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Los autos judiciales sacan a la luz los escalofriantes relatos de las víctimas de la DANA en Valencia

Los autos judiciales sacan a la luz los escalofriantes relatos de las víctimas de la DANA en Valencia
  • Les advertimos de la dureza de los relatos publicados en los autos judiciales

Los autos judiciales sobre la destructiva DANA que arrasó la provincia de Valencia el 29 de octubre han sacado a la luz los impactantes relatos de las víctimas que perdieron la vida en la catástrofe. Las historias reflejan el terror, la desesperación y el dolor que se vivió en municipios como Chiva, Benetússer y la pedanía de La Torre en Valencia. Familias arrasadas por el agua, llamadas de auxilio que quedaron sin respuesta y rescates que llegaron demasiado tarde.

A continuación, recopilamos algunos de los testimonios más estremecedores de este fatídico día. En dichas historias se han modificado los nombres reales de las víctimas para proteger la intimidad y anonimato de estas. 

Relatos de las víctimas de la DANA

Una familia entera arrastrada por la riada en Chiva

María Rosario, de 70 años, se encontraba en su vivienda en Chiva la tarde del 29 de octubre junto a su esposo, Remigio, y sus dos hijos, José Luis y Eugenio. Su casa, fue una de las afectadas por la crecida repentina del agua.

Esa tarde, a las 17:30 horas, Eugenio, el hijo menor, salió a dar una vuelta por la zona. Poco después, regresó apresurado y alertó a su madre: “Vámonos de aquí, que baja mucha agua por todos los sitios y no sabemos de dónde viene”.

José Luis tomó al perro y, junto con su hermano menor, intentaron salir de la casa. Al hacerlo, el agua ya les llegaba a la altura de las rodillas. Eugenio ayudó a su madre, María Rosario, a subir a una ventana y luego hizo lo mismo con su padre, Remigio. José Luis, por su parte, logró colocar al perro en la ventana, ya que sentía un gran amor por los animales.

Sin embargo, la corriente era demasiado fuerte. De repente, el agua arrastró a José Luis y al perro. Al ver la escena, su padre comenzó a gritar desesperado. Eugenio, que estaba con los pies en la acera y sujetándose a la ventana, intentó socorrer a su hermano.

La familia salió por la puerta y se sujetó con fuerza a las rejas de las ventanas, pero la fuerza del agua no cesaba. En un último intento, Remigio anunció que iba a ayudar a sus hijos, pero la corriente lo arrastró sin que pudiera hacer nada por salvarse.

A las 18.00 horas estaban enganchados a la ventana por la parte de fuera de la casa, y a las 18:15 o 18:30 horas, en cinco minutos, se los llevó el agua a los tres; a su marido y a sus dos hijos, y a los tres perros. 

Graciela, embarazada de seis meses, murió atrapada en su coche

Graciela, una joven de 26 años, estaba embarazada de seis meses y regresaba del trabajo cuando la tormenta la sorprendió. A las 18:53 horas, llamó a su madre desesperada. Su madre la instó a salir, pero cuando intentó abrir la puerta, el agua la bloqueó. Un contenedor de hierro, arrastrado por la fuerza del agua, golpeó el coche, haciendo que volcara y dejándola atrapada.

El cuerpo de Graciela fue hallado junto a los de otras cuatro personas que también murieron en sus vehículos.

León, un policía que intentó salvar a sus vecinos, murió arrastrado

León estaba casado y tenía dos hijos, nacidos en 2007 y 2015. La tarde del 29 de octubre, se encontraba en casa con los niños cuando, sobre las 19:00 horas, su esposa Concepción regresó del trabajo. Nada más llegar, mientras ella estaba en casa, la luz comenzó a fallar a pesar de que no llovía en ese momento. Poco después, el agua empezó a correr por la calle, aumentando rápidamente su nivel. Los vehículos comenzaron a flotar sin control y se escuchaban gritos de personas atrapadas en sus coches pidiendo ayuda.

León, que era policía, tomó la decisión de bajar a la calle para socorrer a los afectados. No llevó consigo su teléfono móvil ni su documentación. Una vez abajo, intentó abrir las puertas de los vehículos para ayudar a quienes estaban atrapados. Mientras se encontraba en la entrada de un garaje, indicando a los vecinos que no estacionaran allí, una furgoneta, arrastrada por la fuerte corriente, lo golpeó en la cabeza y lo empujó hacia el interior del garaje.

León perdió la vida en el acto. Su cuerpo fue rescatado al día siguiente.

