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Arrollador, renovador de ideas y con fe en sí mismo. Razón: PPCV

  • Cuatro líderes populares están el parrilla de salida para regenera el PPCV

  • Imprescindible conocer el pasado para afrontar el futuro con un líder sin polilla ni corrupción. Así se refundaron los populares en 1993

  • Podría haber un tapado, con amplia experiencia en la Administración y en el partido

¿En qué se parecen el PP dirigido por Pedro Agramunt en 1991 y el actual? Ambos han obtenido idéntico resultado electoral en las autonómicas: 31 escaños que entonces se quedaron cortísimos para arrebatar a Joan Lerma la Generalitat y ahora, igual de insuficientes para mantenerla.

Entonces como ahora, los populares están abocados a una refundación que elimine la polilla y escape del manto de la corrupción. Lo ha insinuado hoy mismo en Valencia el europarlamentario Esteban González Pons.

En 1990, José María Aznar llega con su ‘Giro al Centro’ y la búsqueda incesante de nuevos candidatos que den la zancada y saquen a Alianza Popular de su cómoda instalación en la oposición, carente de todo espíritu de lucha. La misma actitud que ha acompañado al PSPV en los largos 20 años de oposición valenciana.

Aznar pone el ojo en el catedrático de Mercantil Manuel Broseta. ETA le asesina en el 92 y obliga al líder vallisoletano a continuar reuniéndose con profesionales de prestigio, absolutamente al margen del partido.

Anota dos nombres en su archiconocido cuaderno azul: el empresario citrícola Leopoldo Ortiz y el alcalde de Benidorm y diputado autonómico, Eduardo Zaplana, finalmente el elegido. Treinteañero de Benidorm, arrollador, renovador de ideas, con fe en sí mismo, en su partido y en la sociedad y una esponja capaz de absorver rápidaemente. Con 37 años, es proclamado, en Castellón, presidente del PP de la Comunitat Valenciana con un apoyo incontestable, del 95%.

A su favor, el desgaste de Lerma al frente de la Generalitat desde 1983 y la conquista del Ayuntamiento de Valencia por Rita Barberá en el 91. El cap i casal insufló cierta moral a los populares. Sí, podemos.

Y arranca la transformación, en la que Zaplana opta por no marginar a nadie, aunque con cierta resistencia interna. “Lo veían como un alcalde de pueblo, un desclasado, algo así como Suárez, frente a un peso pesado de la sociedad valenciana, como era su antecesor, Pedro Agramunt, yerno de los propietarios de Lois”, recuerdan en la calle Quart.

Con tres derrotas consecutivas a sus espaldas, el partido abre por primera vez sus puertas. Apuestan por dejar de ser un corralito, una agencia de colocación, y optan por arrollar con una campaña electoral, la del 95, que les lleva al Consell, gracias al conocido como ‘pacto del pollo’ con la Unión Valenciana de Vicente González Lizondo.
Aznar acertó con el perfil y con el método: cogió al aparato valenciano con el pie cambiado y completamente desprevenido. Los de siempre estaban convencidos que el presidente nacional apostaría o bien por la continuidad que representaba Agramunt o por el diputado Leopoldo Ortiz. Pero prefirió a un recién estrenado en la bancada de la oposición, que simultaneaba con la alcaldía benidormí.

La misma medicina, que admiten quienes conocieron el cambio en primera persona, que precisan ahora: “Dejar de mirarse al ombligo y convencer a la sociedad, que está enfadada, de que son capaces de ofrecer las oportunidades que acompañaron a Zaplana en sus eslóganes electorales”.

Se buscan sucesores para el inminente congreso de comienzos del año próximo, preferiblemente en la bancada popular, por el plus de conocimiento que dará ser la cara de la oposición.

¿Y quiénes podrían estar? ¿Quiénes tendrían puntos de encuentro con aquel Zaplana del 93?

Por edad y el municipalismo, María José Catalá (34 años), ex alcaldesa de Torrent. Conquistar la capital de L’Horta Sud fue una proeza en un municipio gobernado siempre por los socialistas. A su favor, su espíritu moderado y centrista, su capacidad dialogante y ser mujer. En su contra, las envidias internas. Antes le apadrinaba Margallo, aunque ahora parece que ha perdido su favor.

César Sánchez (37 años) acaba de renovar como alcalde de Calpe en plena debacle popular. Su lema, toda una declaración de intenciones: “El primer trabajo que tuve fue el de telefonista del Ayuntamiento de Calpe. Hoy, su alcalde. Con esfuerzo e ilusión se puede”.

Isabel Bonig (44 años) ex alcaldesa de la Vall D’Uixó y actual coordinadora general del partido. A su favor, su discurso agerrido para hacer oposición al tripartito. En su contra, despierta recelos en amplios sectores del partido y se escora quizás en exceso a la derecha. Quizás podrían estar pudiéndole las prisas.

Esteban González Pons (51 años). A su favor, haber estado apartado tanto de las batallas internas populares como de la derrota de mayo, su buena imagen mediática y estar limpio de corrupción. Hay quien sostiene que prefiere seguir viviendo cómodamente en Bruselas aunque si el partido le pidiera dar el paso al frente, lo haría. De los conocidos, sería el más sólido.

¿Y si hubiera algún tapado, preferiblemente mujer, con amplia experiencia en la vida de partido y en la Administración?

Los próximos meses serán decisivos para reconducir la gaviota que ahora es incapaz de volar sobre las tierras valencianas.

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