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El IVC+R restaura dos relicarios de la Cofradía de los santos Abdón y Senen

El IVC+R restaura dos relicarios de la Cofradía de los santos Abdón y Senen
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    El IVC+R restaura dos relicarios de la Cofradía de los santos Abdón y Senen - (foto 2)
    El Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals (IVC+R) ha restaurado dos relicarios pertenecientes a la Cofradía de los santos Abdón y Senen. La restauración ha sido sufragada con una subvención de la Diputación de Valencia.

    Los santos patronos de Sagunto, Abdón y Senén, popularmente conocidos en tierras valencianas como els Sants de la Pedra o els Sants Màrtirs, están considerados como protectores de la agricultura. Este patronazgo está relacionado con los pasajes milagrosos ocurridos en el traslado de sus reliquias, a mediados del siglo X, al monasterio benedictino de Santa María de Arléssur- Tech.

    Según el relato hagiográfico de la Leyenda Dorada, Abdón y Senén eran dos príncipes o virreyes oriundos de Persia que vivían en Córdoba. Durante la persecución romana contra los cristianos se encargaron de recoger sus cuerpos y darles cristiana sepultura.

    Por su proceder fueron arrestados por orden del emperador Decio y conducidos a Roma, donde fueron expuestos a las fieras, que se postraron a sus pies y, finalmente, decapitados en el 254. Tras su muerte, fueron enterrados por un subdiácono llamado Quirino en el cementerio de Ponciano, en Roma. Allí se edificó una basílica en su honor hasta que, en 1474, el papa Sixto IV trasladó sus cuerpos a la Basílica de san Marcos. Desde Roma su culto se expandió a todas las provincias del imperio, especialmente el norte de Italia y sur de Francia.

    La devoción a estos santos en Sagunto se remonta al siglo XV, pues se sabe que existía una capilla dedicada a ellos en la iglesia de Santa María de Sagunto, cuyo mantenimiento corría a cargo de los “jurats de la vila”. En 1644 fueron proclamados patronos de la ciudad, y sus reliquias fueron traídas desde Roma por fray Bernardo Pellicer, tras el permiso obtenido del papa Inocencio VII, festejándose su llegada. En 1695 los jurados de la villa encargaron al arquitecto Rafael Martí una capilla, de estilo barroco, en el convento de san Francisco para darles culto. Precisamente de estas fechas debe ser el relicario de mayor tamaño y empeño.

    Éste está formado por una base circular moldurada con una caña decorada con motivos vegetales y cabezas de querubines. Posee cuatro argollas en la base para sujetarlo a las andas. Ésta da paso a un astil moldurado con diversos estrangulamientos, siendo más amplio el nudo, que está adornado con tres cabezas de querubines. De él nace un cogollo de hojas que da pie a la triangular caja del relicario, por cuyas aristas discurren unas aletas ornamentales con roleos y mascarones entrelazados que sujetan el triangular remate del relicario rematado por una bola y una cruz.

    El otro relicario data del último tercio del siglo XVIII o las primeras décadas del siglo XIX, y muestra tan solo el frente plateado, pues posee un armazón de madera que lo sustenta. Está formado por una base trapezoidal, moldurada y decorada con motivos vegetales, sustentada por unas garras. El astil está formado por una especie de vaso con acanaladuras y guirnalda floral en el tercio superior. De este nace un ostensorio triangular, formado por dos ramas de azucenas y una línea de hojas que enmarcan la ovalada teca, que alberga la reliquia. Corona el ostensorio una flor a modo de estrella, y un elemento decorativo cóncavo convexo a modo de peineta emanado del lenguaje ornamental del estilo rococó.

    Remata el conjunto una cruz latina con rayos en los ángulos. Este relicario presenta en la base una inscripción formada por una cruz de Jerusalén, propia de los Santos Lugares custodiados por la orden franciscana, lo que atestigua su procedencia del antiguo convento franciscano, y el comitente, pues el texto dice: “A devoción / de Fr. Matias / Cebrian, Religioso / Francisco Observante y Peregrino de / los Santos Lugares de Jerusalen / Sn Francisco de la villa de Murviedro”.

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