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Por María José Navarro
Picos Pardos - RSS

No tan amigos como parece

    Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, sin embargo, no se puede decir lo mismo de los humanos hacia los canes...

    En Benimámet existe la prueba que evidencia esto último: un refugio-protectora de animales, lleno hasta la bandera de perros abandonados.

    Abandonados después de esas Navidades en que nos pareciera el mejor regalo para los pequeños de la familia. O antes de las vacaciones estivales, cuando nos damos cuenta que no sabemos qué carajo hacer con el animalito en cuestión... Todo dentro del consumismo caprichoso que caracteriza esta sociedad en la que vivimos.

    Y los animales (me refiero a los de dentro de la protectora) viven hacinados y en unas condiciones de precariedad que resultan de lo más insalubres e indeseables. Cualquiera que tuviera la tentación de comprar un perrito, debería pasar previamente por allí para ver lo que pasa cuando nos cansamos de ellos. Pero año tras año las familias caen en la tentación de regalar peluches vivos, que comen, defecan, se enferman y hay que cuidar como a cualquier otro miembro de la familia.

    En el mejor de los casos, estos canes que han caído en una de estas familias que no lo tienen claro, se pasarán su vida solos en la casa, esperando que sus dueños vuelvan de sus múltiples quehaceres y, les recibirán demostrándoles su amor incondicional. A cambio les llevarán a dar un paseo, posiblemente dejando los excrementos en la acera (cosa que provoca gran rechazo entre los transeúntes que deben ir esquivando las cacas, como si de una carrera de obstáculos se tratara) ya que ellos o ellas no desearon tener ese animal que ahora les altera la vida, y al que deben prestarle unos cuidados mínimos que no les apetece en absoluto.

    Con esto de los animales de compañía (como en tantas otras cosas) deberíamos hacer una reflexión pedagógica sobre para qué los queremos en nuestras vidas, cómo los vamos a tratar y hasta cuándo estamos dispuestos a aguantarlos. Además, pensando también en el prójimo y en las molestias que nuestros animales puedan causar a nuestros vecinos y vecinas, pues muchas veces no somos conscientes de que cuando nosotros salimos de casa, ese animal se queda solo, ladrando, aullando y llorando nuestra ausencia. O los problemas que ocasionamos cuando no recogemos sus heces de las calles, plazas o solares, sin darnos cuenta que esa práctica habitual en muchos dueños de canes, también nos perjudica a nosotros mismos, ya que nuestro perro va a pisar ese suelo contaminado de excrementos propios y ajenos, y después va a entrar en la casa, subiendo a camas y sofás...

    Y luego también tenemos algunos animales de dos patas que están en la parte de afuera de esa protectora, que disfrutan haciendo daño a los canes de dentro, como pasó hace unos días cuando algunos vándalos accedieron a las instalaciones de la misma, apaleando a los pobres bichos que cayeron en sus manos. Triste, muy triste.

    A pesar de que comprar un animal de compañía es algo fácil, no caigamos en la tentación y, si tenemos la idea de poner un can en nuestras vidas, adoptémoslo. Nuestros mejores amigos nos lo agradecerán.

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    22/01/2017 10:01
    Juguetes vivos

    A todos los niños les hace ilusión tener un juguete vivo. Constantemente están viendo en sus dibujos animados favoritos a animales, insectos, coches, etc. que hablan, les conmueven y les hacen reír. Y los adultos, nos hacemos eco de ese deseo inconsciente e irresponsable (es lo que tiene la niñez) y les compramos una mascota con la misma madurez que a quien se la regalamos Pero l@s niñ@s son muy inteligentes y enseguida se dan cuenta que crecen, que comen y cagan y encima hay que sacarlos de paseo, todos los días!! llueva, haga frío, calor, tengas ganas o no... así que pasan la responsabilidad al adulto que se lo regaló que también le queda grande la tarea. Solución: deshacerse del estorbo: un animal indefenso que no ha pedido que le adoptes tú, irresponsable, que tampoco se merece que lo abandones (tienen sentimientos) y menos aún que no estemos educados para respetar la vida de animales tan socializados, nobles e indefensos, y haya alguien capaz de apalearles sin piedad. Cruel

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