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De no adscritos, tránsfugas u oportunistas del sistema

    Hoy en día, la política vive sus horas más bajas, desvirtuada en gran parte por los acontecimientos en estos últimos años. La corrupción, la falsedad y falta de rigor y la aparición de personajes variopintos, entre otras cosas, han hecho mella en nuestra sociedad. La situación se agrava al sumar el desconcierto general y los sentimientos encontrados y desengaños de gran parte de los electores. Ante esto, es fácil para un determinado tipo de personajes, aprovecharse de las ilusiones de la gente para sacar adelante sus intereses personales.

    Estos oportunistas se valen de ello para infiltrarse en nuevos proyectos −aparentando estar encantados con ellos− y una vez conseguida un acta, valerse de los fallos o deficiencias del sistema para, acto seguido, desvincularse de cualquier disciplina, campar a sus anchas y actuar atendiendo a sus propios intereses percibiendo un sueldo por ello.

    Estos personajes, llamados tránsfugas cuando con sus votos procuran la mayoría de un partido distinto al que representaban; o no adscritos, como suelen preferir denominarse; estos oportunistas del sistema, no vacilan a la hora de justificar esta acción como un acto de honestidad, de principios, de entrega y fidelidad a quienes les votaron, sin dudar lo más mínimo en desprestigiar y desacreditar al medio que les llevó hasta el puesto que ostentan, ofendiendo y ninguneando con ello a muchos miles de afiliados y votantes que, por cierto, les importan más bien poco.
    No es un acto honesto, nada más falso.

    Todos los cargos políticos de Ciudadanos, firmamos una carta ética en la que nos comprometemos a dejar el acta si por cualquier motivo dejamos el partido. Esto es una garantía para el votante, que sabe que al que abandona, le seguirá el siguiente candidato de la lista. Alguno de los que se han marchado, así lo entendieron y por ello se les guarda el respeto que se merecen. Pero en ocasiones, en demasiadas ocasiones, algunos se pasan por el arco del Triunfo los compromisos adquiridos. Cuando el partido nos presentó la carta ética, no nos vendía "preferentes", sabíamos a qué nos comprometíamos.

    Repito; cuando un político se marcha de su partido, pero se queda con el acta, no está actuando honestamente, porque nadie votó directamente a ninguno de ellos, sino a unas siglas. Aceptar formar parte de unas listas lleva consigo aceptar el trabajar bajo esas siglas que las representan, y es su obligación trabajar bajo las directrices que les marque su partido. Autonombrarse portavoz de la gente a la que dicen representar no es para nada legítimo, pues son los afiliados y votantes los que decidirán en su momento si están de acuerdo o no con el trabajo realizado, son ellos los que eligen en las urnas quién les representa y quién no. Afiliados y votantes son los únicos legitimados para ello. Desde la grada de los no adscritos-tránsfugas no se representa a nadie, más que a sí mismos.
    Que una minoría se crea en posesión de la verdad absoluta y pretenda anteponerse a la gran mayoría, demuestra el talante de estas personas. Es como el que circula en sentido contrario en una autopista, y pretende hacernos creer que hay 200 vehículos circulando al revés. Hay gente que, a base de repetir una y otra vez una falsedad, acaba creyendo que es cierta, o al menos, eso les interesa creer, muchas veces con premeditación.

    La ley electoral necesita ser revisada y corregida urgentemente. Mientras esto no ocurra, los oportunistas del sistema serán otro de los males que alberga esta ley y que afecta directamente al funcionamiento y desarrollo de la democracia en particular, y a los intereses de la sociedad en general.

    Rosa García González
    Diputada autonómica del grupo Ciudadanos.

     

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