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Valencià
Por Santiago Ríos
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Del verso a la prosa y tiro porque me toca

    No repare vuesa merced,
    que aquí es mayor caballero
    quien más tiene que comer.

    Versos anónimos del autor de un entremés, en el que un montañés hambriento es invitado a comer en un figón madrileño y pone reparos al tratarse de un local impropio para su tan alta alcurnia.

    Rezuman las animadversiones, ancestralmente, desde que España es España, producto de las distintas procedencias de sus pobladores que por mucho que nos pese, nunca hemos llegado a considerar racionalmente, la gran importancia en todos los sentidos que supone la unión de los pueblos, las costumbres, las culturas, las razas y todo aquello que nos asemeja, más aún desde el preciso instante que contemplamos la foto de nuestro planeta Tierra, tomada desde uno de los anillos de Saturno. O quizá como dijo un ilustre estadista “...es español, el que no puede ser otra cosa”.

    Nos tildamos los unos a los otros, con calificativos crueles, despreciables, soeces, ladinos, lañas, etc. En fin que somos tan bestias que a porrazos partimos el agua. Con ello llegamos a la sencilla conclusión, de que en todo grupo de humanos y pienso que de los homínidos también, ha existido siempre la tendencia de realizar estimaciones muy positivas de lo propio y excesivamente negativas de lo que nos es ajeno o inalcanzable y que los consabidos tópicos han seducido a lo largo de la historia, tanto a los rupestres pobladores de la Valltorta, como a nuestros gobernantes contemporáneos.

    Los primeros por el mero hecho de la subsistencia, los postreros por desempolvar el otrora arte medieval de “usar cordobesías”. ¿No será la famosa trama Gürtel, el fruto genético de lo aprendido en la Olivera de Valencia que nos relata Cervantes en el Quijote? Lanzo la idea, por si algún investigador en paro quiere regodearse con nuestro literato más célebre.

    Leyendo a Américo Castro, se me enciende otra vez el candil de la cordura. ¿Tiene realmente la culpa esa animosidad destructiva, el que los habitantes ahora llamados españoles, provenientes de los reinos cristianos, se llamaron antes gallegos, asturianos, navarros, castellanos y aragoneses?

    Si retrocedemos unos cuantos siglos atrás, nos encontramos con la evidencia que las gentes de los distintos Reinos de España, no sintieron la realidad de darse un nombre común que les agrupara a todos y se sentían cómodos en su diversidad, en sus luchas, rencillas y odios. Ciertamente les puedo asegurar que Caín y Abel, no vivieron en España, pero dejaron huella.

    Pasaron siglos de amarga inquietud, de recelo de los vecinos, de la alta dependencia de la opinión de los demás. ¿Se acuerdan de aquello que “más vale honra sin barcos que barcos sin honra”? Cuántas vidas se despreciaron por causa de la maldita honra; cuan fatídicos fueron los enfrentamientos familiares y vecinales por herencias y lindes catastrales.

    Don Francisco Gregorio de Salas, capellán de las Recogidas de Madrid, publicó en 1797 la colección de sus poesías. Fue persona estimada por cuantos le conocieron, “por la amenidad de su ingenio, su facilidad de improvisar, su amable trato y su conversación, su probidad y sus costumbres inocentes”. Ahí les dejo este precioso epigrama que él tituló como, “El español en general”

    El español es honrado,
    es esforzado y valiente,
    es moderado y prudente,
    buen marino y buen soldado;
    es obediente y callado,
    es generoso y sufrido,
    ingenioso y advertido;
    y con tal disposición,
    por falta de aplicación
    es un tesoro escondido.

    Con eso de que los dos fueron sacerdotes, seguro que Don Vicente Gómez Martínez Espinel, desde la tumba, le envió un par de musas aladas, para confeccionar tan suculenta décima.

    Pero vuelvo a la luz de Américo Castro que en 1970 creó el neologismo odiamiento, para expresar la motivación de juicios fundados, no en racionamientos, sino en puro odio. “La presencia del odiamiento se patentiza, cuando el odiante ha cerrado su mente ante hechos y documentos que invalidan lo que su rencor hace apetecible”.

    Hace un par de días escuche a un odiante que gobierna en una Comunidad al norte de la Valenciana, vanagloriarse de que no va a cumplir las leyes de su Estado Español y de pretender llegar a ser como Martin Luther King. Evidentemente es un claro ejemplar que apostilla la teoría de Américo Castro.

    ¿Alguno de los lectores, recuerda por casualidad, cual era una de las frases más conocidas del pastor estadounidense? Les refresco la memoria rápidamente: “No soy negro, soy hombre”.

    Lider de Esquèrra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, historiador y Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea y doctor en Historia del Pensamiento Moderno por la UAB; avalado por tan brillante trayectoria académica, tome con las dos manos la antorcha de Luther King que primero somos hombres y después todo lo demás o es que en este caso, lo que usted pretende es alterar el orden de los factores.

    Usted no lo puede recordar, pues nació en abril de 1969, pero si se pasea por los pintorescos barrios de su Barcelona natal, quizá algún conciudadano o conciudadana le cante aquella coplilla de postguerra que decía:

    Aquel que hable mal de España,
    un castigo ha de tener
    que se vaya a tierra extraña
    y no le dejen volver.

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    comentarios 4 comentarios
    JPE
    JPE
    22/09/2014 09:09
    Bienvenido

    Santiago,. vuelves, despues de mucho tiempo, a un nivel intelectual tan alto que nos dejas atónitos a los pobres mortales. Bienvenido.

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