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Jaume I, Valencia, historia, fantasía… y el dragón bajo la ciudad

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    ¿Conoces la historia del murciélago que aparece en el escudo de Valencia? ¿Hasta qué punto los templarios fueron responsables de la educación del Conquistador? ¿Sabes cómo logró Jaume I mantener la paz tras la conquista de Valencia? El viernes 11 de noviembre, a las 19.30 horas, en la Casa de Cultura de Puçol, David March Chulvi responde a estas preguntas con la presentación de su novela El dragón bajo la ciudad. Una lección de Historia, una fantasía histórica… que David logró sacar adelante tras presentar el proyecto en distintas editoriales cuya única respuesta fue: ¿y tú quién eres?

    “Jaime, junto a su primo Ramón Berenguer, y al maestre de la orden del Temple Guillermo de Montredó, habían descendido por los pasadizos subterráneos del castillo de Monzón hasta llegar a una caverna ocupada por una gran balsa de agua. También los acompañaba un aprendiz de caballero, que sujetaba la antorcha que los abrigaba de la oscuridad”.

    Así comienza El dragón bajo la ciudad, la primera novela de David March, un joven curtido en multitud de concursos de relatos breves en los que ha conseguido distintos premios, experiencia y la urgente necesidad de transformar esas pequeñas narraciones en una Historia no sólo más larga y más compleja sino también fiel a su interés por combinar la realidad con la fantasía, o mejor dicho, a su pasión por “un mundo absolutamente real en el que se filtra la fantasía, generando dudas, abriendo puertas”.

    La documentación histórica y las leyendas no tienen por qué estar reñidas. La Historia Oficial casi siempre apoya la primera e ignora el resto, claro que es una historia escrita por los vencedores, no por los que permanecen en el olvido… o forman parte del territorio de la imaginación.

    “La idea surgió del murciélago que corona el escudo de Valencia y las leyendas que le rodean”, apunta el joven autor. “La búsqueda me llevó a escribir un primer cuento, que es la base de todo, en el que se narra el encuentro entre Jaime I y el dragón. Posteriormente lo mezclé con un segundo relato, que era una autobiografía del río Turia, entonces Guadalaviar, y de ahí surgió la novela, en la que además hay un sustrato ecologista: la Tierra no nos pertenece a los hombres, sino a la propia Tierra y los seres que la pueblan… son ellos quienes nos permiten gobernarla si la respetamos”.

    Antes de llegar en el año 2013 a los relatos cortos, David ya había escrito algunos textos y guiones de cortometrajes durante la carrera de Audiovisuales, incluso llegó a escribir un largometraje sobre la historia de Puçol… combinada con algunas leyendas, naturalmente.

    Con sus relatos comenzó a presentarse en concursos y ganarlos, lo que para él supuso un empuje imprescindible para seguir escribiendo: La oruga que no quería ser mariposa consiguió el primer premio en Guardamar del Segura, Segundo toro ganó en el pueblo gallego de Arbo y El ladrón de besos hizo lo propio en Alhaurín de la Torre, además de ser finalista en otros certámenes con distintos relatos.

    “Con todos ellos quizá me plantee algún día editar una colección de relatos breves en un único libro, aunque de momento es algo que no me atrae, porque creo que cada uno tiene su estilo, su momento y es complejo agruparlos”.

    Complejo por la variedad, no por la temática, porque todos responden al perfil de relato histórico combinado con narración fantástica, donde se adivina la sombra literaria de Íker Jiménez o la cinematográfica de Guillermo el Toro.

    Temática que también se filtra en El dragón bajo la ciudad, a la que además de fantasía e historia se une el sustrato ecologista: la Tierra no nos pertenece y debemos aprender a respetarla para que nos permitan gobernarla, algo que el dragón enseña al mismísimo Jaime I, conquistador de Valencia.

    Con ese cóctel, March Chulvi se presentó en distintas editoriales, más pendientes del nombre del autor que de la calidad del texto, y en todas ellas obtuvo la misma respuesta: ¿Y tú quién eres? Un ejemplo significativo de la realidad a la que se enfrentan los autores recién llegados: si no tienes un nombre, aunque acumules premios, casi nadie se atreve a darle una oportunidad a tu trabajo, por más brillante que pueda ser.

    “Fue muy duro ver que algunas ni siquiera lo leían. Así que al final opté por la autoedición con Olelibros.com, donde me hablaron de la posibilidad de buscar mecenas que ayudaran a salir el libro adelante y entre todos conseguimos tener en octubre la primera edición disponible, de la cual vamos a realizar presentaciones en Puçol, Tavernes Blanques y Sagunto en los meses de noviembre y diciembre”.

    La familia, la autoedición y seguir escribiendo, sobre todo relatos, pero también una segunda novela con parámetros similares: la historia de un jugador de ping-pong que un día se queda pegado a una silla y no logra levantarse… un argumento donde también se atisba otra influencia, la sombra de Cortázar.

    Así, mientras trabaja en los Alucine y escribe en los huecos que encuentra, David ha comenzado la larga lista de bolos para presentar su novela: una hábil mezcla de realidad y fantasía, donde el autor no presume de su erudición, sino que ésta aparece diseminada a lo largo de apuntes y diálogos de los personajes, fiel a la Historia, pero con la fantasía como arma para atrapar al lector en un mundo dominado por templarios, conquistas, batallas, Jaime I y sus cristianos, pero también por toros grisáceos, leones dorados, caballos plateados, un águila de dos cabezas y un murciélago inquieto que es capaz de salvar la vida al mismísimo rey Conquistador.

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