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La ampliación del centro ‘Gotitas de Colores’ abre la intervención educativa a niños de 3 a 5 años desatendidos en Ecuador

La ampliación del centro ‘Gotitas de Colores’ abre la intervención educativa a niños de 3 a 5 años desatendidos en Ecuador
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    El proyecto de misiones por el centenario de Joventut Antoniana de Vila-real supone la ampliación del centro de educación infantil 'Gotitas de Colores', ubicado en el barrio de Tiwintza (Quito, Ecuador). Los trabajos, que ascienden a una inversión de 10.000 euros y que Joventut Antoniana ha donado a la Fundación Honrar la Vida, han permitido la construcción y equipamiento de un aula que favorecerá que la educación se extienda a una nueva franja de edad. Y es que, tal y como explicó Jorge Martínez -director de la fundación y supervisor del proyecto-, en un coloquio celebrado ayer en la parroquia de los Padres Franciscanos de Vila-real, a partir del próximo mes de septiembre la nueva clase se destinará a niños de tres a cinco años y que actualmente no gozan de una respuesta educativa. En estos momentos el centro atiende a 60 niños y con la reciente ampliación se podrá llegar a 90. "Ampliamos pero sin perder garantías en la intervención", recalcó.

    'Gotitas de Colores' es uno de los tres centros de educación infantil (de uno a tres años) que la Fundación Honrar la Vida tiene en Quito y que se basa en el aprendizaje a través del juego. Pero, además, también cuentan con un colegio que atiende a niños y jóvenes desde los cinco hasta los trece años. En total, atienden a 230 niños. "Detectamos el hueco que se estaba produciendo y consideramos abrir un aula para dar continuidad de intervención en los niños", explicó. Este nuevo intervalo ( de tres a cinco años) corresponde con lo que en el sistema educativo de Ecuador se conoce como 1º y 2º curso de Inicial.

    De esta manera además de tener cubierta de forma completa la escolarización y formación académica desde los uno hasta los trece años, los niños y niñas también reciben alimentación y acompañamiento emocional. El barrio de Tiwintza es un barrio localizado en la periferia de Quito y en el que, según relató Martínez, hay tráfico de drogas, pobreza económica y energética, falta de higiene y orden y enfermedades. "El 60% de los niños que llegan a la fundación por primera vez sufre desnutrición severa que, en muchos casos, les deja secuelas físicas, psíquicas y psicológicas permanentes". Asimismo, el entorno y las circunstancias que envuelven a cada alumno son muy complicadas. "Pero precisamente éste es nuestro reto: trabajar con los niños con las situaciones más dramáticas", subrayó. Por eso, el modelo educativo que Martínez y su equipo llevan a cabo se basa en la integralidad, en la busca de las potencialidades de cada niño y en la personalización. "Sin la educación personalizada, los niños no pueden llegar a ningún sitio", aseguró.

    Los centros educativos de Fundación Honrar la Vida corresponden a un modelo de educación mixto o concertado ya que el modelo público del país, con las denominadas escuelas fiscales, no cubre la totalidad de la población. Tal y como manifestó Martínez, es habitual ver a niños mendigar por las calles y sin la posibilidad de ir a la escuela.

    Jorge Martínez, natural de Elche y titulado en educación, reside en Ecuador desde hace años después de comenzar su andadura y entrega a los demás a partir de un programa de voluntariado en verano. Una de las cosas más impactantes que, según dijo, observó al llegar fue la ausencia de aspiraciones en los niños. "El que nace pobre no imagina poder crecer y cuando llegué los niños ni siquiera tenían derecho a soñar", lamentó.

    Los planes de la Fundación Honrar la Vida siguen creciendo. En un plazo aproximado de cuatro años, la entidad prevé seguir ampliando la edad de escolarización con la intención de seguir dotando a los alumnos de herramientas y recursos que les permitan defenderse, salir adelante y llevar una vida digna. "Quedan muchos niños por llegar", concluyó Martínez.

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