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Las llamas calcinan más de 300 hectáreas en Torrent

Las llamas calcinan más de 300 hectáreas en Torrent
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    El incendio forestal con cuatro focos que quemó ayer una quincena de chalés y obligó a desalojar a unas 3.000 personas de cuatro urbanizaciones y siete residencias de ancianos y discapacitados en Calicanto se encuentra ya sin llamas. El fuego, que arrasó 320 hectáreas en una zona de arbolado y matorrales en los términos municipales de Torrent, Godelleta y Chiva, fue estabilizado anoche y desde esta mañana las brigadas forestales y los bomberos trabajan para refrescar la zona quemada.

    Todos los medios aéreos que actuaban desde primera hora de hoy en las labores de extinción, salvo un helicóptero, se han retirado, según ha informado el servicio de Emergencias de la Generalitat. En la zona del incendio permanecen 12 brigadas con 4 vehículos autobomba.

    No obstante, los vecinos que fueron desalojados aún no han podido volver a sus casas. El incendio obligó a desalojar preventivamente un total de siete residencias -cuatro de Torrent y tres de Chiva-, algunas de ancianos y otras de discapacitados. También se desalojó la urbanización Santo Domingo de Chiva.

    En total, 57 personas han permanecido esta noche en los dos albergues habilitados por Cruz Roja a petición de la Generalitat, 41 de ellas en el polideportivo de El Vedat de Torrent y en 16 en el complejo educativo de Cheste. Un total de 81 voluntarios participan en el dispositivo sanitario, logístico, de albergue, atención psicológica y coordinación, según han informado fuentes de Cruz Roja.

    A las 9.30 horas, el conseller de Gobernación y Justicia, Serafín Castellano, ha mantenido una nueva reunión de coordinación en el puesto de mando avanzado del incendio forestal, que se inició sobre las 12 horas de este martes en el término municipal de Godelleta, pero el incendio afecta en su mayor parte a Torrent y Chiva.

    Según ha informado el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, la principal línea de investigación de la causa que pudo originar el incendio es un rayo latente. La carretera secundaria que estaba cortada por el incendio ha sido abierta ya y se ha dado acceso a las personas para que puedan volver a las viviendas y residencias de mayores y discapacitados que ayer fueron desalojadas por prevención.

    Urbanizaciones afectadas

    Más de 300 bomberos, brigadistas, guardias civiles, policías, agentes medioambientales, miembros de Unidad Militar de Emergencias (UME) y vecinos voluntarios lucharon contra el fuego durante toda la tarde en un intento desesperado de cercar las llamas, que eran visibles desde varios kilómetros de distancia. Ocho helicópteros y cinco avionetas también se unieron a las labores de extinción en una jornada marcada por las altas temperaturas y el viento de poniente.

    El incendio forestal afectó a las urbanizaciones de Entreprinos, Cumbres de Calicanto, Sierra Perenchiza y Santo Domingo, donde algunos vecinos salieron corriendo de sus casas y otros fueron desalojados por la Guardia Civil. Durante los desalojos se vivieron escenas de pánico debido a la rapidez con la que se extendieron las lenguas de fuego. Chalés y coches en llamas, niños asustados, vecinos con los rostros cariacontecidos, gritos de guardias civiles y vigilantes, teléfonos móviles que no paraban de sonar y un gran trasiego de bomberos y brigadistas por las carreteras y caminos de las urbanizaciones afectadas. Fueron momentos de gran tensión y nerviosismo. Dos personas recibieron atención médica por inhalación de humo y por una torcedura de tobillo.

    Entre los evacuados había niños, que pasan estos días de vacaciones en su segunda residencia, así como ancianos y discapacitados de los centros Albalar, Cumbres de Calicanto, Asiger Vistabella, Padre Damián, Roger de Lauria, La Saleta y Virgen de los Desamparados. La mayor parte de los desalojados fueron trasladados al polideportivo de la urbanización de El Vedat y las instalaciones del Instituto Valenciana de Seguridad Pública y Emergencias (IVASPE), donde fueron asistidos por voluntarios de Cruz Roja. Los 60 internos del centro especializado en trastornos mentales Asiger Vistabella fueron evacuados a otra residencia del mismo grupo en San Vicente del Raspeig.

    El primer aviso del fuego se produjo a las 12.06 horas, según informaron fuentes del Centro de Coordinación de Emergencias, y progresivamente se movilizaron hasta 14 brigadas forestales, medio centenar de bomberos, 13 medios aéreos y la Unidad Militar de Emergencias. También se instaló un hospital de campaña por si fuera necesario utilizarlo. Los trabajos de extinción del incendio se centraron desde el primer momento en proteger a las personas y sus casas, pero los servicios de emergencia no pudieron evitar que las llamas afectaran a una quincena de chalés y un restaurante.

    Primer foco en Godelleta

    El incendio se inició en una zona de monte bajo de Godelleta por causas que investiga la Guardia Civil, aunque afectó, en su mayor parte, a los términos de Torrent y Chiva. Sobre las once de la noche, el incendio estaba estabilizado después de que los servicios de emergencia acotaran el 90 por ciento de la superficie quemada.

