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Por María José Navarro
Picos Pardos - RSS

¡¡¡¡Harta!!!!

    No puedo estar más harta de todo lo que me rodea, como, imagino, le pasa al resto de ciudadanía. Es un sentimiento de plenitud, como cuando en Navidad después del cocido, los asados, los postres y el café, se sacan a la mesa los turrones... que acabas comiendo en la larga sobremesa.

    Así me siento, a punto de estallar, en esta interminable tertulia, en la que solo hay un turrón, el de la independencia de Cataluña, que nos tiene a todas con el alma en un puño, por la incompetencia, incapacidad e irresponsabilidad de quienes nos gobiernan...

    Lo más triste es que con el atragantamiento de este turrón, ya duro, con muchas almendras rancias y sin un vaso de bicarbonato que nos ayude a digerir tanta ineficacia, no le estamos prestando atención a otras cuestiones relevantes en nuestro país.

    Porque ¿quién se ha hecho eco de los asesinatos machistas de los últimos días? Pocas personas y menos medios de comunicación han hablado, aunque sea de pasada, de esta lacra social, que en cinco días se ha llevado por delante la vida de cuatro mujeres y un bebé. La última mujer asesinada ha sido hoy mismo (6 de octubre), por un hachazo en la cabeza asestado, presuntamente, por su marido. En lo que llevamos de año, ya asciende a 37 mujeres y seis niños muertos, en esta masacre silenciosa, pero continua e implacable, de la violencia machista.

    O ¿en cuantos noticiarios se han visto imágenes de ese levantamiento de la ciudadanía de Murcia, que ya lleva tres semanas en la calle reclamando que sea escuchada su voz? Vecinos y vecinas que en realidad acumulan 30 años de reclamaciones y promesas incumplidas (¿de qué me suena eso?), 30 años de negociaciones para que el AVE, cuando tuviera que pasar por su ciudad no la partiera en dos, para que Murcia quedara lo menos lastimada posible, y ahora se encuentran con que el tren no solo les va a dejar aislados unos de otros, sino que esos muros de "seguridad" van a provocar que se incrementen las desigualdades en ambas zonas, una de ellas ya más empobrecida en la actualidad.

    No puedo menos que sentir muy cercano este movimiento vecinal, pues sé lo que es pelear durante años y años para que te soterren unas vías y lo que cuesta que luego todo quede conforme a los intereses de las personas que viven en esa zona y no a los intereses especulativos de poderosas empresas o de gobiernos poco sensibles a la humanización de las ciudades o barrios.

    Tampoco se ha hablado del plazo ya agotado para recibir todos esos miles de personas refugiadas con los que nuestro gobierno se comprometió a dar asilo y que se ha quedado en otra quimera...

    Ni de los casos de corrupción que siguen aflorando cada día, con nuevos datos sobre la financiación ilegal del PP o sobre la opinión policial ante el fraude de la Fórmula I en Valencia, liderado por Francisco Camps.

    Pero, sin embargo, seguimos hablando hasta la extenuación de esa Cataluña con la que juegan los políticos catalanes y los del resto de España, los de derechas y los de izquierdas, los independentistas y los no independentistas, dejando en el más absoluto olvido a la ciudadanía. Se olvidan, interesadamente, de esas mujeres asesinadas, de las promesas a los refugiados, de la rampante corrupción... Se olvidan de las personas por las que deberían velar, defendiendo sus intereses acorde a sus necesidades, pues somos todas nosotras las que, no lo olvidemos, pusimos en el poder a esos que ahora nos ningunean y nos niegan el derecho a decidir sobre nuestro futuro, ya sea el de la autodeterminación o el de si queremos que nuestra ciudad sea dividida en dos por una frontera ferroviaria, ambos igual de legítimos.

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