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Luis Rojo: “La insatisfacción corporal en las chicas de hoy es normativa. Viene de fábrica”

    "Pese a lo que se oye últimamente, la anorexia y la bulimia no son culturales. Al menos, no exclusivamente. Son multifactoriales. En su desarrollo intervienen factores genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Y, por ese motivo, son muy difíciles de tratar". Lo ha explicado Luis Rojo Moreno, catedrático de Psiquiatría de la Universitat de València y jefe de la Sección de Psiquiatría Infanto-Juvenil de La Fe, en la Jornada sobre la Obesidad Infantil y los Trastornos de la Conducta Alimentaria, que ha tenido lugar en la Universitat Politècnica de València.

    Rojo ha hecho recuento de las principales causas de la anorexia y la bulimia. "Las raíces hay que buscarlas en un componente genético, el abuso personal, físico, psicológico, bullying, baja autoestima, depresión, obesidad, pubertad, perfeccionismo, autoexigencia, o también en distintos factores de vulnerabilidad y en situaciones personales y familiares, donde se pueden producir la invalidación y la alexitimia."

    La invalidación consiste en rechazar, ignorar, burlarse, juzgar, o disminuir los sentimientos o las acciones, en este caso, de un niño. "Cállate, deja de llorar, no me molestes, estás exagerando, eres muy torpe, te equivocas siempre." Los niños que crecen en un ambiente de invalidación reciben estos mensajes constantemente y aprenden a no expresar sus sentimientos, lo que puede derivar en alexitimia, que es la incapacidad para identificar y expresar las propias emociones.

    Más incidencia el rechazo del padre o la madre que las burlas escolares

    "El rechazo del padre o de la madre, la invalidación y alexitimia juegan un papel en la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria. Mucho más que las burlas escolares. Tenemos numerosos datos sobre este tipo de comportamientos. Pasamos encuestas a 100.000 escolares y descubrimos que las burlas no tenían tanta incidencia en la bulimia y anorexia," ha desvelado Rojo.

    "Lo que sí está muy relacionado es la insatisfacción corporal. Vivimos en una cultura descontenta con los cuerpos. Entre las chicas, desde luego, es normativo. Viene de fábrica. A la vez, la cantidad de nuestro cuerpo que exhibimos es cada vez mayor, y le atribuimos una importancia desmesurada. En el adolescente, todo eso hace mella. Ellos piensan que, si cambian su cuerpo, cambiarán automáticamente también su forma de ser", ha concluido Luis Rojo.

    Para prevenirlo, la psicóloga María Dolores Vizcaíno, ha recomendado educar en valores. "Tenemos que preguntarnos si conocemos a nuestros hijos, si son felices en casa, si nos gustaría que fueran perfectos, si los criticamos mucho y cómo expresamos las críticas, qué prioridades tenemos, de qué hablamos en la mesa... No podemos ser padres controladores, ni permisivos, ni tampoco ausentes. Para construir una identidad saludable, debemos evitar los comportamientos hiperperfeccionistas. El amor incondicional reduce la ansiedad que, a menudo, sienten en la adolescencia".

    Los niños obesos son niños enfermos

    Como complemento, la sesión ha abordado también el problema de la obesidad infantil. España es el país de la Unión Europea con más población obesa, solo por detrás de Grecia. Y en la Comunitat Valenciana, tres de cada diez niños tienen sobrepeso, lo que la convierte en uno de los territorios más afectados por este problema. Los expertos hablan de epidemia y recuerdan que un niño obeso es un niño enfermo.

    Cecilia Martínez, pediatra del Hospital Clínico, ha comentado que "tenemos escolares con colesterol, ateroesclerosis, insuficiencia cardiaca, diabetes tipo 2 y problemas ortopédicos... No hablamos de niños que desarrollarán estas patologías en el futuro, sino de niños que ya las padecen. El 95% de los casos se debe a un desequilibrio entre lo que se come y lo que se gasta. Solo el otro 5% tiene un origen hormonal o genético."

    Los nutricionistas ponen el punto de mira en los productos obesogénicos: los precocinados, bollería industrial, comida basura, bebidas azucaradas, zumos industriales, latas y conservas... insisten en que no deben evitarse totalmente (porque las prohibiciones hacen que resulte más atractivos) pero conviene reducir su consumo a una o dos raciones semanales, en total.

    Reducir el tamaño de las raciones

    Vicente Granell, dietista del Hospital General, es inflexible: "En el tema de la obesidad infantil, los padres tienen toda la responsabilidad del mundo. Los hábitos se crean mediante una rutina, que requiere un esfuerzo. Cambiar las pautas de comportamiento cuesta y, por eso, la motivación de los padres es fundamental."

    Granell ofrece un sinfín de consejos: disminuir el tamaño de las raciones (también las infantiles); implicar a los pequeños en la compra y preparación de alimentos; enseñarles a leer las etiquetas de los productos; comer siempre en la mesa (todos juntos); no repetir nunca plato; tomar ensalada a diario; llenar la nevera de frutas y verduras; hacer talleres de cocina; no utilizar los productos obesogénicos como recompensa (donuts, galletas, helados, pizza...), etc. Y, sobre todo, no etiquetar a los niños y, una vez más, recordarles el amor y el apoyo incondicional de la familia.

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