El picudo rojo se extiende cada vez más entre las palmeras del término municipal de Burriana

El picudo rojo está empezado a hacer estragos en las palmeras de Burriana. Se trata actualmente de la plaga más preocupante en las palmeras de toda España, hasta el punto de que ha afectado a cerca de 500.000 ejemplares del palmeral de Elche.

Originario de las áreas tropicales del Sudeste Asiático y Polinesia, este insecto va aumentando progresivamente su área de distribución.

Afecta principalmente a la palmera datilera, aunque también al cocotero, la palmera Canaria y la de Guinea.

La larva penetra por el capitel directamente al tronco, labrando galerías de hasta 1 metro de longitud para comerse la savia. Parten de la corona y se ramifican en el interior del tronco.

Las hojas centrales amarillean y se marchitan, de forma que en pocas semanas la práctica totalidad de la corona se ve afectada, originando la muerte del árbol. Si las galerías dañan la yema apical, la palmera muere.

Los síntomas se manifiestan con retorcimientos de las hojas más externas sobre el nervio central que adquieren un color pajizo o se caen.

Cuando los síntomas se perciben son ya tan graves que derivan directamente en la muerte de la palmera.

Los ejemplares muy afectados o muertos deben arrancarse y quemarse para evitar la salida de adultos y su dispersión. Pero esta labor no puede realizarla el propietario, puesto que en estos momentos existe la obligación de comunicarlo a la Consellería de Agricultura para que se haga cargo, a través de varias empresas colaboradoras, si bien hay una lista de espera de más un año.

Antonio Castelló, responsable del módulo de jardinería de la Escola Taller de Burriana, aconseja realizar tratamientos preventivos de endoterapia, de los cuales ya se han realizado varios en nuestra ciudad, con muy buen resultado. El precio de este tratamiento, que se realiza en dos fases, con una separación de seis meses, es de 150 euros. Consiste en inyectar en la savia de la palmera, con unas pistolas hidroneumáticas, una mezcla de varios insecticidas que acaban matando al picudo rojo o haciendo que se marche, dado que la savia ya no le gusta.