elperiodic.com
SELECCIONA IDIOMA
Valencià

Dando estímulo a la vida en Burjassot

Dando estímulo a la vida en Burjassot

    Luces de colores, proyectores, tubos de burbujas, luz ultravioleta, música relajante... Aunque parezca otra cosa estamos en un centro de discapacitados intelectuales, concretamente en una sala de estimulación sensorial o sala 'snoezelen', término holandés donde comenzó esta iniciativa en los años 70. Begoña Perufo, terapeuta ocupacional de la residencia 'L'Almara' de Burjassot, aplica una tableta de pinchos sobre la mano de Ianire, una de las residentes, esperando la respuesta a la estimulación realizada. Estamos en medio de una sesión en esta sala 'snoezelen' donde los usuarios aprenden a comunicarse mejor o relajarse y canalizar su ansiedad.

    No hace falta irse a un gran centro privado del extranjero para que los discapacitados puedan beneficiarse del uso de una sala 'snoezelen'. En la Comunitat Valenciana actualmente hay dos centros del Instituto Valenciano de Acción Social (IVAS) de la Generalitat Valenciana que llevan años aplicando esta terapia: la residencia 'Carmen Picó' de Alzira y el centro 'L'Almara' de Burjassot. Las instalaciones de 'L'Almara' son utilizadas actualmente por 50 discapacitados internos y 20 en régimen de centro de día.

    Para poder entender la importancia de estas salas multisensoriales, debemos saber que esta residencia atiende a personas con discapacidad intelectual severa o profunda, que no pueden realizar talleres de trabajo como otros discapacitados y que en ocasiones ni siquiera son capaces de hablar, por lo que la estimulación sensorial, para lograr por ejemplo una interacción o respuesta comunicativa ante el estímulo es una de las herramientas a potenciar.

    Perufo se dispone a realizar con los chicos de 'L'Almara' una sesión en la sala de 'snoezelen'. Cuelga las fotos en la puerta de la sala para que los internos y responsables sepan quiénes van a entrar, acude a por ellos y cariñosamente les coloca en una colchoneta o en su silla de ruedas. Toda sesión comienza con un saludo de los participantes. Perufo se acerca, les da a mano, una caricia, y les insta a saludar a los compañeros. Ellos sonríen, se les ve felices, y los que pueden levantan la mano en señal de saludo. Una música relajante suena en el fondo y las luces se vuelven tenues y de colores dando paso al tubo de agua iluminado y la luz ultravioleta.

    La puerta de la sala nunca se queda cerrada del todo, por si algún interno decide sumarse a la sesión de forma espontánea, como pasará con un chico que decide entrar y colocarse junto al tubo de agua. Perufo comienza con las diferentes estimulaciones, la visual, con un muelle fluorescente que brilla con la luz negra y que acerca y pone en las manos de Isabel, una de las participantes. También la sensorial, con almohadones que coloca en la cabeza de los que van en silla de ruedas y espumillón, como el de Navidad, que coloca sobre las manos de alguno de los chicos para que perciban el tacto. Perufo comenta que usa normalmente espumillón, plumas o arena, aunque esta última no suele gustar a los internos, mostrando como objetos tan simples en nuestra vida diaria adquieren aquí un valor significativo.

    En la sala de 'snoezelen' hay una gran colchoneta de agua. Perufo coloca ahí a uno de los chicos. Antes que él ha estado Moni, otra de las internas que de forma espontanea se había colado en la sala mientras Perufo la preparaba. La terapeuta la tumba en la colchoneta y hace movimientos de balanceo mientras una música suena. Nos explica que la colchoneta tiene unos altavoces bajo de modo que los pacientes sienten las vibraciones de la música en su cuerpo. Este tipo de sensaciones, ligadas a la vibración o el balanceo en la cama de agua, las poseemos todos independientemente de que la discapacidad sea severa pues las experimentamos ya en el útero materno, son innatas, así que en la sala 'snoezelen' se trata de estimularlas a personas que no tienen otro tipo de sentidos o sensaciones desarrolladas.

    Continuando con la sesión, la especialista procede a la estimulación somática con cremas y geles fríos y calientes. Uno de los objetivos de estas salas es facilitar la comunicación e interrelación e identificar de donde vienen las sensaciones. Por eso, Perufo coge un palo de lluvia, lo hace girar varias veces cerca de los residentes y estos miran hacia el lado de donde procede el sonido. También les cierra los ojos y les tira un spray con aroma, para que identifiquen y tengan respuesta ante un cambio de olor. La sesión se pone divertida para los pacientes cuando Perufo les tira pompas de jabón y observan como vuelan y explotan. Están contentos, hay una respuesta positiva.

    Además de las sesiones preparadas, la sala también se usa cuando uno de los internos la necesita puntualmente. Es el caso de Manolo que, gracias a la sala 'snoezelen', ha aprendido a controlar su ansiedad. Antes, si se ponía nervioso, podía responder de una forma violenta rompiendo o tirando algo. Ahora busca a la terapeuta, le coge de la mano, le lleva a a la sala, ella le tumba en la colchoneta unos minutos y le hace un masaje en la cabeza. Manolo ha cambiado la respuesta violenta por la relajación gracias a este método.

    De repente la música relajante se vuelve festiva, estilo cabaret de los años 20, y como si se tratará de una fiesta, Perufo coge a los que están en silla de ruedas y les da una vuelta por la sala. Es señal de que la sesión se va a acabar. La terapeuta nos comenta que el cambio de música es para provocar en ellos un estímulo, y para ir marcando el final. Toda sesión acaba con una canción de despedida, que los internos ya conocen. Empieza a sonar 'something stupid like I love you', Perufo les indica que es el final, les acaricia las manos y comienza a aumentar la intensidad de la luz. La sesión se ha pasado volando, y más de uno continuaría con la música, las luces y los aromas, pero hay que seguir la marcha, ir al gimnasio y a otras terapias del centro. Nos despedimos de los internos, que también nos dedican sonrisas de complicidad. Por un rato hemos vivido con ellos como con las cosas más pequeñas, más simples como un aroma o una música, se puede conseguir estimular un poco más la vida de quien posee una discapacidad.

    Subir