Teatres de la Generalitat lleva al Arniches la ilusión, la intriga y la fantasía de Larumbe Danza
El espectáculo familiar ‘Reflejos’ se podrá ver el 27 de mayo a las 18 horas
Teatres de la Generalitat lleva al Arniches un espectáculo para toda la familia lleno de danza, ritmo, sorpresa, malabarismos visuales, magia, juego y ternura. ‘Reflejos’ de la compañía Larumbe Danza, que podrá verse en el teatro alicantino el 27 de mayo a las 18 horas, deja espacio para la ilusión, la intriga y la fantasía.
‘Reflejos’, coreografiado por Daniela Merlo y dirigido por Juan de Torres es un espectáculo de danza, efectos visuales e ilusiones ópticas generadas por la interacción lúdica entre dos bailarines y sus reflejos sobre una escenografía compuesta por siete espejos altos y alargados, que dispondrán, moverán y combinarán creando distintos espacios de acción y de juego, a modo de caleidoscopio tamaño humano.
Está protagonizado por la bailarina y su cómplice, el espejo humano. Ella, cuyo baile está condicionado por los cambios de disposición de los espejos y de los reflejos que su movimiento en ellos genera, se encontrará en situaciones harto extravagantes, viéndose desdoblada hasta seis veces, e incluso fragmentada, descoyuntada; el otro, su cómplice y comodín, “despistará” con sus acciones al público, para mimetizar y amenizar todos los cambios de escena.
Larumbe Danza
Larumbe es el apellido de Karmen (1936 - 1995), la coreógrafa navarra fundadora de la compañía hace ya más de 30 años, quien inició su carrera en su país de adopción, Argentina, afincándose durante 20 años en Bruselas para concluir los últimos años en Madrid. En 1996 toman el relevo su hijo, Juan de Torres, y Daniela Merlo.
El peculiar estilo de danza contemporánea de Larumbe proviene de la formación ecléctica que Karmen Larumbe le transmitió a sus herederos artísticos y actuales directores de la compañía, impregnada en igual medida de la vanguardia europea como de las raíces folclóricas, españolas y argentinas, así como de una fuerte preparación técnica basada en la modern dance americana.
El lenguaje es por tanto extremadamente personal, creativo y en constante investigación, cediendo sólo ante los propios valores y principios, huidizo de “secuencias coreográficas” pero entregado a las leyes de la vida y las ideas del siglo XXI.
