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Por María José Navarro
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De bebés abandonados y adopciones imposibles

    La noticia de esta semana del hallazgo de un bebé en un contenedor de basuras en una muy concurrida calle de València, me ha llevado a recordar aquella recién nacida que encontramos en las mismas circunstancias en las inmediaciones del colegio al que asistían mis hijas. Esto que relato sucedió en febrero de 2002. Por aquella época, el camino hacia el colegio se había convertido en ruta habitual del mercado de la droga llamado “de las cañas”, en la huerta entre Benimámet y Campanar y se supuso que la madre debía ser (y digo que supuestamente porque la madre no apareció) una de las mujeres que diariamente recorría ese camino en busca de su dosis. A pesar de estar en pleno invierno, el bebé sobrevivió varias horas dentro del contenedor que estaba lleno de hojas, que el día anterior se habían recogido del patio del colegio, lo que hizo de incubadora durante el tiempo en que la niña estuvo en él.

    Varias madres del colegio estuvimos pendientes de la evolución de la niña mientras estuvo en el hospital, aunque, evidentemente, como manera de protección a la misma, llegó un momento en el que le perdimos la pista.

    La protección jurídica de los menores es algo relativamente nuevo, aunque no así la normativa referida al abandono, ya que como explica el doctor Serrano Ruiz-Calderón en su artículo sobre abandono (1998), ya en el Liber Iudiciorumo Lex Visigothorum, realizado por el rey Recesvinto y promulgado en el año 654, se condena sin paliativos el abandono de niños, especialmente si eran libres, y aumenta el castigo a los padres. También en Castilla, y durante toda la Edad Media, es común la normativa sancionadora respecto del abandono y el maltrato de menores.

    Si volvemos a la actualidad, el abandono de menores está regulado por nuestro Código Penal, que lo castiga con penas de prisión mayores o menores, según el grado de peligro al que se haya expuesto al menor. Si, a consecuencia del abandono, el menor sufriera daños o muerte, se le imputaría a quien lo abandona homicidio o delitos de lesiones, lo que podría sumar muchos años de cárcel.

    Y, sin embargo, se siguen abandonando niños y niñas en contenedores, por lo que, incluso, hay iniciativas de organizaciones que han vuelto a la idea del torno en algunos lugares, como opción al abandono en la basura. Aunque esta idea tiene el inconveniente de que, en España, por ley, un niño tiene el derecho a conocer la identidad de su madre, lo que en la práctica prohíbe a las mujeres abandonar a su hijo de forma anónima.

    Parece una paradoja que, en pleno siglo XXI, en el que el control de la natalidad puede parecer algo sencillo y dónde las madres tienen diferentes posibilidades de encarar su maternidad, siga habiendo niños y niñas abandonados. Esto quiere decir que algo no funciona correctamente, bien en la prevención o bien en el desarrollo de esa gestación no deseada y que acaba con un bebé en el contenedor de basura.

    Pero más paradójico resulta aún que, a pesar de que se sigue legislando a favor de la infancia, parece que no han cambiado demasiado las cosas desde la Edad Media, y los niños desamparados siguen estando en instituciones, en familias de acogida y los más afortunados son adoptados.

    Tendríamos que hacer una reflexión sobre las trabas burocráticas que tiene una familia para poder adoptar un menor, pues existen largas listas de espera de personas en disposición de adoptar, y que en muchos casos se sienten obligadas a acabar adoptando un niño o niña en el extranjero (algo cada vez más complicado) cuando, sin embargo, las cifras de pequeños que están institucionalizados en nuestro país son muy altas. Casi 14.000 menores están en residencias o centros de acogida, por lo que algo debe de fallar en la regulación del sistema de protección de menores.

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    30/08/2016 08:08
    Padres/madres perfectos

    El abandono anónimo es el resultado de no poder dejar en manos de otras personas o instituciones recién nacidos no deseados o cuyos padres/madres no pueden hacerse cargo de ellos. Por otro lado, la adopción se complica cuando se busca siempre el bien mayor del menor y unos padres perfectos a todas luces, cosa que no existe, porque la carrera de ser padre y madre se aprende sobre la marcha y el padre o madre perfectos no existen. Creo que debería buscarse más a padres y madres que quieran dar amor y atenciones que a padres y madres con buena cartera, buena casa, buena vida, etc. Un niño con amor y cuidados no se da cuenta si en casa hay más o menos dificultades para pasar el mes. Parece ser que ser pobre no solo te lo hace pasar mal, sino que, además, te pasa factura para compartir tu amor con personitas sin hogar.

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