    La Guardia Civil pidió a los vecinos que apartaran sus vehículos de las carreteras -especialmente la CV-424 hacia Godelleta- para facilitar el trabajo de los medios de extinción. Varios accesos a las urbanizaciones quedaron bloqueados, lo que dificultó la circulación de los camiones de bomberos. Un refugio de animales también fue desalojado en Godelleta, motivo por el que pidieron ayuda para evacuar a 40 perros, 30 gatos, dos cerdos, una yegua y un gran número de gallinas y patos.

    Mientras los brigadistas y bomberos luchaban contra el fuego, agentes del Seprona de la Guardia Civil y técnicos de la Conselleria de Medio Ambiente se hicieron cargo de las primeras investigaciones para determinar las causas del incendio. La existencia de cuatro focos era un indicio de presunta intencionalidad que preocupaba a los especialistas, aunque el conseller de Gobernación y Justicia, Serafín Castellano, afirmó esta mañana que un rayo latente pudo causar el fuego.

    Castellano se desplazó al lugar cuando fue informado de la gravedad del incendio, cuya gran humareda era visible ayer desde Tavernes de la Valldigna. Castellano mantuvo una reunión de coordinación en el puesto de mando avanzado del incendio, cuyo esfuerzo se centró en proteger la vida de las personas y las viviendas.

    Mientras Castellano hablaba con los mandos de la Guardia Civil, una mujer gritaba compungida desde un mirador improvisado en Cumbres de Calicanto: «¡Esa es mi casa! ¡Esa es mi casa!». Lloraba de impotencia y explicaba a un familiar, por el móvil, cómo las llamas arrasaban su vivienda a unos pocos kilómetros de donde estaba. Desde la carretera, la mujer presenciaba, despavorida y sin consuelo, su propia desgracia sin poder hacer nada para evitarlo. Su marido la cogía del brazo con semblante serio, mientras los vecinos miraban el punto donde señalaba el matrimonio, que coincidía con una gran humareda.

    La desesperación de los vecinos

    Media hora antes, un grupo de vecinos observaba cómo el incendio parecía estar sofocado desde esta especie de mirador, junto a la carretera, a las tres y media de la tarde. Entonces no se veían llamas, sólo la humareda. Uno de los afectados señalaba sobre un cartel de una futura urbanización el punto donde se había iniciado el incendio, y cómo poco a poco se iba acercando a sus casas, abriéndose paso por el monte bajo. Los vecinos hablaban de otros dos incendios que se habían producido en tan sólo quince días, uno en la calle Columbretes de la urbanización Calicanto, que había arrasado cerca de 3.000 metros cuadrados. «El monte debería estar más limpio», afirmó un residente.

    Tan sólo media hora después, a las cuatro de la tarde, la expectación en este punto era máxima. El fuego se había reavivado y avanzaba sin control hacia otras viviendas de la zona más baja. Los coches paraban y cada vez había más espectadores en el mirador improvisado. Los vecinos hacían cábalas. «Los hidroaviones han tardado mucho en llegar. No son suficientes y tienen que irse muy lejos a cargar el agua. Mientras van y vienen el fuego se reaviva», afirmó Vicente M.

    Las llamas seguían abriéndose camino, impulsadas por el fuerte viento que las hacía cambiar de dirección continuamente. La Guardia Civil ordenó desalojar todos los chalés. «¡Salgan rápido de sus casas y pónganse en zona segura!», gritó un agente. Un matrimonio buscaba a una de sus perras. «El animal se ha escapado, y la otra perra se ha quedado en casa. Esperemos que se haya ido lejos del fuego», dijo la mujer. «Creemos que las llamas no han llegado a nuestra casa», añadió. Otros perros se habían quedado solos en las chalés y sus ladridos se mezclaban con el ruido de las sirenas.

    Muchos vecinos buscaban refugio en la zona urbanizada, pero paraban en el mirador para echar un último vistazo a sus casas, aunque el viento había hecho ya de las suyas y llevaba todo el humo hacia esta parte de la sierra Perenchiza. El humo comenzaba a hacer casi irrespirable el aire en esta zona. Hacia el centro, un conocido horno, se había convertido, de forma espontánea, en un punto de encuentro para los vecinos desalojados, a quienes el incendio les había sorprendido justo antes de la hora de la comida. El sol lucía un color anaranjado, colándose a través de la humareda que recorría las calles de Calicanto poco después del mediodía.

    Pilar, junto a sus hijas y sus nietas, sacaba los bocadillos que acababa de comprar para las pequeñas, que todavía no habían comido. «Estaba sola con ellas en casa. Mi hija estaba trabajando, decidí llevármelas enseguida, y aunque sólo se veía el humo, no sabía lo que podía pasar», manifestó. Un vecino se ofreció a sacarlas de la urbanización en su coche. «Luego vimos pasar un vehículo de la Conselleria y decidimos irnos por si acaso», señaló la mujer. En el maletero del coche llevaban algo de ropa, dos perros y un periquito, lo poco que habían podido coger antes de la marcha precipitada «El periquito se nos había olvidado y ha tenido que volver mi yerno a por él», afirmó Pilar con admiración.

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