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La UV crea un servicio para a la población haitiana emigrada en la República Dominicana

La UV crea un servicio para a la población haitiana emigrada en la República Dominicana

    Hoy se celebra el Día Mundial de la Justicia Social y con esta lucha está relacionado uno de los proyectos de cooperación de la Universitat de València recientemente finalizados. Se trata de un programa de cooperación al desarrollo en el área de la optometría y la oftalmología en la República Dominicana con el que se ha creado un servicio de atención y tratamiento de enfermedades oculares, especialmente dirigido a la población haitiana emigrada, entre la que se han realizado 1.500 atenciones en consulta, 300 intervenciones quirúrgicas y 7.200 revisiones oculares.

    El proyecto, liderado por Antonio López-Alemany, profesor titular de Óptica y Optometría y Ciencias de la Visión de la Universitat de València, se remonta al año 2005, cuando, mediante el Fondo Valenciano por la Solidaridad, se tomó el primer contacto con la población de Consuelo, donde se ubica el Centro de Acogida y Atención al Migrante ‘Jesús Peregrino’. “Nos enteramos de los problemas oculares existentes entre la población haitiana que trabaja en la recolección de la caña de azúcar en condiciones muy malas, entre cañaverales inmensos, sin protección y sufriendo muchos accidentes a nivel ocular”, manifiesta el profesor.

    Así comenzaron las primeras intervenciones en el entorno de San Pedro de Macorís, provincia dominicana situada en el sudeste del país, y concretamente, en la localidad de Consuelo. Entre 2011 y 2014 se desarrolló el proyecto definitivo, a través del Programa 0,7 Una Nau de Solidaritat de la Universitat de València, que se ha centrado, fundamentalmente, en la toma de medidas para prevenir y/o paliar la discapacidad visual de la población emigrante haitiana pobre y desatendida, con el fin de convertir, esta acción, en un recurso básico para que estas personas se puedan valer por sí mismas y así mantener una vida laboral y social con plena normalidad.

    Según explica López-Alemany, se han puesto en funcionamiento varios programas de lucha contra la ceguera. Son programas de calidad y autosostenibles que se han implementado en la sociedad dominicana a través de tres líneas de acción: el tratamiento de la discapacidad que ocasionan los defectos refractivos sin corregir, el trabajo preventivo y de detección de patologías oculares, y la determinación de casos subsidiarios de cirugía ocular para su tratamiento eventual.

    República Dominicana, entre las más desiguales del mundo

    Este proyecto se enmarca dentro de un país que, a pesar de ser la novena economía más grande de América Latina y la segunda de Centroamérica y El Caribe, se sitúa entre los treinta primeros del mundo más desiguales. Los niveles de corrupción son muy elevados y hay una grave problemática de vulneración de los derechos humanos entre la población dominicana de ascendencia haitiana, a la que se le niega el derecho a un nombre y una nacionalidad, por ejemplo. La discriminación tiene lugar tanto por el color de la piel como por el origen del apellido de la persona.

    República Dominicana es un país marcado por la migración. Por un lado, llega de manera irregular un gran número de inmigrantes haitianos; por otro, la emigración de los autóctonos es tan habitual como que el 74% de la población tiene un familiar directo fuera del país; y también es importante el éxodo rural, puesto que el campesino se ve en la obligación de abandonar el campo por falta de incentivos agrícolas y buscar empleo en la ciudad, donde acaba siendo mano de obra barata.

    En este contexto es donde se produce uno de los mayores problemas de salud grave que sufren especialmente los inmigrantes de Haití, quienes trabajan en la caña de azúcar sin medidas de protección ni higiene, sin conocimientos preventivos, bajo las durezas de un clima hostil y sin recursos económicos. Esta situación les hace postergar la atención a las enfermedades oculares que, en principio, no son vitales, pero que con el tiempo se convierten en incapacitantes para el trabajo y la vida social y familiar.

    Para evitar estas consecuencias, precisamente, Antonio López-Alemany ha dirigido este proyecto a lo largo del cual siete operativos han trabajado en la óptica y la optometría para detectar y mejorar la visión de estas personas y, por lo tanto, de su calidad de vida, un compromiso de justicia social.

    “El proyecto es muy interesante porque tiene parte de asistencia, la más importante, y de formación de cooperantes en salud visual, así como de difusión en nuestro ámbito universitario y profesional, actuando como un eficiente medio de sensibilización que potencia los valores solidarios de la cooperación”, reflexiona el profesor de la Universitat de València.

    De hecho, la iniciativa ha contado, según señala López-Alemany, con la participación de profesionales voluntarios que han corrido con la mayor parte de sus gastos y la colaboración de empresas y personas particulares que han hecho sus donaciones en materiales que han sido enviados para la dotación del Centro ‘Jesús Peregrino’. Además, se ha subscrito un convenio con el Hospital Regional Dr. Musa para realizar operaciones oculares.

    Todo el proyecto, gestionado por la Fundació General de la Universitat de València, se ha llevado a cabo en colaboración con la Congregación de las Hermanas de la Orden de San Carlos Borromeo, en el Centro ‘Jesús Peregrino’, y con el apoyo de la ONGD Escoles Solidàries, dentro del marco del Programa 0,7 Una Nau de Solidaritat (http://links.uv.es/5wev1In), que convoca el Vicerrectorado de Internacionalización y Cooperación.

    El programa está dirigido por la Comisión 0,7, creada en 1995 con la misión de establecer las líneas generales de actuación en materia de cooperación al desarrollo de la Universitat de València; distribuir el presupuesto 0’7 -que se obtiene del 0’7% del presupuesto de la Universitat, así como con carácter voluntario del 0’7% de las nóminas de su personal y de las tasas de matrícula de sus estudiantes- entre los diversos programas de cooperación; controlar y supervisar este presupuesto; y preparar y resolver convocatorias de proyectos propios de cooperación.

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