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Por María José Navarro
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Algo me debo haber perdido…

    Llevo en el mundo del asociacionismo más de veinte años en diferentes entidades, siendo la fórmula de participación y reivindicación diferente en cada una de ellas… Siempre pensando en los compañeros y compañeras y, sobre todo, en el objetivo común que se tenía en mente…

    Así pude aprender a participar en las AMPAs, relacionando la reivindicación con la actividad de formación e información hacia otras madres y padres, para que se sumaran activamente a su comunidad educativa. Ardua labor cuando todos los astros se alinean en contra: a los profesionales de la educación hay que estar permanentemente demostrándoles que tu labor en el centro no es la de fiscalizar su trabajo, sino la de colaborar en el bienestar integral del alumnado; las propias familias que no ven los beneficios de esa participación, fruto de esa falta de espíritu democrático-participativo que lleva consigo esta sociedad consumista e individualista; y por último, las leyes educativas, que hacen que cada vez sea menor el peso de esa participación de las familias en la vida de los centros, quedando en algo meramente testimonial, pues ahora con la LOMCE, las familias en los Consejos Escolares son convidadas de piedra, ya que muy poco pueden decidir en ellos.

    Después me encontré con el mismo problema, aunque con enfoque diferente, en el mundo de las Asociaciones Vecinales. Si en las AMPAs las familias sienten que su relación con el centro, a pesar de tener a sus hijos e hijas escolarizados en él, no va demasiado con ellas, las vecinas y vecinos de un barrio no ven la necesidad de participar en la vida del mismo, o bien por apatía o bien por descreimiento, pero la realidad es que es difícil sacar a las personas de sus casas, aunque la reivindicación de turno les ataña directamente, vamos, que tengan un socavón en la puerta de su casa.

    Entonces, ¡la imaginación al poder!, y te inventas actividades mil para incentivar esa participación que cuesta tanto, y mezclas culturas, edades, gentes diversas, para que sientan los espacios como algo suyo, para que se sientan parte de eso que, en realidad, ya es suyo (el colegio, el barrio, los espacios públicos…) pero que nadie les ha enseñado a estimar como parte de su vida que son.

    Y un año tras otro, ideando nuevas fórmulas, valorando nuevos espacios, creando nuevas sinergias… Hasta que de pronto ¡zas! Te encuentras que te dicen, al ir a pedir una subvención (precisamente para fomentar la participación ciudadana) que eso que has estado haciendo durante más de media vida no es participar, que tus ideas están desfasadas, que esa forma de vida (porque al final se convierte en una manera de vivir), no es acertada… Y a ti se te queda la cara de, pero ¿qué me he perdido en todos estos años? Porque seguro que me he perdido algo, con tanta pelea por una educación pública de calidad para mis hijas o la mejora íntegra de mi barrio…

    Y leo las bases una y otra vez, buscando algo que me dé alguna pista, y las palabras escritas me dicen que es eso que he estado haciendo, lo que se demanda… ¿o no?... Vuelvo a leer, a exprimir esas líneas, para intentar entender, para volver a cambiar mi actuación, si es que me he equivocado en mis planteamientos… pero sigo sin ver qué es lo que se pide para poder hacer un buen proyecto de participación, ya que dicen que no deben ser actividades culturales, sino reivindicativas y muy, muy participativas, como si no fuera eso lo que se hace cada día en las asociaciones vecinales: buscar el equilibrio entre todos los temas que hay que trabajar diariamente, con las cuestiones culturales, que también hay que reivindicarlas después de largos años de abandono institucional en los barrios, y esa participación que tanto cuesta conseguir.

    Porque es esa y no otra la participación que yo entiendo, muy lejos de aquella idea moderna que manejan los nuevos políticos que nos gobiernan, de participar desde el sillón de mi casa, para votar el proyecto que más me apetece que se desarrolle en mi barrio, apretando un botón en el teclado del ordenador… o aquella otra de que sean técnicos los que, casi en exclusiva, puedan presentar esos proyectos para incentivar esa nueva participación y no las propias organizaciones vecinales…y sigo sin saber si es que me he perdido algo…

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    03/07/2017 04:07
    Sacar a la gente de casa

    Entiendo que te sorprendas ante la burocracia participativa de las Administraciones y la percepción que de ella hacen en las convocatorias de ayudas públicas. En muchas ocasiones yo también me he preguntado si la convocatoria de ayuda es de diseño, dirigida a una entidad/organización/institución en concreto, al leer sus bases. Acortan tanto las posibilidades, concretan tanto las opciones, que dejan poco margen a la participación de propuestas innovadoras (o no tan innovadoras que también funcionan), que parece que están pensando, o bien en que sean pocas las posibilidades de obtenerlas (recortes presupuestarios), o van dirigidas a una única entidad que reúne todos los requisitos (favoritismo). Participación es lo que haces: lograr que la gente del barrio participe en las actividades sociales y culturales. Que no es fácil, eso ya lo sabemos. Las nuevas tecnologías tienden a amarrarnos en el sofá, y, como bien dices, cada vez es más difícil sacar a las personas de sus casas y participar.

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