 personas y el número sigue aumentando.

    Estos días tienen el barco en el Puerto de Burriana para someterse a una labores de mantenimiento. elperiodic.com ha aprovechado la ocasión para visitar la embarcación y hablar con su tripulación para conocer más de cerca cómo trabajan y cómo es su día a día. A continuación os ofrecemos la entrevista que Gerard Canals, coordinador de operaciones, ha concedido a este digital.

    ¿Cuánto tiempo lleva el marcha este proyecto?

    Empezamos en 2015 y montamos nuestra primera base en Grecia con equipos de salvamento en tierra. Posteriormente dimos un salto hacia el Mediterráneo central con una base en Malta desde donde trabajamos igual pero en alta mar y con barcos. Empezamos con el Astral en 2016 y estuvimos operando cuatro meses y medio durante el verano. Luego alquilamos otra embarcación y a principios del año pasado incorporamos nuestro primer barco, el Open Arms.

    Es el que tenéis ahora mismo en Burriana bajo labores de mantenimiento.

    Efectivamente. Lo estamos dejando en las mejores condiciones posibles para afrontar una nueva etapa en el mar. Es un barco que nos donaron en unas condiciones bastantes justas y aunque hicimos una inversión enorme inicial, solo lo parcheamos. Ahora estamos profundizando y preparándolo para el verano.

    ¿Quiénes formáis parte de este equipo y qué perfiles tenéis?

    La tripulación del Open Arms, con el capitán Marc Reig a la cabeza, cuenta con diecinueve personas, de ellas seis que son tripulación profesional -capitán, oficial y personal de máquinas-, luego tenemos al jefe de misión, la persona con mayor rango y que está únicamente para el rescate, y a partir de ahí viene el voluntariado con perfiles distintos como patrones, socorristas, médicos o enfermeros. Todo esto sería el personal del barco pero el equipo es mucho más amplio, desde el personal de oficina hasta el de logística pasando por los voluntarios. Podemos llegar a ser 350 personas.

    ¿Cómo es el día a día en el barco?

    Bastante incómodo porque estás en un espacio pequeño y sin posibilidades de huir (ríe). Bueno, al margen de las tareas normales de la vida a bordo, tenemos la parte de vigilancia en la que buscamos embarcaciones que puedan necesitar asistencia. Normalmente nos lleva un día llegar desde nuestra base en Malta, tiempo en el que aprovechamos para preparar los equipos. Cuando se produce un rescate van primero las embarcaciones semirrígidas con los patrones y socorristas. El objetivo es terminar el rescate sin bajas y toda la actuación se hace bajo la coordinación de los guardacostas italianos. Una vez terminado, desembarcamos en un puerto italiano y así terminamos la operación. Aquí es importante decir que siempre llevamos a bordo periodistas porque un pilar fundamental es informar desde la primera línea.

    Por cómo lo cuentas parece un trabajo muy duro pero también gratificante.

    Es duro físicamente porque se trabaja muchas horas pero psicológicamente lo es más porque tomas conciencia de la realidad. Uno cuando está en casa mira las noticias y se olvida, pero cuando estás cara a cara con la realidad, viendo sus condiciones y la desesperación de sus caras, te deja un poco tocado. Es un trabajo gratificante pero que deja huella.

    Comentabas al principio de la entrevista que la ONG nació en 2015. Ese fue un año muy duro en el que nos llegaron imágenes desgarradoras como las del pequeño Aylan. ¿Tiene que ver vuestro nacimiento con esta situación?

    Si, evidentemente. La ONG nació de una empresa de salvamento y socorrismo justo después de ver estas imágenes que dieron la vuelta al mundo, ya no solo del pequeño Aylan sino la imagen de cuatro críos ahogados en las costas. Esto fue el detonante y como nosotros nos dedicábamos a trabajar en playa y vimos que podíamos hacer algo para intentar impedir -o al menos ayudar a estas personas- decidimos dar este primer paso. Gracias al apoyo de la gente hemos podido seguir dando pasos.

    ¿Cómo se puede colaborar con vosotros?

    Tenemos dos grandes formas de ayudar. Una es por el voluntariado, que requiere perfiles técnicos concretos y es más limitado. La segunda forma es la económica: Open Arms recibe más del 96% (cifras del 2017) de fondos privados, es decir, de empresas y particulares. Solo tenemos un porcentaje muy pequeño de subvenciones públicas y que además son de pequeñas administraciones, locales, municipios.

    ¿Creéis que algún día dejaréis de ser necesarios?

    Nos gusta pensar que sí pero la realidad nos lleva a pensar lo contrario. Cuando uno mira a su alrededor no parece que esto se vaya a detener porque baja ahora la actividad frente a la costa de Libia pero, por otro lado, está incrementándose la de Grecia otra vez así como la de España.

    Y esto solo mirando cerca porque en el resto del mundo hay muchos otros focos. Por ejemplo, desde nuestra pequeña capacidad decidimos empezar una misión -por ahora en Ghana- para informar a las personas. Es decir, vamos al origen y les contamos la cantidad de mentiras que se les vende para evitar las muertes.

    Lamentablemente estamos acostumbrados a ver muchas noticias de este tipo y dejamos de darle la importancia que realmente tiene, nos acostumbramos a que forme parte de nuestro día a día.

    Evidentemente. A fuerza de verlo uno se acostumbra prácticamente a todo. Pero esto lo valoraremos en unos años y analizaremos cuál fue la respuesta de las administraciones europeas, que son quienes realmente tienen el poder, el dinero y la capacidad de hacer frente a esta problemática. Analizaremos cómo se cerraron las fronteras en vez de ayudar y cómo se invirtieron miles de millones en armamento en vez de poner una operación de búsqueda y rescate en condiciones. Ahora parece algo muy normal pero con los años podremos valorar las barbaridades se han hecho.

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