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Por J. P. Enrique
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"In crescendo"

    La partida sigue su curso. Los dos jugadores siguen su plan sin pararse ni siquiera un instante para meditar y menos para rectificar el rumbo trazado.  La música sigue in crescendo con un volumen que asusta sobre todo tras las actuaciones policiales del pasado miércoles, la provocación de algunos manifestantes y las declaraciones incendiarias de varios políticos.

    El gobierno de Rajoy ha delegado sus funciones en manos del Tribunal Constitucional y de las fuerzas policiales que de momento se dedican a controlar las finanzas y a romper la infraestructura de la convocatoria: papeletas, urnas y carteles.

     Los dirigentes independentistas siguiendo un plan muy bien elaborado se sitúan ahora como defensores de la democracia, repiten que el Estado le oprime, que les deniegan los derechos fundamentales, dicen ser víctimas de un Estado franquista, dicen que no les dejan expresarse, dicen  que su voto será útil para el resto de España, dicen que  votando acabarán con el franquismo que  subyace en este país y que no se tocará el fondo de pensiones y que los fondos destinados al saneamiento bancario serán historia en el nuevo Estado, dicen que los parados tendrán más oportunidades para trabajar, dicen que les ampara el derecho internacional de secesión viéndose como una colonia bajo ocupación extranjera, dicen… y están a la espera de que el gobierno de España cometa algún error muy, muy  grave (además de los que cometió recogiendo firmas contra el Estatut y los que acaba de cometer cerrando un local en Madrid o denunciando a 700 alcaldes) que es lo que le exigen sus bases más radicalizadas: meter a miles de personas en la cárcel y mandar al ejército para que tome el control.

    De momento, a pesar del daño ocasionado a la infraestructura por la actuación policial del pasado miércoles, el que va ganando es el independentismo (queha unido a gente del Lyceo con jóvenes vestidos con camisetas del Che Guevara y con 300 curas)  que ha sabido vender el sueño de una República como un paraíso ideal para todos en donde no existirá la corrupción, se derogará la dura ley de contratos laborales y las empresas tendrán más oportunidades.

    Las estadísticas confirman lo que acabo de decir: El número de votantes a favor de la ruptura ha crecido hasta la cifra de 2.153.381 según los datos de la encuesta reciente de Celeste-tel. La misma encuesta dice que el 60% de los catalanes desea acudir a votar en este referéndum aunque las leyes del Parlament hayan sido revocadas por el Constitucional. De ellos el 59,5 % lo harán marcando el sí en la papeleta, el 30,7 el no y en blanco y el 10%.

    El éxito del movimiento independentista, además de apoyarse en la inacción del presidente Rajoy, está en su rechazo al gobierno de Madrid, en su victimismo y en su moderación: Siempre argumentan  sin levantar la voz. 

    Del creciente apoyo popular se asombra hasta un independista como Joan Tardá al que acabo de escuchar decir: “Ni en sueños pensábamos hace años que íbamos a llegar a donde estamos y con el apoyo de la ciudadanía catalana que tenemos”.

    Mirando atrás, es evidente que si hubiéramos tenido políticos de talla, estos hubieran sido capaces de hacer política, es decir reflexionar, anticiparse a los hechos, tratar de convencer y hacer movimientos. Tiempo ha habido pero lo han utilizado mal.

    Ahora están jugando al gato y al ratón. ¿Me cierras una página web? Abro otra ¿Me quitas las papeletas? Voluntarios para imprimirlas. ¿No hay carteles? Hay mucha gente dispuesta a hacerlos en sus impresoras o manualmente. ¿Me impides que haga un acto aquí? Pues lo hago allá. ¿Denuncias a muchos cargos? Automáticamente los convertimos a todos en mártires.

    Duele estar aquí. Duele a mucha gente y nos duele a quienes no somos nacionalistas (tampoco nacionalistas españoles) y estamos por la solidaridad entre los pueblos y no por el egoísmo de los que quieren controlar su riqueza sencillamente porque son más ricos, en contra de los más pobres sean andaluces o extremeños. Los movimientos independentistas se producen siempre  en las regiones más ricas, ya sean Cataluña (la Comunidad más rica de España y la que mayor patrimonio declara a la Ag. Tributaria: el 38,5% del total) o la Liga Norte.

