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Por J. P. Enrique
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A escena la Gürtel y las Black

    La Gürtel se empezó a rodar en el 2007 con el juez Garzón como protagonista. Este juez escuchó a un denunciante y se dispuso a investigar con valentía como antes lo había hecho contra el entorno de ETA, contra el narcotráfico en la operación Nécora, contra el GAL o contra el sanguinario dictador Pinochet.

    Éste era un caso distinto. Lo que lo hacía distinto era que un juez se hubiera atrevido a abrir una causa contra un gran partido como el PP. Actuar en lo que se conoce como la Gürtel era actuar contra un entramado de comisiones ilegales, de obras públicas concedidas a cambio de mordidas para la financiación ilegal de un partido que ha estado acostumbrado a moverse con impunidad y que, años atrás, supo escaparse de rositas cuando se topó con el caso Nasseiro y las pruebas se declararon ilegales.

    Ante la amenaza que les apuntaba directamente a ellos, el partido empezó hablando de una causa “contra el PP” y acusando públicamente a “los jueces y fiscales a las órdenes de Rubalcaba” a la vez que ordenaba a Federico Trillo que se pusiera a mover hilos para bloquearla. Hilos llenos de mentiras, falsos escándalos (como la supuesta trama en una cacería entre el ministro Bermejo y Garzón) y acusaciones en la recámara contra el juez apuntando a dinero cobrado por cursos en el extranjero y su implicación en el esclarecimiento de los crímenes del franquismo.

    Los hilos acabaron con el juez de la Audiencia Nacional por su delito de grabar unas conversaciones entre acusados y abogados corruptos, a pesar de que dichas conversaciones las ratificó otro juez, Pereira, que no vio delito en ellas. ¿Cómo se atrevía este juez -decían desde los altavoces del poder- a inmiscuirse en unas conversaciones privadas? ¿Dónde estaba el Derecho a la privacidad?

    Muerto el perro se acabó la rabia, pensaron. No fue así. Porque otros jueces también íntegros fueron acumulando pruebas y llenando tomos y más tomos moviéndose con inteligencia entre las alambradas, bloqueos, precariedad y las presiones a las que fueron sometidos.

    Frente a esa honestidad y el cúmulo de pruebas, desde el PP insistían en que era una trama contra ellos. Luego admitieron que había en sus filas “algunos impresentables”, pero son -decían- “personas aisladas que ya no están en el partido” y que ahora les “daban asco.” Querían saber “toda la verdad y que paguen los culpables” pero siguieron obstaculizando a la justicia, destruyendo pruebas y reteniendo documentación. El juez, Ruz, ordenó registrar su sede de Génova.

    Ahora, ante las vergonzosas declaraciones de Cospedal de que asisten a un juicio contra ellos “sin garantías legales”, los imputados y el abogado del PP piden la nulidad de las pruebas.

    Empiezan las declaraciones y algunos empresarios dicen muy claro que tuvieron que pagar al PP en dinero negro para conseguir obras públicas que se hinchaban hasta duplicar o triplicar los costes. Correa explica el procedimiento que empezó a funcionar con Aznar (y Rajoy a su lado).

    Entre esas escenas, como música de fondo, el periódico El Mundo destapa un Power Point en donde el partido explica cómo realizar mordidas sin ser detectados.

    Al lado del espectáculo de la Gürtel está el de las tarjetas Black en donde aparecen Ana Mato; Rodrigo Rato “el mejor ministro de economía de todos los tiempos”; el máximo responsable de la Casa Real; el que fuera presidente de los empresarios madrileños, junto con Virgilio Zapatero, ex ministro socialista, un responsable de UGT y hasta un amigo íntimo del rey.

    Francisco Verdú, uno de los pocos que rechazó la tarjeta, declara en el juicio que Rato se la dio “para compensar el recorte de salarios a directivos”. ¡Qué poca vergüenza la del “mejor ministro de economía” y padre de la burbuja inmobiliaria, puesto en la Caja para salvarla y que acabó de hundirla!

    Del juicio de las Black podrán dirimirse penas o no. Del juicio de la Gürtel podrán condenar a Correa y el Bigotes y cuatro más o podrá ir más lejos. No me importa el fallo. Me importa y me escandaliza ver a toda una élite, al cobijo de un partido, que ha vivido a todo tren, antes y durante la crisis, aprovechándose de lo público para dilapidarlo y con el dinero obtenido seguir ganando votos en costosas campañas y gastándolo a manos llenas en su propio beneficio en cacerías, viajes, joyas, yates, hoteles y prebendas, al mismo tiempo, repito, al mismo tiempo, y eso es lo más fuerte, que nos hablaban de crisis y practicaban duros recortes.

    La película que se exhibe ante nuestros ojos nos muestra a una “trama criminal” -según dice la justicia- (aunque podrían hablar también de una cleptocracia) organizada para el saqueo amparada por un partido que protege, premia y esconde tanto a los suyos que se atreve a situar a Soria en el Banco Mundial, a Whert en una embajada en Paris y ahora a Mato (también imputada) con un puesto en Europa, mientras habla de legalidad y mantiene en su puesto a un Ministro del Interior como Fernández Díaz, padre de la Ley Mordaza, que se salta las leyes de extranjería y se dedica a poner micrófonos para espiar a sus adversarios políticos.

    En el banquillo no está el robo de una familia aislada, como la de los Pujol; ni el robo de un líder de UGT que guardaba mordidas en su casa, ni el derroche en droga y prostitutas de un alto cargo de la Junta de Andalucía. Asistimos al primer juicio a toda una élite que nos ha gobernado durante años aprovechándose de las Cajas de Ahorros, de empresas públicas de residuos, de constructoras de escuelas y de inversiones y de eventos. Una élite que dice ahora: “son hechos del pasado”, “no sé nada” “no me consta” o “yo estaba en COU”. Una élite que no pide perdón, que sigue acusando a la justicia, que mira a otros escándalos con el ventilador en la mano y que se dispone a que el PSOE con su abstención le permita seguir gobernando a pesar de toda la corrupción que le desborda.

    El golpe de Susana Díaz con una gestora, que no ha pronunciado ni una sola voz crítica al PP por todo lo que estamos viendo, ha sido para eso. ¡Qué vergüenza! ¡Si el fundador del partido, Pablo Iglesias, levantara la cabeza y viera esta película que ha empezado con las Black y la Gürtel y que va a seguir con la Púnica, el caso Bankia,… con los mismos y nuevos actores!

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