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Per Francisco Planelles
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TALLERES. Francisco Planelles

    Empezamos a charlar entre nosotros sobre temas del taller, por los malos modales de la encargada, pero el detonador fue un papelito que pusieron al lado del reloj donde nos amenazaban con descontarnos media hora del sueldo si llegábamos un solo minuto tarde. Un día, comiendo en el carrito de chorizos de la esquina de Gral. Flores y Guarapirú, uno de nosotros plantea: “Hay que ir para el sindicato porque esto no da para más”, y el dueño del carrito nos ofrece el teléfono de un amigo suyo que era “Secretario del Presidente del Sindicato de Artes Gráficas”. Al otro día lo llamamos y nos dijo que lo esperáramos a la hora del almuerzo, que iba a mandar una camioneta…
    En ella iban a venir compañeros para charlar con nosotros. Y ahí estuvimos, como diez días esperando. Ahora que estamos en el sindicato nos damos cuenta cuán lejano de la realidad era el cuento. Sólo por decir algo, ni el presidente tiene secretario ni el sindicato tiene camioneta. Cuando nos cansamos de esperar, otro de nosotros averiguó el teléfono y la dirección del sindicato y nos fuimos por ahí, nos informamos y luego informamos a los compañeros. Al principio todos estábamos para afiliarnos pero cuando llegó la hora alguno se bajó. Igual hoy estamos en el sindicato el 90% de los trabajadores del taller, lo cual ha sido clave para que la empresa nos respete, porque sabe bien que cualquier medida que tomen contra nosotros, les paramos el taller mismo.
    Bastó que estuviéramos haciendo el papeleo de afiliarnos, constituir la Comisión Interna del SAG y registrar nuestros delegados en el MTSS para que ya fueran cambiando algunas cosas. Por ejemplo, nos dieron ropa y calzado de trabajo, pusieron vidrios, arreglaron puertas, habilitaron un comedor. Después empezamos a ver el tema categorías, y al día de hoy incluso se han cobrado algunas retroactividades. Pero todavía faltan algunas. Y lo cierto es que no fue todo rosas. De parte de la empresa hubo una actitud oscilante. Desde acciones provocativas como hacer anotaciones en las tarjetas a sanciones injustificadas por nimiedades, a ponerse mansitos cuando se menciona al sindicato, aunque para adentro los esté carcomiendo la rabia.
    En el último período la empresa comenzó a apurar la producción y estoquear trabajo terminado, para luego mandar a cualquiera de nosotros al seguro con la excusa de no tener tarea. Cuando el primer envío al seguro, citamos a la empresa a la DINATRA para que nos explicara cuál era su plan al respecto, proponerle que fueran rotativos en cualquier caso y reclamarle lo que aún faltaba en materia de retroactividad y de asignación de categorías. Se acordó que la rotación en el seguro se efectuaría el primer día de mes para cobrarlo entero, pero en la primera rotación ya se atrasó, y sin llegar a la siguiente intentó mandar a otro compañero más. Y le paramos el carro de un sacudón.
    Paramos el taller, nos fuimos al sindicato, tuvimos una asamblea y bastó esto para que el nuevo envío al seguro quedara en nada, entrando el compañero a trabajar al día siguiente. Todo lo dicho hasta acá y este ultimo hecho nos han mostrado cuánta fuerza tenemos al habernos unido y habernos afiliado al sindicato. Hay un montón de anécdotas más como las del carrito de chorizos pero no se pueden contar todas. Lo más importante es que ahora no hay un uno a uno entre el patrón y cada uno de nosotros sino que es un uno a uno entre el patrón y el conjunto de compañeros del sindicato en el taller.
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    NOTA. Artículo incluido en el número de Ene/Feb de 2009 de “El Obrero Gráfico”, boletín oficial del Sindicato de Artes Gráficas (SAG/PIT-CNT) fundado en 1920 junto al propio sindicato, de distribución gratuita y que difunde las informaciones y posiciones de los trabajadores gráficos organizados.
    01dic09
    Después de un periodo de relativa calma, donde la presión de la empresa sobre nosotros continuó pero era menor, ahora han lanzado una guerra total para barrer el sindicato. Luego de formar la Comisión Interna del SAG y demandar las categorías que nos correspondían, la empresa inventó un reglamento interno y comenzó a repartir sanciones. Nos movilizamos, la pusimos en su lugar, se conquistaron algunas de las categorías, pero pasados unos meses vimos que se iniciaba una maniobra: stockear producción por un lado y guerra psicológica por el otro. El dueño y su hija (Francisco y Rocío Planelles, respectivamente) empezaron a presentarse……ante nosotros como “peleados” entre ellos por el manejo de la empresa. El “viejo” comenzó a bajar, hacer reuniones y plantear cuestiones como que falta trabajo, se perdió un cliente, amenazar con envíos al seguro, ofertas de arreglar despidos y a hablar de un posible cierre de la empresa. En ese marco, meses atrás se empezó a producir más y más, lo cual se convirtió claramente en stockeo de producción, con la excusa de que lo biblioratos “deben secar bien”… ¡A nosotros con ese verso! Además, no hay que saber mucho del oficio ni ser muy inteligente para darse cuenta de la mentira, si meses atrás no bien llegaban pedidos se sacaban picando. Lo que la empresa hizo en realidad fue acumular la suficiente producción como para luego prescindir de muchos de nosotros, haciéndonos sufrir al enviarnos al seguro de paro.
    Hace un mes marchamos 6 de los 8 afiliados al seguro, supuestamente hasta el 31 de Octubre. En medio de esto la empresa transmitió más mensajes como parte de su campaña de terror sobre nosotros. Por ejemplo, cuando un compañero solicitó un préstamo para paliar la situación y de la empresa de crédito llamaron para verificar los datos, respondieron que no era seguro que volviera al trabajo. El tiempo dirá si esto fue sólo un golpe bajo más o el adelanto de su política. Por otro lado, si bien teníamos un acuerdo de rotación en el seguro para distribuir la carga entre todos en esta eventualidad y descartar que enviarnos al seguro fuera una medida antisindical, ahora no tenemos ni con quien rotar porque afuera somos 7, contando un no afiliado, y adentro quedaron sólo 3 trabajadores entre afiliados y no afiliados.
    Al mismo tiempo que nos dicen que quizás la empresa cierre, se compra una máquina de empaquetar en nylon que saca 160 paquetes por hora, reduciendo a la cuarta parte el tiempo dedicado a la tarea. Nosotros no estamos contra la introducción de tecnología, siempre y cuando no se destruyan puestos de trabajo o sirva para destrozar al sindicato, pero resulta extraño que la empresa vaya a cerrar y compre máquinas al mismo tiempo. Para más absurdo, se nos felicita por el trabajo un día y al siguiente nos castigan porque perdieron el cliente por cuestiones ajenas a nosotros, al tiempo que arriesgan otro cliente porque éste no quiere recibir la producción embalada en nylon. En el mismo sentido, meses atrás la empresa convocó a la DINATRA al SAG para denunciarnos porque según ellos “hacíamos paros por deporte”, el sindicato bancó, dijo “cuando quieran” y la empresa termina retirando la citación. Todo lo cual demuestra que no tiene una política seria y clara, sino que anda buscando la vuelta para hacernos daño, complicarnos la vida, golpear al sindicato, etc.
    Para adelante, lo mismo que para atrás. Luchar por nuestros derechos e intereses, derrotar la represión antisindical e intentar restablecer un clima de convivencia adecuado. Claro está, esto último no depende sólo de nosotros y bastante paciencia hemos demostrado en todo este tiempo. De no volver los compañeros a la producción a la brevedad, comenzaremos una campaña de propaganda denunciando la represión antisindical referida y las acciones que la empresa viene tomando contra nosotros y nuestras familias. Porque que le quede claro a Francisco y Rocío Planelles, que lo que hacen es quitarle el pan de la mesa a nuestras esposas e hijos por ejercer nuestro derecho a tener sindicato y exigir que se nos pague nuestras categorías, no siendo nuestra responsabilidad si manejan la empresa como si fuera un boliche, pagando nosotros el precio al cobrar la mitad de nuestros sueldo mientras estemos en el seguro de paro.
    Más de una vez nos han dicho que es una empresa familiar y que gracias al sindicato ha mejorado, porque desde que éste existe en la empresa han tenido que implementar mejoras: uniformes, baños, vestuario, duchas, comedor, etc. Bueno, si es tan familiar la empresa y el sindicato tan bueno ha sido, que se dejen de complicar la vida, que respeten nuestros derechos, que somos buenos trabajadores y vamos a pelear por nosotros y nuestras familias.
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    NOTA. Artículo incluido en el número de Set/Oct de 2009 de “El Obrero Gráfico”, boletín oficial del Sindicato de Artes Gráficas (SAG/PIT-CNT) fundado en 1920 junto al propio sindicato, de distribución gratuita y que difunde las informaciones y posiciones de los trabajadores gráficos organizados.

