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Fallece en Alcora Manuel Prats Sansano

    Se apagó poquito a poco, sin hacer ruido. Eran las 9 de la tarde de un precioso domingo de mayo y su parroquia vibraba a la conclusión de la primera Eucaristía de mosén José Miguel, y quiso Dios -el destino que dirían otros- que, mientras sus vecinos, sus amigos, sus hermanos besaban las manos del nuevo consagrado, Manolo, más allá de besar las manos humanas de José Miguel, se agarraba y besaba las del Padre y presentaba sus credenciales ante el Altísimo. Requiebros de la propia vida: una puerta se cierra, otra se abre, unos que vienen, otros que van... y en el centro de todos éstos acontecimientos, desde la perspectiva cristiana: Jesucristo, Dios y Señor de todas las cosas. ¿Sabríamos leer entre líneas?

    Hombre de familia, del pueblo, íntegro. De lo humano, de lo personal mejor reservarlo todo para los suyos, esposa, hijos, amigos íntimos. A los que más difícil les resultará llenar su vacío. Era un buen hombre, eso es suficiente. Con todo lo que conlleva. Hombre de Iglesia, con mayúsculas: Cáritas, Adoración, Peregrinación por las Ermitas, Lectores... su vida transcurrió cercana, incluso en la vecindad, al templo, a su parroquia.

    Cáritas Parroquial, quizás su otro gran amor dentro de sus múltiples compromisos con la comunidad. Veterano, miembro de ese "núcleo duro" que han dejado y dejan aún testimonio a base de horas, dedicación y entrega, Caridad en definitiva.

    Entregado en la acción y también en la liturgia y la oración, en el silencio de la Adoración Nocturna. Su participación en las celebraciones, su religiosidad, emanaban una gran dimensión espiritual. La misma profundidad y emoción con que contribuía a llenar de sentido la Peregrinación por nuestras Ermitas, aún tuvo el coraje y la fuerza anímica para participar como guía la pasada edición, y el Vía Crucis de ésta. Su ejemplo e integridad también perdurarán en el tiempo, y continuarán dando fruto en el corazón de los que compartieron con él vivencias, caminos y oraciones. Más allá de las obras y las sendas.

    También desde el grupo Scout se recuerda su trocito de historia. En definitiva, era un hombre de parroquia, discreto en la acción y profundamente espiritual. Uno de esos ejemplos en aquellas facetas que quedan ahí en la memoria y el corazón de los que compartíamos con él trabajo, inquietudes, vecindario y sobre todo Fe. En especial para los jóvenes que vamos tras éste grupo de entregados mayores, que parecen no consumirse nunca, pero que, un día, igual que Manolo, en la paz y la vitalidad de una tarde de cualquier domingo en primavera, salen hacia la Morada Santa sin intención de volver atrás.

    No queda más que decir: gracias Manolo, pero sobre todo, gracias Señor, por tantas personas como él que nos rodean. Que tengamos la suficiente sabiduría para disfrutar y apreciar la obra de todos ellos en vida y que, a su partida, tan sólo nos quede llorar su ausencia pero la inmensa alegría y gozo de celebrar todo cuanto hicieron ante nuestros ojos, en silencio, poquito a poco.

    Nos vemos en su despedida.

    Descanse en Paz... seguro que lo está haciendo.

    comentarios 2 comentarios
    su hija
    su hija
    23/03/2012 06:03
    al mejor

    asi fue, casi un año despues de su muerte. no puedo dejar de tenerlo en mis pensamientos cada dia. era el mejor padre del mundo.

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