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AVA-ASAJA exige una comisión de investigación para esclarecer la disparidad de márgenes comerciales en la cadena de valor de naranjas y mandarinas

    La denuncia de que todos ganan menos el agricultor ha quedado corroborada de manera irrefutable durante la actual campaña citrícola con los datos oficiales en la mano. Así, un informe elaborado por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), a partir de los resultados publicados en el Observatorio de Precios de los Alimentos del Ministerio de Agricultura, revela que, por término medio, los precios en origen de las naranjas y las clementinas de septiembre a diciembre descendieron un 20 y un 23% respectivamente en comparación con el mismo periodo del curso anterior, mientras que, por el contrario y sorprendentemente, las cotizaciones alcanzadas en destino, es decir, las abonadas por el consumidor, se incrementaron un 6 y un 8% respectivamente.

    En uno de los ejercicios más desastrosos de la historia de la citricultura, los productores que han podido vender su cosecha han pasado de percibir de un ejercicio a otro, siempre según las estimaciones del Ministerio, de 0,23 a 0,18 euros por kilo (€/kg) de naranja y de 0,31 a 0,24 €/kg de clementina, una caída que en ambos casos sitúa en esta temporada los precios por debajo de los costes de producción. Esos mismos frutos se han vendido en los mercados mayoristas a 0,84 €/kg la naranja (un 6% menos que hace un año) y a 0,88 €/kg la clementina (un 5% menos). Sin embargo, la tendencia bajista cambia radicalmente de rumbo cuando los cítricos se ponen a la venta al público: las cotizaciones en destino no solo no han reflejado esa devaluación sino que incluso han subido en el último año de 1,70 a 1,80 €/kg en naranjas y de 2,21 a 2,38 €/kg en clementinas. Esta paradójica evolución de los precios a lo largo de la cadena de valor se traduce en un incremento del 1.000% en el caso de la naranja y del 991% en clementina entre el precio que percibe el productor y el que paga después el consumidor en la tienda.

    Respecto a las cotizaciones que maneja el Ministerio, AVA-ASAJA considera que no se ajustan a la realidad citrícola y resultan bastante más elevadas que los precios obtenidos a pie de campo. Tanto es así que, según la Mesa de Precios de Cítricos del Consulado de la Lonja de Valencia –institución que reúne a productores y comercializadores para fijar las cotizaciones semanales de referencia– durante el periodo de máxima comercialización los precios medios de la naranja navelina bajaron a 0,15 €/kg y los de la clemenules a 0,18 €/kg. De todos modos, los datos oficiales sí sirven para reflejar con precisión los desniveles y asimetrías que se producen a lo largo de la cadena alimentaria.

    El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, denuncia “la indignante situación que atraviesa la citricultura y la agricultura valenciana en general, con miles de productores hundidos en la miseria mientras el resto de los eslabones de la cadena obtienen sus márgenes comerciales. Esto demuestra la completa indefensión que sufren los agricultores, y en este caso también los consumidores. En esta partida algunos están jugando con las cartas marcadas. Resulta urgente que, por un lado, el Gobierno central mejore la dudosa eficacia de la Ley de la Cadena para evitar este tipo de abusos, y que, por su parte, la Unión Europea no siga mareando la perdiz y desarrolle y apruebe de una vez por todas una normativa ambiciosa sobre este tema a nivel comunitario”.

    Ante esta situación especialmente sangrante que atañe a los cítricos, AVA-ASAJA exige a las administraciones que pongan en marcha una comisión de investigación para esclarecer la disparidad de márgenes comerciales que existen a lo largo de la cadena de valor de naranjas y mandarinas, desde el campo hasta el lineal de los supermercados.

    El estudio de AVA-ASAJA también refleja que este problema, lejos de ser puntual, viene agravándose en la última década. Los precios medios que reciben los citricultores han experimentado una disminución del 8% en naranjas y del 17% en clementinas durante el periodo 2009-2018, mientras que los consumidores han visto como los precios que pagan han aumentado hasta un 22% en naranjas y un 25% en clementinas. “La crisis citrícola se ceba con los agricultores –afirma Aguado– y lo que debe entender la sociedad es que hay que garantizar la rentabilidad al productor de la fruta, porque sin él, todos acabaremos perdiendo un sector fundamental de la economía, un aliado del paisaje y un emblema de nuestra identidad”.

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