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“El meu entorn” es el título de la primera exposición pictórica del almusafense Miguel Soler

“El meu entorn” es el título de la primera exposición pictórica del almusafense Miguel Soler
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    “El meu entorn” es el título de la primera exposición pictórica del almusafense Miguel Soler - (foto 2)

    Tras muchos años expresando sus aptitudes artísticas en la soledad de su estudio y ante sus más allegados, el vecino de Almussafes, Miguel Soler, ha apostado finalmente por abrir el gran horizonte de su pintura, mostrando por primera vez una selección de sus mejores obras en solitario. Un total de 23 paisajes de la Albufera y 15 retratos, entre ellos su propio autorretrato, visten la sala expositiva del Centro Cultural de Almussafes desde el pasado viernes día 11, jornada en la que se inauguró oficialmente la muestra pictórica por parte de la concejala de Cultura, Teresa Iborra, frente a casi un centenar de familiares y amigos del pintor. La colección “El meu entorn” va a suponer una auténtica revelación para todos aquellos amantes del arte que visiten la exposición, abierta al público hasta el próximo día 5 de enero, por la sensibilidad y calidad que desprenden cada una de las piezas que la dotan de contenido.

    Aunque Miguel Soler no nació con una paleta y un pincel en sus manos, el arte – y más concretamente el pictórico – forma parte de su genética y su mirada despierta, desde sus primeros recuerdos de la infancia, ya dibujaba para sí todos aquellos entornos, momentos, rostros y detalles, que posteriormente han pasado a erigirse en lienzos, arpilleras o papeles, entre otros muchos soportes de proyección, con una personalidad única e inimitable.

    El artista, principalmente paisajista y retratista, recuerda emocionado a su padre, labrador de profesión quien, una vez jubilado, pudo volcarse en la pintura, también su gran pasión. “Uno de sus cuadros ocupa un espacio destacado en mi casa”, explica. Y precisamente de él aprendió a perseguir su sueño, el de convertirse en pintor, y a nunca dejar de perfeccionar su arte, que ha ido practicando de manera autodidacta hasta que hace dos años, y tras superar las pruebas de acceso a la Universidad, se matriculó en la Facultad de Bellas Artes. “Este periodo universitario me ha aportado un gran enriquecimiento a todos los niveles como artista y he valorado y aplicado las enseñanzas de grandes profesores como Francisco Giner, a quien siempre recordaré”.

    Miguel Soler nunca vendería su primer retrato, en el que plasmó a la que entonces era su novia y posteriormente se convirtió en su mujer y musa, Amelia Escrivá. Su estudio es su refugio tras largas jornadas laborales como corredor de seguros, el lugar en el que encuentra mil y una formas de expresión y en el que los aceites, los acrílicos y las acuarelas conviven con un pintor que crea piezas serenas, naturales, obras que reflejan los paisajes más cercanos para él, los que más le apasionan, y que retratan las expresiones, momentos, miradas y sentimientos de su gente.

    Los retos enriquecen su continua investigación de las diferentes técnicas y posibilidades artísticas, como la de la abstracción, con la que también ha tenido contacto, y la necesidad de mejorar sus creaciones es una sensación que siempre le acompaña. “No me considero un perfeccionista, pero siempre me planteo que mis cuadros podrían mejorarse”, explica.

    Entre sus ideas de futuro, exponer colectivamente con otra artista, su propia hija Amelia Soler, estudiante de cuarto de Bellas Artes y una creadora con una excelente proyección futura.

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