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Más de 50 alzireños se reencuentran con la historia gracias a la excursión de la Ruta de los Moriscos que ha organizado el Ayuntamiento de Alzira

Más de 50 alzireños se reencuentran con la historia gracias a la excursión de la Ruta de los Moriscos que ha organizado el Ayuntamiento de Alzira

    Más de 50 alzireños se reencuentran con la historia en la excursión de la Ruta de los Moriscos, que se realizó este pasado sábado y que recorre algunos de los recónditos valles donde aún pervive su huella. Esta visita fue organizada el Ayuntamiento de Alzira con motivo de la conmemoración de los 400 años de la expulsión de los moriscos.

    Carlos Correal ha explicado: “Este sábado, desde la concejalía de Cultura pusimos a disposición de los interesados un autobús para recorrer la Ruta de los Moriscos, como una actividad inserta dentro de la programación de los Premios Literarios Ciutat d’Alzira, que este año centran parte de su atención en el 400 aniversario de la expulsión de los moriscos”.

    El paisaje de los últimos moriscos valencianos permanece todavía vivo en los valles de Alicante. Dentro de las actividades programadas en la celebración de Premis Literaris Ciutat d’Alzira, la concejalía de Cultura en colaboración con el Museo Municipal y la Fundación Bromera, ha incluido esta salida para conocer los lugares donde se refugiaron los musulmanes tras la Reconquista, y donde el caudillo Al-Azraq inició un foco de rebelión contra Jaime I. El mismo sitio donde siglos después, con el decreto de expulsión de los moriscos, se experimentó un gran despoblamiento, que a día de hoy aún es apreciable, a través de los pequeños pueblos diseminados por su geografía.

    El primer lugar que se visitó fue el Castell de Forna, donde un guía local abrió sus puertas a los excursionistas, que pudieron apreciar el magnífico estado de conservación de esta fortaleza, estratégicamente situada a la entrada del Valle y que ofrece unas inmejorables vistas sobre la marjal de Pego. Este castillo fue uno de los reductos del sublevado Al-Azraq y tuvo su origen en una torre cuadrada que, por ampliaciones posteriores, llegó a alcanzar su actual aspecto de recinto cuadrado entorno a un patio de armas y de cuatro torres cuadradas en los extremos, conservando en buen estado las dependencias interiores, ayudadas en parte por una intervención de restauración que ha frenado su deterioro. El castillo se alza en un promontorio, antiguo centinela de las poblaciones de Forna y Adzúbia que se hallan a sus pies.

    Tras esta visita, se recorrió el Vall de la Gallinera, con sus pequeños pueblos escalonados en los altozanos con sus casas pintadas de blanco, entre las que apenas sobresalen los minúsculos campanarios. Así destacan Benirrama, Benialí, Benissiva, Benitaya, Carroja, Al Patró y Benissili. Se continuó por el Vall d’Alcalà, Margarida Beniaya, Tollos (el pueblo más pequeño de la Comunidad Valenciana) y Alcalá de la Jovada, donde se comió uno de los platos típicos de esta zona de origen morisco, el “Blat Picat”. Por la tarde, la excursión continuó con la visita a los Pozos de Nieve y las ruinas de la Atzubieta, el despoblado más grande de la Comunidad Valenciana y que representa el ejemplo de la arquitectura morisca adaptada al medio rural.

    Finalmente, se hizo un agradable paseo por las calles de la población de Alcalá de la Jovada, que fue el centro del alzamiento de Al-Araq, y se visitó la actual iglesia parroquial, antigua mezquita y palacio del rebelde. En la plaza, una fuente de piedra representa en bronce la cabeza de este caudillo musulmán, tan recordado todavía en estas tierras.

    Un emotivo viaje al pasado para conocer los parajes de los moriscos en los alicantinos valles de la Gallinera, Alcalá, Ebo, y Laguar entre otros. Aquellos que quieran visitar otros paisajes moriscos también tienen ocasión de encontrarlos en la Serra de Espadán en Castellón o en la Vall de Cofrents en Valencia.


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