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Los errores y sus consecuencias

    A partir de la negación de Podemos a la investidura de Pedro Sánchez, es evidente que se frustró la única oportunidad de desalojar del Gobierno a Mariano Rajoy y su gobierno.

    Ahora Podemos, se ha quedado sin “sorpasso” y con Rajoy mejorando sus anteriores resultados.

    A fuerza de seguir siendo objetivo, hay que reconocer que el gran ganador del 26-J ha sido Mariano Rajoy, y el gran perdedor sin excusa ni pretexto, ha sido Pablo Iglesias que no ha sabido rentabilizar su alianza con IU, y no ha logrado su ansiado “sorpasso” al PSOE. Y no digamos ya, la que quería dar al PP y ser Presidente. El ridículo ha sido colosal.

    Siguiendo con la realidad objetiva, quien ha salido reforzado de las elecciones ha sido la derecha y Mariano Rajoy, mientras que la izquierda lo ha hecho diezmada.

    El veredicto de las urnas, ha puesto en evidencia el gran error que cometió el líder de Podemos tras el 20-D, al escudarse en el pacto preventivo de Pedro Sánchez y Albert Rivera, para rechazar el entendimiento entre las tres fuerzas que se decían dispuestas, pese a sus hondas diferencias, a desalojar al PP del poder.

    Después de los resultados del 26-J, ese acuerdo a tres todavía seria aritméticamente factible, pero políticamente parece imposible de transitar.

    En primer lugar porque el incontestable triunfo de Mariano Rajoy, que ningún sondeo acertó a detectar, mina la legitimidad de cualquier alianza tripartita que se forjase en su contra.

    En segundo lugar, porque el retroceso del PSOE aunque leve, y el más acentuado de Ciudadanos, los sitúan 20 diputados por debajo de los 137 alcanzados por el PP.

    Y, en tercer lugar, porque difícilmente Podemos podría relativizar ahora las supuestas discrepancias con Ciudadanos que hace tres meses juzgaba insoslayables.

    Yo creo sinceramente, que, pese a que los votantes no hayan premiado sus esfuerzos para evitar la repetición de las elecciones, Pedro Sánchez tiene motivos para sentirse satisfecho por el trabajo realizado. Quienes desde dentro y fuera del PSOE le condenaron de antemano, dando por hecho el “sorpasso” de Unidos-Podemos, deberían reconocer que se han “pasado tres pueblos” y que Pedro Sánchez por su trabajo y su inteligencia política, ha consolidado su siempre cuestionado liderazgo.

    Estoy convencido que, a partir de ahora, y no sin complicaciones, tanto en la izquierda, como en el frente interno del partido, se deben producir cambios de actitudes que han confundido más que ayudado en la campaña electoral del PSOE. La Presidenta andaluza Susana Díaz, que tan pendiente como estaba del “sorpasso” de Podemos, no ha sido capaz de evitar en su feudo el “sorpasso” a manos del PP. Tendría que asumir, que a la capacidad política indiscutible de la líder andaluza, y de otros “mal llamados barones” hay que unir una mayor prudencia en las declaraciones.

    Porque el problema ahora es ver como el conjunto del partido es capaz y se dispone a demostrarlo, de generar una práctica política desde la oposición, donde inevitablemente le han situado las urnas y que le permita al PSOE la recuperación de la influencia social perdida a lo largo de los anteriores comicios.

    Ese es el problema a resolver, y no el iniciar las batallitas internas, si las batallitas internas, para cambiar al Secretario General, creyendo que esa es la solución, olvidando que ningún recambio de Secretarios Generales efectuados ha servido para evitar la sangría del electorado perdido.

    Ahora todas las miradas están puestas en las reuniones que Mariano Rajoy tiene previstas realizar con los líderes de las otras fuerzas políticas para intentar formar Gobierno. Fundamentalmente en la entrevista Rajoy – Sánchez ya que en ellas se va a dilucidar ¿A dónde vamos?

    El primero que no cesa de airear la necesidad de un gobierno de coalición con el PSOE. Lo que debería hacer es aplacar la euforia y entender que, para seguir de inquilino de la Moncloa, tendrá que ceder en sus postulados y afrontar los problemas que ha estado esquivando a lo largo de la legislatura de “mal Gobierno”.

