Querido Juan Carlos

En primer lugar quiero despedirme de usted. No le escatimaré lo que es suyo, a diferencia de muchos de mis compatriotas, me gustaría ser justo con usted. Ha hecho un gran trabajo todos estos años; nos ha abierto muchas puertas, ha conseguido unir (al menos durante un tiempo) a un país que nació con dos cabezas (a veces hasta con tres), consiguió acallar para siempre ese ruido de sables (que en España llegó a ser como el ruido blanco, siempre estaba ahí, de fondo), ha sido un viajero incansable, y lo que para mí es lo más importante, mandó callar (y calló) al idiota de Chávez. ¡Olé sus joyas de la corona! Espero que, a partir de ahora, le vaya bien.

Pero las cosas son como son. No se ha portado usted tan bien. No se ha preocupado por sus súbditos tanto como debería, claro, usted es el rey, y lo suyo es reinar, no hacer caridad. Supongo. Pero no estuvo acertado irse a matar elefantes en mitad de la crisis. Una cosa es ir de caza, que es una tradición de los Borbones, lo sé yo, que he estado en La Granja y en Río Frío. Pero, oiga, no están las cosas para fotografiarse con sus piezas, hombre... La verdad, es que no estuvo nada acertado, para qué engañarnos.

Pero hay cosas peores, y no me pienso meter en lo de la rubia germana. A mí esas cosas no me importan. Lo que me importa, y creo que a todo el mundo también, ha sido su constante protección a Urdangarín. ¿A qué viene eso? Y no me diga que es por ser su yerno, porque Marichalar también lo fue y lo mandó usted a hacer gárgaras. Así que ya me dirá... ¿Es que Cristina también está metida? ¿Es que está metido usted en eso? ¿Qué nos esconde? Y si no esconde nada, ¿por qué ese afán de protección? Es usted (o era) el Jefe del Estado, y se supone que es su persona el principal garante de las democracia... entonces, ¿por qué tufa a mano negra todo el proceso contra Urdangarín? ¿Por qué estando imputado se le permite salir del país? Hay muchas cosas que no entiendo...

¿Y qué le voy a decir de nuestra situación? Supongo que ya lo sabrá, por eso, en parte lo deja. Hace doscientos años que en España no hay un cambio en la jefatura del estado sin que haya revueltas, líos, guerras sucesorias o lo que sea. Doscientos años, que se dice pronto. Esta vez parece que no llegará a tanto la cosa, pero ya veremos, los españoles siempre estamos dispuestos a dar una pésima imagen de nosotros mismos, no dé nada por sentado, majestad, las cosas aquí se pueden poner muy feas muy rápidamente. Somos leñeros por naturaleza, ya debería conocernos.

No creo que tome la decisión adecuada, ya es muy tarde para tomarla. Debió usted abdicar hace tiempo, antes de los elefantes, las Corinas y los Urdangarines, cuando la Corona estaba bien considerada. ¿Ha pensado el panorama que le deja a Felipe? Desde luego, hay que tenerlos bien puestos si el pobre ha de hacer frente a todo esto.

Por cierto, un apunte; yo también soy partidario de un referéndum sobre el modelo de estado. Como Jefe del Estado, era su deber hacer que todos los españoles amásemos no solo a España, también su Constitución. Cosa que, como puede ver, no ha conseguido. Los españoles, como antaño, preferimos cambiar la Constitución cada 40 años. No veo a los americanos tratando de cambiar su constitución cada 4 años. Tampoco veo a los ingleses, o a los holandeses, pidiendo que se cambie la constitución cada vez que un rey abdica y se corona al siguiente. Pero nosotros somos de otra pasta. ¡Qué le voy yo a contar!, ¿verdad?

Yo soy partidario del referéndum, a mí personalmente no me gusta la monarquía. No es que sea republicano, me es indiferente. Pero también creo que un referéndum ahora mismo valdría de muy poco. ¿Por qué? Pues porque estoy seguro de que los que salieran perdiendo no aceptarían el resultado, y en unos años estaríamos en las mismas. No es por nada, es que somos así. Siempre hemos sido así.

Le puedo asegurar que deja un país descontento, roto, sin rumbo, y lo deja en un momento convulso, complicado, lleno de baches y de filibusteros, de vendedores de humo y charlatanes que quieren que les vendamos el alma a cambio de algo que no existe. Usted, con sus cosas, ayudó en su momento a que esto fuera así, y espero que entienda que es responsable, en parte, de lo que se está cociendo ahora. No le voy a pedir responsabilidades, Dios me libre, es usted el Rey. Pero, como monarca moderno, creo que podría haber hecho mucho más, creo que debería haber conseguido que la institución de la corona, que la Constitución, de la que tanto hablan y que tanto esfuerzo supuso en la transición, nos enamorase, que creyésemos en ella, que confiásemos en ella. Pero no lo hizo.

Al final permitió que la Constitución se pervirtiese, que la transición se quedara en una simple transacción, que los políticos prostituyeran la Constitución, que aplicasen las leyes siempre en su favor y en contra nuestra, que se convirtieran en una casta, que nos esclavizaran, que nos machacaran, que nos echaran la ley encima. Usted dejó en manos de ineptos el rumbo de la nación. Y ahora se marcha.

En fin, lamento la situación y lamento que durante tanto tiempo no haya hecho todo lo que debería. Ah, es verdad, que salió por televisión a cortar un golpe de estado. Pero es que de eso hace más de treinta años. Espero que tenga un retiro dorado y que le vaya bonito. Ya veremos por aquí cómo nos las apañamos.

Su Súbdito.