La escollera de levante se descompone tras años sin recibir mantenimiento

El puerto de Burriana presenta en estos momentos un exagerado contraste entre la escollera de levante, que se cae a trozos, después de no haberla tocado en los últimos setenta años, y la escollera de poniente, sometida a una profunda reforma entre 1997 y 1999, y en la que se inauguró una nueva y moderna Marina el año pasado.

La apuesta que se ha hecho desde la Generalitat en el Puerto de Burriana en las últimas décadas ha sido importante. En la retina de todos perdura aquel puerto con su grasiento aspecto, a consecuencia del desguace, lleno de maromas de barco y restos de redes, por el que apenas se podía transitar. Durante los mandatos socialistas en la Generalitat se hicieron importantes obras en el puerto, que empezó a cambiar de aspecto. Desapareció el desguace, se construyó la Cofradía de Pescadores y una nueva lonja. Ya en periodo de la coalición PP-Bloc se derribó el murete que separaba la zona portuaria de la Avenida del Mediterráneo y en 1997 se ejecutó un importante proyecto de rehabilitación de la escollera de poniente cuyas obras se iniciaron en abril de 1997 y que se pararon durante un tiempo al haber quebrado la empresa adjudicataria. Las obras consistieron en ampliar la anchura de toda la escollera, concretamente en la parte que recae a mar abierto. Esto permitió también ensanchar el pequeño paseo elevado por el que transitan los peatones, incluyendo al final del mismo un pequeño mirador. Este proyecto se vio completado con la reciente construcción de la Marina, que junto al Club Náutico, también ampliado, confieren al puerto de Burriana un aspecto moderno a la altura de una ciudad que aspira a ser turística.

Sin embargo, sólo hay que cambiar de escollera – si se quiere a nado, hasta la plajeta de Les Monges, como hacíamos yo y mis amigos cuando éramos adolescentes – para contemplar un panorama totalmente distinto: la escollera de levante se cae a pedazos, sin que la administración competente, en este caso la Generalitat haga nada por su mantenimiento. Con los años esta escollera, también conocida como la del faro, ha ido deteriorándose, sin que se haya puesto remedio. Allí ha quedado el dique incomunicado, detrás del Varadero, por una verja, que a veces esta cerrada y otras abierta, coincidiendo con el invierno, siendo sólo visitada, de forma asidua, por los pescadores de caña, que prefieren esta zona a la del coto de la refinada escollera de poniente.