    Y Pedro Sánchez, entre que se produzcan nuevas elecciones, ó garantizar la gobernabilidad a cambio de que se impulsen las reformas económicas e institucionales que el PP ha bloqueado desde su Gobierno. En mi opinión, Sánchez debería exigir a Mariano Rajoy la aceptación del conjunto de las 200 medidas que se plasmaron en el acuerdo PSOE-Ciudadanos.

    Es obvio, y no me equivoco que Rajoy va a decir que no. Por lo tanto, Sánchez va a poder con más razón, explicar a los españoles que Rajoy lo que quiere es seguir gobernando solo y con su misma política. Y por eso, una vez más y con más razón los diputados socialistas dirán NO a la investidura de Mariano Rajoy.

    Por otro lado, los resultados del 26-J han dejado muerto a Podemos como partido de mayorías. En estas elecciones no se jugaba solo la supervivencia del PSOE, que hubiera sufrido muchísimo en caso de haber quedado por detrás de los de Iglesias, sino que papel iba a desempeñar Podemos en la política nacional en los próximos cuatro años.

    El estrepitoso fracaso en estas elecciones, les ha arrojado al lugar de una IU fuerte, pero muy lejos de ser una fuerza determinante, que decía ser. Incluso el mismo domingo de las elecciones por la noche Errejón aseguraba que Podemos, era “la formación que culturalmente rige España”, algo que solo se puede afirmar si se vive en otro planeta.

    Cuatro días después de las elecciones, aún no han sido capaces la dirección de Podemos de un análisis que les condujera a conocer las causas de la gran derrota alcanzada, y han encargado a una empresa especialista que haga un estudio que explique los resultados.

    Pero mientras, la versión dominante entre los simpatizantes de Podemos para explicar el revés recibido, es que la campaña electoral ha sido un error. Demasiado corazón, excesivas sonrisas, una indefinición preocupante y poca solidez en general y más aún en las propuestas.

    Y ciertamente, esto ha sido una gran equivocación, pero el problema mayor, desde mi visión de la realidad, ha sido producto tanto de una mala lectura de la realidad, como de una excesiva confianza en sí mismos.

    El entorno polarizado, le ha convenido especialmente al PP, porque le ha permitido insistir en el voto del miedo.

    El problema – uno de tantos de Podemos -, es que no eran el partido vencedor que vendían, pero ellos se lo creyeron. Y el resultado final no es la hostia que se han pegado, sino el modo en que han facilitado las cosas para que el PP, tome tanta ventaja.

    Y el triunfalismo de Podemos ha sido un instrumento útil para Mariano Rajoy y el PP, que una vez más, se ha limitado a invocar los malos y a sentarse a recoger los réditos.

    El argumento “Nosotros o el caos”, el argumento del miedo es una estrategia que lleva ya muchos años utilizando la derecha, y a mí me ha sorprendido que Podemos haya caído de un modo tan simple en ella.

    En la izquierda hay opciones, pero Podemos no ha sabido promover ninguna, simplemente se ha limitado a coger su “herencia” y pensar que funcionaria tal cual.

    Podemos, ha hablado de la Transición, del poder Constituyente, de 1982, de que la patria es el pueblo, y de la plurinacionalidad de España, pero cuando ha tenido que enfocar los asuntos materiales, los han relegado a segundo plano, y los han analizado con la perspectiva, los instrumentos teóricos y los marcos políticos de 1970.

    Dicho de otra manera “con el trabajo y la economía les ha ocurrido como en sus mítines” que cuando tienen que pensar en el futuro acaban regresando al pasado.

    Y la economía y el trabajo, son hoy el centro de las preocupaciones de unas sociedades en declive, y se merecen una respuesta a la altura de los retos. Y sin ella a Podemos solo les queda ir desvaneciéndose.

    Sus dirigentes Iglesias, Errejón, Bescansa y otros pueden ser muy buenos para utilizar los logaritmos y las integrales. Pero a mí y a muchos españoles les han demostrado que del análisis concreto, de la realidad concreta en un momento concreto. Nada de nada.

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