    Quienes se proponen  votar o no, a favor o en contra, tiene en común su rechazo al PP (que en Cataluña es un partido insignificante sin que nunca esa formación se haya preguntado por qué). Muchos están con la ilusión  de ver nacer un nuevo Estado que solo por serlo -piensan- estará lleno de justicia y solidaridad. A su lado están los empresarios que creen coartado desde Madrid su potencial de crecimiento. Hay inmigrantes que piensan  que ganaran en derechos. Muchos trabajadores  tienen claro que se derogará la reforma laboral y habrá trabajo estable. Detrás están soñadores que sueñan con una democracia popular en un espacio de felicidad sin querer saber que el orden europeo lo marca el capitalismo alemán, que controla el BCE y que dicta a quienes hay que salvar y quienes deben soportar el peso de las crisis. Al lado de todos ellos hay una clase política que ya piensa en repartirse ministerios. Hay diplomáticos en paro que esperan dirigir embajadas de una nueva república y también los hay que sienten el nacionalismo catalán con la misma pasión que otros sienten el nacionalismo español.

    En este guisado mejor hacer un apagón hasta después de las elecciones, tras un 1-0 en el que se verán a unos impidiendo que se vote y a otros movilizándose para sustituir las urnas o el censo cuando se los incauten. Los reporteros buscaran la foto de un guardia civil llevándose una urna o impidiendo que la gente entre un colegio electoral, en un marco caliente en el que la chispa puede saltar, ese día o mucho antes. Algunos apuestan por que salte ¿Cómo puede, Dastis, un ministro responsable de diplomacia española acusar de nazis a los separatistas? ¿Cómo puede Abel Caballero acusar a los catalanes de “actitudes fascistas”? ¿Cómo puede Garcia Albiol hablar de gobierno de fascistas? ¿Cómo puede el máximo representante de la Generalitat acusar al gobierno de autoritario?  Me quedo con los mensajes de Ada Colau, Carmena o Joan Tardá llamando a la calma.

    ¿Y el día 2?  Lo mismo pero con los ánimos más enconados y un necesario  diálogo mucho más difícil. Unos hablaran de triunfo y proclamaran la independencia y otros de fracaso y de que la consulta no tiene ninguna validez. Me voy  a desconectar unos días para no verlo. A ver si son capaces de entender que esto o se soluciona hablando o acaba mal.

     

    EN 13 TV se está produciendo un lavado de imagen ¡ya era hora! auspiciado por Fernando Giménez Barriocanal, un comunicador cercano al papa Francisco que se ha quitado de encima a provocadores como Carlos Cuesta, Marhuenda y Alfonso Rojo y ha apartado también a Alfredo Urdaci y a Nieves Herrero. A La extrema derecha solo le queda el bodrio de Intereconomía.

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    comentarios 7 comentarios
    Vigorhumus
    Vigorhumus
    28/09/2017 12:09
    Hagamos memoria

    En 1934 Compayns, presidente de la Generalitat Catalana, proclamó unilateralmente el Estado de Cataluña dentro de la República Española. El presidente de la República Española (que no era precisamente franquista) solucionó el problema en 10 horas a base da cañonazos e inmediatamente se suspendió la autonomía en Cataluña. Hoy no se si somos más civilizados o mas cobardes. La cuestión es que el gobierno español ha preferido llevar el asunto ante la justicia en lugar de solucionarlo por la via del mas fuerte. Lo que demuestra que también está equivocado pues basta buscar una solución civilizada para que los buenistas le acusen provocador por no buscar una solución política dialogada. Llevamos 7 años sin saber que es lo que quieren o piden los catalanes. Solo se refieren un referéndum que es anticonstitucional, por lo tanto ilegal, lo que impide el dialogo con el Gobierno. Al Sr. Puigdemont se le ofreció la oportunidad que presentar sus demandas antes el Parlamento y no acudió. Quequieren?

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