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Por J. P. Enrique
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La muerte genera grandes negocios / Los judíos fueron víctimas

    Él, separado y en paro, vivía con su padre que recibía del Estado una pensión de 600 euros y de lo que ganaba  de  esporádicos trabajos de albañilería, cuando de vez en cuando le iban a buscar para arreglar un desconchado o unas baldosas sueltas.

    Un día su padre falleció. Avisó a la funeraria. Con el atolondramiento que le producía su dolor fue capaz de decirle al encargado de la empresa de decesos que el ataúd fuera sencillo y que le bastaba solo con un centro de flores. Su situación no le permitía incurrir en elevados costes, pero, aun así, se quedó de piedra al ver la factura: Arca 1.400. Vehículo 300. Tanatorio 400. Personal 115. Acondicionamiento 175. Centro de flores 150. Agencia y servicio 150. Servicio iglesia 80. Derechos nicho 376. Total con IVA 3.690 euros.

    Él no quería excitarse porque ello podría afectar a  su precaria salud. Respiró profundamente en un intento de transmitir calma a su delicado corazón para que continuara latiendo con normalidad. No sea  -pensó- que me dé un patatús y mi hija también tenga que satisfacer, ni se sabe de dónde, una factura imposible de pagar.

    Pasaron los días, y, ya más tranquilo, fue a la notaria para que le pusieran a su nombre la casa familiar  que habitaba desde la infancia, propiedad de su padre.

    En la notaría, instalada en una agradable y lujosa estancia (como no podía ser de otro modo) le atendieron muy bien y el buen hombre pensó, ingenuamente, que no sería demasiado caro el  trámite de la escritura de herencia. Recibir lo que era suyo y que le correspondía como hijo único por herencia familiar, no podía ser demasiado oneroso. No podía serlo.

    Allí, en el despacho notarial, le informaron de que su casa debía valorarla por el importe del valor catastral reflejado en el IBI multiplicado por 2,7. Hizo cálculos. Pensó y dijo: “¡Pero si esa casa no vale en estos momentos ni siquiera el valor catastral!”. El notario, muy correcta y educadamente, le informó que si reflejaba un precio menor lo probable es que se lo revisaran  y  que, en ese caso, le obligaran a pagar un complemento.  El notario también le informó que para hacer los trámites debía aportar  con el Certificado de Últimas Voluntades otro del banco con el saldo de la cuenta de su padre fallecido.

    La siguiente sorpresa le vino a nuestro protagonista al acudir a la entidad financiera en donde su padre cobraba la pensión. Certificar que el saldo que reflejaba la cuenta es el que viene anotado en la cartilla de ahorros, el banco lo denomina “expediente testamentario” y el empleado de banca que le atendió le dijo que para darle el necesario certificado debía pagar previamente 96,80 euros.

    Con el carísimo certificado en la mano y una nueva sesión de respiraciones profundas para tratar de  evitar que el corazón se le detuviera y ocasionar con ello insalvables problemas a su hija, se  fue de nuevo  a la notaria. Firmó allí que recibía  su casa familiar. Por al trámite de que un personaje extraño y educado, llamado Notario, certificara  su derecho a recibirla, el distinguido funcionario público le presentó  una factura de 730 euros, desglosado así: Honorarios 405, Copias autorizadas 36.Copias simples 31. Folios 51. Papel 4. Información Registro de la propiedad 3. Información Catastral 20. Certificado Ministerio Justicia 30. Elaboración documentos complementarios 23 euros. 

    Nuestro hombre superó como pudo  el nuevo atentado. El siguiente trámite obligatorio era  ir al Registro. Para ir a esa oficina hay que acompañar el impreso de Hacienda número 650, según le informaron. Por rellenarlo en la notaria le han cobrado, nada menos que 175,45 euros. El impreso es obligatorio presentarlo y es un impreso que solo sirve para decir  que nuestro protagonista no tiene que pagar ningún impuesto al Estado dado el escaso valor de su propiedad. ¿Habrá que suponer que el empleado de notaria, al precio que ahora les pagan,  habrá estado una semana para  rellenarlo?

