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El Arzobispo celebra una misa en la prisión de Picassent y afirma que “Dios no mira para condenar, sino para acoger”

El Arzobispo celebra una misa en la prisión de Picassent y afirma que “Dios no mira para condenar, sino para acoger”
  • En la fiesta de la Virgen de la Merced, ha empleado una réplica del Santo Cáliz

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El Arzobispo celebra una misa en la prisión de Picassent y afirma que “Dios no mira para condenar, sino para acoger” - (foto 2)
El Arzobispo celebra una misa en la prisión de Picassent y afirma que “Dios no mira para condenar, sino para acoger” - (foto 3)
El Arzobispo celebra una misa en la prisión de Picassent y afirma que “Dios no mira para condenar, sino para acoger” - (foto 4)

El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, ha presidido hoy una eucaristía en el Centro Penitenciario de Picassent, con motivo de la celebración de la festividad de la Virgen de la Merced, patrona de los presos y del personal de prisiones,, en la que ha recordado que “Dios no mira para condenar sino para acoger”.

La ceremonia, en al que prelado ha empleado en la consagración una réplica del Santo Cáliz que se venera en la catedral de Valencia, ha tenido lugar en la unidad de Preventivos del centro.

Varios sacerdotes de la capellanía de la prisión han concelebrado con monseñor Osoro en la misa, que ha contado también con la intervención de un coro de internos de la prisión, además del coro de la parroquia San Pedro Apóstol de la localidad valenciana Benifaió. En la misa han participado reclusos, funcionarios y personal del centro penitenciario, encabezado por su director, Miguel Ángel Martínez.

Después de la lecturas, que han sido proclamadas por presos, y del Evangelio, monseñor Osoro ha invitado a los reclusos en su homilía a ser conscientes de que “Dios nos habla directamente a nuestro corazón y no nos mira según lo que hacemos, sino desde lo más profundo, desde la comprensión”. Además, “no rehúye el encuentro con nadie, sino que busca con la mirada, no para condenar, sino para invitar, acoger”. También ha animado a los reclusos a dejarse “acompañar por la madre de Dios, la Virgen, porque ella nos escucha e intercede por nosotros con una mirada también llena de compresión”.

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