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Por María José Navarro
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Froilán y la igualdad de oportunidades

    Vivimos en un país en el que las desigualdades son patentes en muchos aspectos, y desde luego, no somos todas iguales ante la ley, como tampoco somos iguales en cuanto a salarios y oportunidades, ya que algunos se blindan sus sueldos millonarios y otros han de pasar con el Salario Mínimo Interprofesional, que este año está en 707 míseros euros.

    No tenemos las mismas oportunidades en cuanto a aquello de la vivienda digna, y nos encontramos con bancos rescatados con el dinero de todas y todos, desahuciando a personas por no poder pagar la hipoteca, sin tener en cuenta a las familias que en esos pisos están viviendo…

    Pero, por supuesto, no tenemos las mismas oportunidades en la educación, ya que según la comunidad autónoma en la que vivas tendrás unas posibilidades u otras… En algunas, las cifras de fracaso escolar son mayores, en otras disponen de profesionales de la Educación Social para ocuparse de las personas que menos recursos tienen, algunas tienen mayor inversión en educación… Pero, desde luego, no es lo mismo nacer en una familia de la realeza que en una de la plebe, y si no, ahí van dos historias de dos chicos de la misma edad, aunque de cunas diferentes:

    Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón, hijo de Elena de Borbón y Grecia (infanta) y de Jaime de Marichalar y Sáenz de Tejada (no se sabe bien cuál es su ocupación).

    José Gómez López, hijo de la Juana López García (ama de casa) y de Pedro Gómez Pérez (camionero).

    A Froilán se le debe tratar de Su Excelencia, a José se le puede llamar Pepito.

    Su Excelencia Froilán es un chico un poco atolondrado, al que se le permite jugar con armas de fuego (se hirió un pie hace un tiempo con una escopeta y su padre se salió de rositas del asunto), y no se centra demasiado en sus estudios, proponiéndole repetir curso a los doce años, circunstancia que hizo que su familia lo internara en un colegio en Inglaterra.

    Pepito también es un chico inquieto, que gusta de los juegos en la calle, haciendo alguna trastada con sus amigos (rompió una ventana jugando al fútbol y su padre hubo de pagar los desperfectos), y cuyo expediente tampoco es demasiado brillante, lo que le obligó a repetir curso en 6º de Primaria en el colegio público de su barrio, ya que su familia no le pudo pagar ningún profesor para que le ayudara con las “mates”.

    Su Excelencia Froilán, después de un año en Inglaterra, vuelve a Madrid, donde repite dos veces 2º de la ESO, así que es trasladado con su expediente académico a Sigüenza, para terminar, finalmente en Estados Unidos, donde por obra y gracia del sistema educativo americano (y un montón de pasta de por medio) logra remontar sus estudios, matriculándose a los 18 años en una universidad internacional en Madrid, que cuesta alrededor de 18.000 € cada curso.

    Pepito Gómez lo va a tener un poco más complicado, pues también va a tener que repetir curso en la etapa de Secundaria, en el instituto del barrio vecino pues en el suyo no lo hay, incluso un par de veces como le pasó a Froilán, lo que probablemente le derivará a un curso de Formación Profesional Básica, como fórmula para reconducir su maltrecho expediente académico. El ambiente de la clase puede que no sea el idóneo, debido a que el aula está masificada y no hay “profes” de refuerzo, y necesitará de mucha constancia para no dejar irremediablemente sus estudios sin, ni siquiera, el graduado en ESO.

    Si Pepito Gómez tiene la suerte de encontrar por su camino alguna persona que le ayude, le acompañe, le inspire, es posible que acabe los dos cursos de F.P. Básica que le permitirán acceder a la Formación Profesional de Grado Medio (otros dos cursos) y, después acceder a la de Grado Superior (dos cursos más), lo que le daría la posibilidad de tener acceso a la Universidad, con 20 o 21 años, siempre que obtenga una beca o que su familia pueda pagar la matrícula. Posiblemente logre sacarse la carrera a base de mucho esfuerzo y trabajando por las tardes y los fines de semana, sirviendo mesas o repartiendo pizzas.

    Su Excelencia, cuando acabe sus estudios de Administración y Dirección de Empresas, habiendo disfrutado de buenas vacaciones en lugares paradisiacos, fiestas y deportes de élite, seguro que tiene un trabajo más o menos ficticio donde desarrollar su profesión.

    Pepito pasará a formar parte de las listas del SERVEF, coger trabajos mal pagados o, con mucha suerte, entrar de becario en alguna empresa…

    Así que no todas las personas somos iguales, ni tenemos las mismas oportunidades, a pesar (o gracias) de la LOMCE y de nuestro Ministerio de Educación, que el otro día anunciaba a bombo y platillo la noticia de su “Plan de fomento de la lectura 2017/2018” para el que va a destinar un presupuesto de 200.000 €, cifra que da risa y/o ganas de llorar a partes iguales.

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