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Por Santiago Ríos
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El secuestro corporal

    Afirma Honoré de Balzac en su obra L’art de payer ses detes et de satisfaire ses créanciers sans débouser un sou (1827) que el encarcelamiento por deudas es, una consecuencia necesaria del progreso de la civilización.

    Debo hacer constar que esta joya de la literatura francesa, jamás fue incluida en las obras completas de Balzac y los historiadores calificaron el libro como “inmoral, inapropiado e inmaduro”. Solo tenía 28 años cuando lo imprimió, en su pequeña imprenta que le dio tantas deudas que tuvo que venderla a los tres años de adquirirla.

    En Francia, el acreedor sólo tenía derechos sobre los bienes mobiliarios del deudor, bajo la dominación de las dos primeras sucesiones, hasta a comienzos de la dominación de la tercera.

    En el mismo país, en el siglo XI, cuando un honorable consumidor (noble o cremero), debía un monto considerable a su acreedor, no se le arrestaba, porque en aquellos tiempos no solía hacerse; pero por orden del rey se procedía a saquear sus tierras, hasta que pagara.

    Tanto en ese siglo como en el siguiente, la ley exponía a la ridiculez a aquel hombre que contraía deudas sin poder pagarlas. El abandono de sus bienes al que estaba obligado el deudor que no podía pagar, venía acompañado de una ceremonia muy curiosa y peculiar.

    El mentado noble deudor, tenía la obligación de golpear tres veces el suelo con su trasero (Nudis Clunidus) y exclamar con potente voz “Abandono todos mis bienes”. Se dice que en Padova (Padua) todavía se puede ver una de esas “piedras del golpe” (Lapis vituperii), sobre las cuales se aplicaba el castigo.

    Otro modo de liquidar las deudas, en esos tiempos remotos, era peleándose con sus acreedores. Deberían pagarse muchas deudas de esta manera, ya que durante toda la Edad Media las luchas entre vecinos eran de lo más habitual.

    Eran tiempos de grandes contrastes sociales y sobre todo religiosos. El abad Suger fue un personaje decisivo en el desarrollo del arte gótico y parece ser que tardaba en pagar sus deudas, por lo que cuenta Bouchard, el Barbudo de Montmorency que “cazó” al monje mientras se escondía en la isla de Saint-Denis. Según él, la contemplación de la belleza material nos permitía elevarnos al conocimiento de Dios. Con este pensamiento justificaba las grandes obras arquitectónicas características del gótico.

    Ahora nos vamos a situar diez siglos después, en el XXI. Teóricamente quien se apodera o pide prestado dinero de los demás, se convierte en deudor de uno o varios acreedores. A causa de la famosa crisis, hemos pasado unos cuantos años en que la iniciativa privada se ha visto envuelta en suspensiones de pagos, quiebras y variadas desgracias financieras.

    También aparecen en los medios de comunicación, numerosos políticos de todos los escalafones e ideologías (que como decía un amigo “es la prótesis para los que no tienen ideas”) de derechas, izquierdas y de todo sitio y lugar que han afanado dinero de los contribuyentes directamente o indirectamente a través de comisiones, sobres, prebendas, descuentos, o bienes muebles e inmuebles, justificándose con grandes obras y cantos de sirenas.

    Ya sabemos que son presuntos delincuentes, es decir presuntos deudores, porque el día que les condenen espero que tengan que devolver el montante de la deuda, más los intereses de la prisión.

    Me voy otra vez al siglo XI. ¿Se imaginan ustedes, si son condenados, a toda la familia del “molt imputable”fent cua en Catalunya Square, para golpearse el culo tres veces en la Lapis vituperii? Aunque existiera, me permito asegurarles que TV3 no lo retrasmitiría, aduciendo razones fundamentalísimas.

    ¿Y a los imputados valencianos, en la plaza del “Hay untamiento”, antes de empezar la mascletà del 19 de marzo? Las dos falleras mayores: “Senyor pirotècnic, ja pot començar la gran culà” El balcón abarrotado de gente “guapa” y olé. Por razones éticas voy a obviar a Canal 9.

    Qué bonito sería que cuando el pregonero se detiene en la calle Mayor de Castellón, esquina a la plaza María Agustina, recitara aquello de:

     L’alcalde de ciutat
    i terme de Castelló
    te hui la satisfacció,
    de fer saber al veïnat:
    Que ja el dia es arribat,
    de fer les tres culadetes…

    Entonces aparecería una cuadrilla de aviones, provenientes de Vilanova d’Alcolea que dibujaría con humos de colores, el escudo de la ciudad, con la caña, el rollo y la cinta verde, mientras se ejecutaba la sentencia Nudis Clunidus en la plaza de las Aulas. ¡Sublime!

    En Burriana, recuerdo de pequeño que en algunos de nuestros juegos, el perdedor era cogido de pies y manos por el resto de los amigos y le dábamos “tres culadetes”, en el carrer Sant Xuxim, encima de la trapa del alcantarillado. ¿Tan ancestrales son nuestros juegos de niños? ¿Sería acaso la corte de Pepe Botella quién importó la costumbre?

    ¿Se imaginan lo que podría ser un 3 de febrero, al punto de salir la procesión de San Blas, la plaza Mayor “de gom a gom”…?

    Me tendrán que perdonar. Debo salir inmediatamente a comer que vamos a despedir al amigo Paco Planelles, a su otro regreso a Montevideo y esto me va a traer menos problemas que si sigo con mi artículo.

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    comentarios 3 comentarios
    Gloria SG
    Gloria SG
    01/10/2014 12:10
    Sosprendente

    Es un gusto leer sus artículos señor Rios. Sepa que siempre acabo con una sonrisa en mi rostro al finalizarlos, pero esta vez ha conseguido arrancarme una carcajada. Lo triste es que la situación de corrupción tan extendida, como usted bien indica, "presunta", que estamos soportando, nos está acostumbrando a una habitualidad que pasará factura en la historia de nuestra ya no tan joven democracia. Que el" nombre" o el "cargo", no suponga inmunidad ante los delitos económicos...Asi sea.

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