     

    Aclaraciones al Señor Oliva

    Apreciado Señor, por considerar tan validas como oportunas sus observaciones debo manifestarle mi reconocimiento por el estilo con el que usted expresa su opinión y a la vez su curiosidad sobre mi persona.

    Sus inquietudes retrotraen a mi memoria la desafortunada controversia que mantuvimos en esta misma columna con el sr. Juan Sanchordi en la que pusimos en evidencia los puntos más débiles de nuestras respectivas personalidades.
    Corresponde pues en primer lugar, ofrecer mis muy sinceras disculpas a los señores lectores y al Sr. Sanchordi por mi desconsideración.

    Sr. Oliva, comparto totalmente su observación en cuanto que “todos somos eternos aprendices a la vez que damos una que otra lección y que yo no soy la excepción”.

    Dice usted: “Intuyo cuando escribe de la clase obrera un cierto resentimiento y también de los dirigentes”

    No tengo muy claro a lo que usted considera como obrero. Si se refiere a un TRABAJADOR, aquél que trabaja por responsabilidad, necesidad propia y en beneficio de otros que lo hacen o no. Puedo demostrar más allá de toda duda razonable que yo soy un obrero. (367.920 horas. . . por ahora, sin considerar los insomnios, lo acreditan)

    Mal puedo estar entonces en contra los de mi propia condición.

