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Por J. P. Enrique
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Del sueño americano a la pesadilla de Trump

    Ayer los mensajes de los nuestros eran: "estado del bienestar, libertades, prosperidad, oportunidades, derechos humanos...". Al otro lado, en Rusia se hablaba de un paraíso para los trabajadores. Competían dos sistemas. Allá prometían un futuro idílico y aquí al liberalismo económico se le llamaba "economía social de mercado". Con políticas sociales se fue construyendo una amplia base de clases medias.

    Hoy, un estudio de Ernest Young sobre una generación de estadounidenses nacidos en el entorno de 1.980 aporta datos escalofriantes. Cito algunos:

    -El 74% de ellos temen no poder pagar sus gastos médicos si enferman.
    -El 79% están preocupados por si no tienen dinero en su jubilación.
    -El 63% tiene dificultades para gastos imprevistos superiores a 500 dólares.
    -El 70% cree que los ricos pagan pocos impuestos.

    Añado otro dato que aporta Emmanuel Sanz: entre 2009-2012, es decir en plena crisis, el 1% de los ricos se ha quedado con el 91% de la riqueza acumulada.

    Esos datos explican que haya un creciente número de personas que sienten desafección hacia la política y que sienten inseguridad y miedo. De ese miedo al cabreo y a creer en soluciones mágicas hay solo un paso.

    Hoy nos encontramos con una enorme masa de trabajadores (con empleo precario y con un salario que no permite salir de la pobreza) a la que le reconforta escuchar diagnósticos simples que culpan al inmigrante o a la globalización de sus penalidades.

    ¿No será que lo que falla es por el agotamiento de un neoliberalismo que quita poder a los Estados y que permite la total libertad para unos capitales que apenas pagan impuestos y que disponen, además, de refugios seguros para ocultar sus ganancias? ¿No será -como apunta Gramsci- que lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no acaba de nacer? ¿No será que hemos olvidado al Estado como ente corrector de los desajustes del mercado? Es un diagnóstico más certero pero más complejo de entender y de combatir.

    En su desesperación, en su angustia, los marginados mal pagados y temerosos por su futuro incierto se dejan arrastrar por Berlusconi, por Víctor Ordan, por Farage, por Trump,... por la Liga Norte, por el Brexit,... por Amanecer Dorado, por Le Pen,... Se agarran a quienes creen salvadores y siguen a unos bocazas, frecuentemente millonarios, que dicen ser antisistema, que gritan ideas simples y que afirman que todos pueden tener oportunidades y todos pueden gozar de seguridad y futuro.

    En ese magma, los xenófobos de Francia, de Alemania, de Holanda, de Grecia y otros países se sienten reconfortados y felices por el éxito de Trump y han sido los primeros en felicitar a un personaje tan siniestro, tan bravucón, tan demagogo, tan analfabeto, tan machista, tan...Tan parecido a ellos.

    De Trump no me escandalizan sus flirteos con las mujeres ni su lenguaje grosero, ni lo que se dijo de las bolsas que iban a hundirse con su triunfo ¿Cómo puede hundir los mercados un millonario? Ni siquiera me preocupó lo que dijo: que no aceptaría el resultado de unas elecciones en las que no saliera ganador. Tampoco me escandalizan sus trampas para no pagar impuestos, ni sus quiebras, impagos y negocios sucios. Ni que su fortuna tenga su origen en el prostíbulo que su abuelo Friederich montó en Canadá. Me escandaliza su ideología:

    1.-Su apuesta por el incremento de las armas y la proliferación nuclear.
    2.-Su negación del cambio climático, siguiendo la línea de Aznar (o Rajoy con su primo, aunque finalmente se enmendara).
    3.-La anunciada reducción de impuestos en línea con lo que pregona el ultra liberalismo, vaciando al Estado e imposibilitando que pueda atender políticas sociales y distributivas.
    4.- La eliminación de las ayudas a la sanidad que logró sacar adelante Obama para que una enfermedad no arruine una vida, dejando a su suerte a quien necesita estar enganchado a una máquina o a un tratamiento que no puede pagar para seguir viviendo, porque las circunstancias de la vida le fueron desfavorables.
    5.- El proteccionismo, junto a la desregularización bancaria (que ya sabemos a dónde nos llevó) y sus grandes mentiras: va a poner impuestos a sus empresas que fabrican fuera, va a doblar su crecimiento y crear millones de empleos.
    6.-La expulsión de 11 MM de mejicanos. La prohibición de que entren musulmanes y la construcción de un muro en su frontera sur. También su odio a homosexuales.

    Sus medidas son para preocuparse y para pensar si en lugar de mandarle felicitaciones, como ha hecho Rajoy, no sería mejor permanecer quietos y callados, como hizo Zapatero ante la bandera que representa a un país que controla al mundo con su poder y sus multinacionales y nos llena de refrescos y comida basura ¿Contendrán esos refrescos y esa comida unos ingredientes secretos que nos adormecen para que estemos solo ocupados en consumir aceptando sin rechistar la injusta realidad como algo natural?

    Acabo de escuchar a Federico Mayor Zaragoza: "Ha llegado el momento de elevar la voz y detener esa locura." "Si hay reacción mundial Trump no llevará a cabo sus principios". "No se debe aceptar lo que es inaceptable." "Han sustituido la cooperación con la explotación".

    Estoy en sintonía con quien fue alto cargo en la UNESCO. Contra ideologías tan duras hay que levantar la voz, aunque algunos la tengamos muy débil. Aunque por hacerlo también se nos tache de populistas o de utópicos. Aunque la unanimidad del rechazo a Trump, en este país, se vaya diluyendo poco a poco con el paso de los días: "Ha ganado limpiamente" "No será tan duro como le pintan" "Hay que dejarle trabajar".

    "SOLO SON DOS TRAJES" Y OTRAS MINUCIAS
    Decían éso para justificar a Camps. No eran dos trajes. Nunca lo sabremos todo, pero acabamos de conocer el despilfarro de 300 MM de euros de las arcas públicas valencianas para pagar un premio automovilístico que -decían- no nos iba a costar ni un duro.

    No eran dos trajes el desvío a publicidad electoral que Cospedal hizo de 100 MM destinados a construir un hospital en Toledo.

    No eran dos trajes los 1.850 pisos vendidos por Botella a Blasktone a precio de saldo y con ellos un lote de inmuebles oculto valorado en 300.000 euros.

    Ni son dos trajes ni son minucias.

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