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Javier de Lucas condiciona ‘el mito de la interculturalidad’ al desarrollo, a la igualdad y a otro modelo de democracia

    Javier de Lucas ha vinculado “el mito de la interculturalidad” al desarrollo humano, a la igualdad de oportunidades y a otro modelo de democracia y ciudadanía “. El profesor de Filosofía del Derecho ha pronunciado hoy una conferencia en la que ha puesto en duda que lo primordial a la hora de discutir de interculturalidad sea el debate cultural. De Lucas se ha referido a la interculturalidad como un mito y ha analizado muchas de las falacias instaladas en el debate púbico. “La interculturalidad no es un hecho” ha recordado y “se ha de entender que el proyecto intercultural es necesario en toda sociedad plural y no solo ahí donde aparece la inmigración, o ahí donde la diferencia cultural es particularmente visible”. “Las condiciones de ese proyecto –ha añadido- son sobre todo económicas, jurídicas y políticas”.

    Javier de Lucas, que además de catedrático de la Universitat de València es director del Colegio de España en París, ha clausurado con esta conferencia las jornadas sobre multiculturalidad que, organizadas por el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, se han celebrado en la Facultad de Ciencias Sociales.

    Pese al enorme esfuerzo que se está desplegando en el terreno educativo, de la mediación social y de la comunicación, de Lucas considera que ese proyecto intercultural, “hoy por hoy es inútil, estéril, poco viable porque le falta condiciones y eso no es responsabilidad de las organizaciones que trabajan en él sino de los responsables políticos, porque sin presupuestos es inviable” . Si esa aplicación de los presupuestos no está negociada con los agentes que intervienen en la cooperación, “queda desvirtuada creando redes clientelares, como se ha visto estos días en los medios”, ha señalado.

    Frente a las últimas posiciones de Giovanni Sartori, ha señalado que Europa no se entiende sin el Islam, que no sólo viene a través de la inmigración sino que históricamente forma parte de Europa. Y ha reivindicado al respecto a Averroes como “el filósofo más importante de España”, por enciama de Unamuno, que era “un gran filósofo” o de Ortega y Gasset al que ha calificado de “avezado periodista”.

    De Lucas se ha referido a la línea de repliegue frente a la inmigración que se renueva en Europa “cuando hay elecciones inminentes y se crea un enemigo exterior, estimatizando el multiculturalismo”.

    La pluralidad es un proyecto difícil, ha dicho en el que “la clave es entender el uso político de la cuestión, porque el problema está en cómo se construye la desigualdad y la dominación con la excusa de la diferencia”.

    La UE, ha afirmado, “está en la tentación monista ( de una sola cultura) en clave defensiva securitaria, de riqueza y de seguridad”. Ha recordado que el problema histórico es la identificación de las democracias con los estados nacionales, con una sóla lengua una religión, una cultura. Y se ha referido al mito de la torre de babel, en la que dios castiga al hombre con lenguas diversas, que impide que se entiendan y la torre crezca como cuando hablaban una sóla.

    “Nuestro reto fundamental -ha señalado- no es el de identificar las condiciones de la armonía de las identidades diferentes, no creo que nuestra tarea sea, por parafrasear a Baumann, ‘convertir la polifonía en armonía y evitar que degenere en cacofonía’ ”. Tampoco lo es, ha dicho, establecer la jerarquía cultural: qué cultura es superior, o más civilizada, o más propia de la democracia. Ni la construcción de un cosmopolitismo ideal, algo que indefectiblemente nos lleva a dilatar ese objetivo ad calendas graecas, porque eso “solo es posible si no hay un poder cosmopolita”. “La ONU no representa la democracia cosmopolita y quien diga eso necesita urgentemente unas gafas” ha ironizado. “Para hablar de diálogo intercultural –ha afirmado- no basta el mestizaje como simple yuxtaposición de interlocutores que representen diferentes identidades”. “Hay que reconocer la diferencia de voces y que ninguna de ellas es la verdad, la norma, y admitir la posibilidad de un cuadro común no impuesto por ningún interlocutor y fruto de una crítica que sucede al conocimiento mutuo y a la disposición de autocrítica” ha añadido. Las condiciones no se hallan en la dimensión metafísica o cultural, sino en la política, económica y social, ha insistido. “Derecho, riqueza y poder, esa es la dificultad de la solución intercultural”, ha indicado para concluir que la clave son las respuestas.

    “La interculturalidad es una propuesta normativa, un modo de gestionar la diversidad cultural, que no puede confundirse con la multiculturalidad, pero tampoco equivale al mestizaje”, ha explicado. La necesidad de ese proyecto no se reduce a la presencia de la inmigración, ha añadido. “Por definición, toda sociedad plural (¿cuál no lo es?) exige proyecto intercultural”, ha advertido.

    La mayor parte de los conflictos que se presentan como identitarios no son estrictamente culturales, no consisten en comparaciones entre culturas en busca del grado de civilización adecuado, ha explicado. “No hay una cultura que constituya el único humus sobre el que pueden desarrollarse los derechos humanos, la democracia y el mercado” ha añadido. Según de Lucas a eso está jugando el PP en las elecciones catalanas, en las que por primera vez en Europa concurre un partido que se presenta como anti-islamita, que actuará como un señuelo a beneficio del PP.

    “La mayor parte de los supuestos conflictos de diferencia cultural, ha señalado pueden resolverse en conflictos de intereses acerca de la distribución de la riqueza, la participación en el poder, las condiciones para esa participación y distribución, comenzando por la reparación de las situaciones heredadas multiseculares de discriminación y dominación”, ha afirmado. La clave de la interculturalidad, ha dicho, “es la negociación razonable de las reglas de juego de la convivencia plural. Y si no hay negociación, ha advertido, “se abre la vía del enfrentamiento, por lo que hay que reconocer la situación de asimetría, de desigualdad económica, de dominación, de acceso a la información y a los medios de difusión cultural y proponer medidas para reparar la desigualdad”. En su opinión urge adoptar medidas para garantizar la igualdad en las posiciones de partida. Por lo tanto ha concluido que “se debe vincular el debate intercultural al desarrollo humano, a la igualdad de oportunidades y a otro modelo de democracia y ciudadanía “.

    Finalmente el profesor de Lucas se se ha referido al PECI 2007-2010 (Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración 2007-2010.) ante el que se ha mostrado crítico porque las condiciones que ofrece están muy lejos de ser suficientes.

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