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Alzira acoge a partir de la semana que viene la exposición “Horts de Tarongers. Visions culturals d’un paisatge”

Alzira acoge a partir de la semana que viene la exposición “Horts de Tarongers. Visions culturals d’un paisatge”

    La próxima semana, concretamente el jueves 11 de abril, se inaugura en el MUMA la exposición “Horts de Tarongers. Visions cultural d’un paisatge”, gestada por la Universitat de València, y que hace referencia a la importancia del cultivo del naranjo en la Ribera del Xúquer.

    La exposición ha estado expuesta al público en el Jardín Botánico de Valencia, del 12 de diciembre al 19 de marzo y, desde allí, visita Alzira, donde permanecerá hasta el 29 de septiembre de este mismo año. Está formada por paneles y cuenta con dos audiovisuales.

    La muestra, muy gráfica, es un homenaje a la importancia que ha tenido y tiene el naranjo. Primero como árbol de jardín por su belleza y, posteriormente, como productor de fruta cuando a finales del siglo XVIII se plantan los primeros huertos de naranjos entre Alzira y Carcaixent, para su explotación agrícola y comercial. El cultivo del naranjo, convierte el paisaje de la Ribera en un extenso jardín, en el cual todo versa en torno a la producción y la comercialización de la “Fruta dorada”, como se ha llegado a identificar.

    La introducción de los progresos de la Revolución Industrial durante el tercer cuarto del siglo XIX crearon las condiciones necesarias para que, a partir de 1880, se produjera el despegue definitivo del cultivo que, hasta 1930, transformaría toda la franja litoral que se extiende entre las comarcas de la Plana al norte y la Safor al sur, con la Ribera Alta como epicentro.

    El huerto de naranjos se consolida hacia 1880 como una evolución del huerto valenciano, donde el naranjo ha pasado a ocupar toda la superficie en régimen de monocultivo en el contexto de una agricultura capitalista orientada al mercado. Se convierte, de este modo, en símbolo e imagen de una burguesía emergente que invierte en tierras buscando la rentabilidad económica y el prestigio social. Ya entrado el siglo XX, el pequeño propietario completaría este proceso transformando sus parcelas en naranjales.

    Entre 1880 y 1930 la belleza de este paisaje monopolizado por el naranjo centró la atención de escritores, poetas, pintores, fotógrafos, directores de cine, etc. que buscaron la inspiración en diferentes espacios de los pueblos de la Ribera donde las especiales cualidades le conceden una carácter sublime. Las visiones culturales van contribuyendo a crear y difundir una imagen del huerto de naranjos, del paisaje, de las personas que lo habitan, y del territorio donde se cultiva, que pasó a ser apreciado como un auténtico vergel.

    Las imágenes actuales nos muestran como las cualidades estéticas que transmitieron las diferentes manifestaciones culturales todavía continúan presentes. Pero la crisis sin retorno de la citricultura valenciana plantea una reflexión sobre el futuro de este entrañable paisaje.

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