    El Dirigente, considero que debería ser más realista y eficiente; que en lugar de tanto protestar, tomaran la iniciativa en capacitar a los desocupados o dependientes obreros para ser algo más que unos asalariados.

    Prosigue: “Puede que sólo sea mi imaginación o sencillamente juicio de valor no suficientemente justificado; si es así le pido en cualquier caso mis más sinceras disculpas.”

    Considero que su opinión se basa en una desinformación. En cuanto a las disculpas, faltaría más. Arrieros somos.

    Y finaliza: “Pero también le pido que se esfuerce en recordar si siempre pensó lo mismo de los trabajadores”.

    No pienso lo mismo. Antes consideraba que estaba al alcance de cualquier trabajador liberarse del yugo de la necesidad. Hoy tengo mis serias dudas.

    Y por último, vamos a hablar de la madre del cordero.

    “Me sugiere que haga memoria “por allá del 2005” La verdad que por más que haga memoria no recuerdo nada trascendente. En cambio lo referente al 01 de febrero del 2009 y al 01 de Diciembre del 2009 lo recuerdo perfectamente.”

    Para su información debo manifestarle que en el año 1996 me jubilé y por lo tanto quedé totalmente desvinculado de la empresa Francisco Planelles S A. No obstante, me vi implicado en los acontecimientos a los que usted alude.

    Nunca respondí a las notas publicadas en el boletín del Sindicato de Artes Graficas, por considerarlas tan infantiles como contradictorias. Pensé que cualquier lector medianamente avezado no necesitaba de aclaraciones. Parece que me equivoqué, por lo que aprovecho la oportunidad que usted me brinda para hacerlo.

    Esta empresa, fundada en 1955 hasta febrero de 2009, durante cincuenta y cuatro años jamás tuvo ningún tipo de problemas, más allá de los roces entre personas, que como tales, fueron resueltos. Todos nos conocíamos, por lo que a nadie se le preguntaba por sus antecedentes ni si sabía leer ni escribir. El barrio entero era una familia. Las madres nos traían a sus hijos y se preocupaban por su conducta. Cuando alguien alzaba vuelo, nos traía a un hermano o amigo para que ocupara su lugar. Llegaron a coincidir cuatro miembros de una misma familia. El no saber decir que no a nadie fue el impulso que catapultó este emprendimiento.

    Al jubilarme, correspondía vender o liquidar la empresa. Por consideración a compañeros de más de veinte y cinco años de servicio y convivencia y a pedido de mi hija Rocío, de quince años de edad, acepté que prosiguieran con el emprendimiento.

    Fueron nueve años muy difíciles en los que las importaciones hicieron estragos. Algunos entrañables amigos abandonaron la empresa y emigraron en busca de nuevas oportunidades. Después de una muy ardua lucha se recuperó el mercado, frenando las importaciones. Fue entonces cuando, sin considerar que los tiempos habían cambiado, se incorporó nuevo personal. El resultado, todo un problema, el que por suerte se resolvió solo.

    En este manifiesto de la “Victoria,” en el que se nos acusa de explotadores, cobardes, ineptos, manipuladores, rabiosos, oscilantes e hipócritas, no se menciona que siempre acatamos la Ley, pagamos un cincuenta por ciento por encima de los Laudos, jamás nos atrasamos en los vencimientos ni se negó ningún anticipo, salvo casos escandalosos y que en muchos de ellos fueron condonados.

    De este manifiesto lo único que se desprende es que la empresa no tuvo opciones, por lo que se limito a sobrevivir. El sindicato nos fue marcando pautas de eficiencia con las que participar en un mundo tan competitivo. De lo cual le estamos muy agradecidos.

    El problema lamentablemente lo tuvieron los proveedores nacionales, que tuvieron que cerrar sus agónicas fábricas y los desubicados e inocentes protestantes que desoyendo mis sinceros y desinteresados consejos de que la sociedad en la medida que paga exige, se quedaron en la calle.

    Muy distinto hubiera sido para los intereses sus representados si el Sindicato en lugar de acusarnos nos hubiese preguntado o se hubiese asesorado previamente antes de convertir a los monaguillos en obispos.

    De cualquier manera debemos aprender a colaborar y a convivir en cuando dependemos los unos de los otros en intereses que, en definitiva son o deberían ser comunes. Es lamentable que se intente ensuciar una conducta de casi ochenta años.

     

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    comentaris 8 comentaris
    paco planelles
    paco planelles
    06/06/2012 07:06
    Trabajadores

    Apreciado Miguel, por su complejidad, los temas sobre relaciones humanas son sumanente delicados. Voy a tratar en mi proximo comentario de aportar agunas experiencias. Lo cierto es que, siento un profundo respeto por los trajadores. Estaba leiendo este comentario cuando recibí una llamada de mi hijo. Era para decirme que estaban recorriendo el campo bajo una persistente llovisna de agua nieve. Crees sinceramente que la abnegación y entregade estos "paisanos" se puede pagar con un sueldo.

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