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El Arzobispado de Valencia organiza una peregrinación “vocacional y misionera” a la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII

  • Dirigida a jóvenes de entre 17 y 35 años

La comisión diocesana para la Infancia y la Juventud del Arzobispado de Valencia ha organizado una peregrinación “vocacional y misionera” a Roma, dirigida a jóvenes de 17 a 35 años, con motivo de la canonización de los beatos Juan Pablo II y Juan XXIII que tendrá lugar el próximo 27 de abril.

La peregrinación tendrá por objetivo “anunciar el Evangelio con alegría así como suscitar en los jóvenes la experiencia de vivir la providencia durante nuestra estancia en Roma, algo diferente para ellos, no un viaje cualquiera”, según ha explicado el presidente de la comisión, Óscar Benavent.

La idea es “tener una experiencia providente en la que nuestra misión será recibir del Señor lo que después repartiremos a los demás. Esto implica pedir alimentos para el desayuno, la comida y la cena, no dinero, y dejarse cuidar completamente por el Señor”, ha añadido.

Durante la estancia en Roma, los peregrinos dormirán en la parroquia de San Roberto Bellarmino de la capital italiana “y todo lo demás lo recibirán de su misión”, según Benavent.

Los peregrinos partirán en autobús desde Valencia el jueves 24 de abril y llegarán a Roma al día siguiente. Ese viernes se acomodarán en la parroquia romana y, tras “el momento de oración y retiro y el rezo del Ángelus, se procederá a realizar la experiencia misionera propiamente dicha por las calles de Roma”.

El sábado, 26 de abril, los jóvenes realizarán un recorrido de siete kilómetros a pie, visitarán la Basílica de San Pedro en el Vaticano y “harán noche en la propia plaza de San Pedro para asistir, al día siguiente, a la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, y desde allí volverán a Valencia”.

Esta iniciativa surge “como un ensayo del proyecto 'Nueva Ciudad´, una de las novedades pastorales de este curso dirigida a los jóvenes e impulsada por el Arzobispo”, ha explicado.

Esta peregrinación, que se realiza por primera vez en la diócesis, “no es un viaje de placer, no es un 'ir a Roma´. Es un dejarse cuidar y abandonarse en manos del Señor, una experiencia difícil pero hermosa y para la que es necesario tener un espíritu de docilidad y mucha fe”, ha explicado.

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