    Estuvo a punto de excitarse y protestar ante el notario pero pensó que era mejor no hacerlo ya que no le habían cobrado nada en concepto de  “tinta de la impresora” ni en consumo del “bolígrafo del notario”. Se detuvo para seguir realizando inspiraciones tranquilizadoras, pensando en su hija. Sobre todo en su hija. Aún le faltaba llevar  la escritura de su casa al Registro de la Propiedad para que allí registraran la casa a su nombre previo pago de 120 euros.

    No quiso detenerse a sumar todo lo que le  estaba suponiendo que  su casa de toda la vida, siguiera siendo suya y constara legalmente a su nombre. Pensó tan solo que era una barbaridad el tener que pagar por lo que fue y es suyo y solo suyo y de nadie más.

    Dirigiendo su mente en otra dirección, nuestro hombre continuó tratando  de tranquilizarse “No sea que me  ocurra algo grave y hunda, por mi culpa, a mi hija más de lo que está”. Pensando en eso siguió haciendo respiraciones largas y profundas, pero no pudo dejar de pensar:  “la próxima vez que entre en una funeraria, un banco o una notaría, voy a hacerlo con las manos levantadas para que así la escena sea tal cual es y no quede disimulada  en edificios elegantes, muebles antiguos y palabras amables.” “Seguro -se dijo- que quienes legislan, mandan y acumulan fortunas, no pagan por sus grandes propiedades, lo que yo, sin poder, he tenido que pagar por una vivienda que siempre ha sido propiedad  familiar.”

    A nuestro hombre  aún le faltaba una última sorpresa. La recibió del Ayuntamiento cuando una funcionaria le dijo que pasara a recoger la escritura y a abonar 530 euros en concepto de plusvalía municipal. ¡Coño! -le espetó saliéndole del alma- La funcionaria quiso tranquilizarle diciéndole  “tenga en cuenta que la tarifa está bonificada”. ¡Pues menos mal! Dijo elevando la voz con  cierto enfado. Se dio la vuelta y marchó  esforzándose en seguir vivo.

     

    LOS JUDIOS FUERON VÍCTIMAS. AHORA, ELLOS COMETEN ATROCIDADES CONTRA LOS PALESTINOS

    Cuando, en una guerra desigual, los muertos los ponen los palestinos, considero que es de interés reproducir el escrito de  Raquel Martí, Directora Ejecutiva de UNRWA España.

    “En Gaza, los niños se preguntan por qué sus casas tiemblan y se desmoronan, por qué les bombardean... Sus padres ya no tienen respuestas...

    Para la familia al-Nawasra, que vive en un campamento de refugiados, no hay ya ni preguntas ni respuestas. Su casa es sólo silencio desde que un ataque aéreo israelí arrasara con la vida de toda la familia, dos niños, de 2 y 4 años de edad, y sus padres. Eran refugiados de Palestina. La madre estaba embarazada de cuatro meses.

    Hasta el momento, la ofensiva militar sobre la franja de Gaza ha dejado ya más de 208 muertos, la gran mayoría de ellos civiles, como la familia al-Nawsra. Más de 1550 han resultado heridos, muchos de ellos mujeres y niños. Cerca de 22.000 gazatíes han buscado refugio en las escuelas de UNRWA. Ya no se sienten seguros en casa o, sencillamente, ya no la tienen.

    Estamos consternados y profundamente entristecidos porque la pérdida de vidas humanas es constante e indiscriminada. En UNRWA vivimos día a día la situación, en Gaza, y podemos afirmar que las cámaras de TV no podrán capturar nunca la profundidad de la desesperación y el miedo de los habitantes de Gaza, que nosotros vemos al hablar con ellos.

    Después de un bloqueo paralizante y sucesivos ataques, 1,7 millones de habitantes de Gaza (1,2 millones de los cuales son refugiados) son aún más indefensos y vulnerables.”

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    comentarios 15 comentarios
    JPE
    JPE
    25/07/2014 11:07
    Añado

    Añado algo mas curioso. Tuve,. hace poco, una error con Hacienda e intenté solucionarlo acudiendo a sus ventanillas en Villareal y antes tambien por telefono. Curioso que allí la empleada que me atendió me dijo textualmente: "Lo que tiene que hacer ud. es ir a una gestoria y que alli se lo arreglen."

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