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La hija de la anciana fallecida en una residencia de Benicàssim asegura que la puerta donde cayó sigue abierta

    La hija de la anciana que murió en febrero de 2005 al caer por un barranco mientras paseaba por las terrazas de su residencia asegura que la puerta por donde cayó su madre "no es una puerta como tal, sino una cancela" y "sigue abierta".

    África Canilla, hija de la anciana, ha explicado que, a pesar de haber obtenido la sentencia favorable según la que la Conselleria de Bienestar Social deberá pagar a ésta 44.410 euros, se siente "un poquito defraudada", ya que algunas de esas puertas que se encuentran en las terrazas de la residencia siguen abiertas.

    En un centro para mayores "debiera de haber una protección firme y más controlada", ha manifestado la hija de la víctima.

    Canillada ha relatado cómo se produjeron los hechos tras recibir una llamada de la residencia "La Bartola", de Benicàssim, donde se encontraba su madre, Carmen Huerta, tan sólo siete días después de ingresar en ella.

    En la conversación telefónica, la persona responsable asegura a África que no encuentran a su madre, que se ha perdido, pero le indicaban que no se preocupe porque enseguida la encontrarían.

    La hija, las nietas y otro familiar de la anciana acudieron rápidamente a las inmediaciones de la residencia, por donde ellos junto con la guardia civil estuvieron toda la noche rastreando la zona.

    Hacia las ocho de la mañana la encontraron los perros, pero estaba "tan sumamente escondida que no había acceso" y esperaron a que llegaran los helicópteros, que sólo pudieron proceder al levantamiento del cadáver.

    Canillada ha recordado que su madre "sufría Alzheimer, pero no demasiado grave" y que, debido al escaso tiempo que llevaba la anciana en la residencia, "aún no estaba muy acondicionada al lugar".

    En su opinión, la fallecida "fue paseando por las terrazas del recinto, porque le gustaba mucho andar, y en una de ellas, donde no había puerta, perdió pie y cayó totalmente por el barranco".

    En cuanto al proceso judicial, Canillada ha asegurado que esperó tres meses para dar la oportunidad a los responsables de la residencia, dependiente de la Generalitat Valenciana, de que "fuesen ellos los que viniesen y me dijesen lo que ha pasado" y que lo sentían.

    "No quería nada más", excepto que "vallasen aquella puerta", pero al no recibir ningún tipo de mensaje, ésta se dirigió a la Unión de Consumidores de Castellón para interponer una demanda.

    Después de más de tres años, "una persona particular ha podido contra un grande", ha señalado Canillada con cierta satisfacción.

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