Raúl y Casilda, vecinos de Benetússer

Raúl y su esposa Gloria estaban en casa junto a su hija Casilda, en su domicilio de Benetússer. Llegaron a las 17:15 horas para almorzar. Casilda, algo inquieta, salió al balcón y preguntó a su madre si existía algún riesgo de inundación en la zona. Gloria intentó tranquilizarla, asegurándole que era imposible que Benetússer se inundara y que, en caso de que ocurriera algo, recibirían un aviso. Tanto Casilda como su esposo revisaron sus teléfonos, pero no encontraron ninguna alerta que indicara peligro.

Para calmarla, Gloria la abrazó y le insistió en que no había motivo para preocuparse. Sin embargo, entre las 19:15 y las 19:25 horas, Casilda los llamó con angustia. No se había movido del balcón y, desde allí, pudo ver cómo una gran corriente de agua avanzaba rápidamente. Alarmada, Gloria le pidió que llamara a su prima Angelina para advertirle que no llevara a los niños a la academia. Casilda realizó la llamada a las 19:24 y habló con su prima durante un minuto y 33 segundos. Mientras tanto, su esposo, Raúl, había llamado a su suegra a las 19:21 para concretar una visita con ella el miércoles.

A las 19:26 horas, Antón y Casilda bajaron al garaje. Antón pensó que lo mejor sería subir los coches, ya que eran nuevos y estarían más protegidos en la calle. Casilda, que también tenía su vehículo en el garaje, lo siguió. Mientras tanto, Gloria contactó a su hermana Rafaela, que estaba en el hospital Doctor Peset, a las 19:25 horas, para informarle que una fuerte lengua de agua de color marrón estaba entrando en la calle.

A las 20:07 horas, Gloria salió nuevamente al balcón con su teléfono en la mano y vio que el nivel del agua ya alcanzaba el primer piso. El panorama era aterrador: coches flotaban por la corriente, camiones y contenedores eran arrastrados con violencia, y se escuchaban gritos de auxilio. Enfrente de su casa, tres personas estaban aferradas a una valla, pidiendo ayuda desesperadamente. Intentaron iluminarlas porque ya había oscurecido y les lanzaron una rueda hinchable, pero la corriente era demasiado fuerte. Los golpes de los vehículos contra las fachadas de los edificios y las plantas bajas eran ensordecedores.

A las 20:11 horas, sonó la alarma. Los cuerpos de Casilda y Raúl fueron encontrados juntos por la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Juan Francisco, una vida aferrada a una farola

Juan Francisco se encontraba en su bazar ubicado en Massanassa cuando la tormenta empezó a intensificarse. Alrededor de las 19:00 horas, el agua ya arrastraba vehículos por la calle y, con el paso de los minutos, el nivel seguía aumentando de manera alarmante.

Cerca de allí, en un supermercado Mercadona, la fuerza del agua rompió los cristales del establecimiento a las 20:11 horas. Fue en ese momento cuando llegó la alerta. Su hijo Virgilio había hablado con él sobre las ocho de la tarde. La esposa de Juan Francisco le explicó a su hijo que, al principio, creyeron que la situación sería similar a otras ocasiones, pero el agua comenzó a subir rápidamente, por lo que decidieron bajar las persianas un poco para tratar de frenar la entrada de agua de golpe.

Cuando intentaron salir del local, ya era demasiado tarde: los coches flotaban en la calle debido a la crecida. Tanto Juan Francisco como su esposa trataron de resguardarse en la zona más alta de la tienda, pero las estanterías no soportaban el peso de un adulto. Ante esta situación, Juan Francisco ayudó a su mujer a subirse sobre una puerta, mientras el nivel del agua alcanzaba los dos metros y medio de altura.

El hombre se mantuvo en la misma posición durante un tiempo prolongado hasta que la corriente lo arrastró. A pesar de que logró agarrarse a una farola, un camión que había sido arrastrado por la riada impactó contra ella, haciéndole perder el agarre. Juan Francisco fue hallado sin vida tras permanecer desaparecido hasta el 13 de noviembre de 2024, cuando finalmente se localizó su cuerpo.

Una tormenta que dejó un rastro de muerte y destrucción

La DANA del 29 de octubre fue una de las peores tragedias climáticas de los últimos años en la Comunitat Valenciana. A pesar de las advertencias meteorológicas, la fuerza del agua sorprendió a cientos de personas, muchas de las cuales no lograron encontrar un refugio seguro a tiempo.

Ahora, con la publicación de los autos judiciales, se muestran las circunstancias dramáticas en las que murieron estas personas y se reabre el debate sobre la prevención y gestión de emergencias en episodios meteorológicos extremos.

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