El grave problema de las toallitas

Llevo algún tiempo leyendo cosas sobre el grave problema con el que se enfrenta la administración por esas inocentes toallitas desechables, que se han hecho imprescindibles en nuestros hogares y en nuestros bolsos.

Recuerdo, que antes de su aparición estaban la esponja y la palangana para limpiar los culos cagados de los bebés, y la revolución que supuso el hecho de poder prescindir de ello al salir al mercado estas toallitas que dejaban los culitos impecables. Las madres estábamos eufóricas por este descubrimiento que vino a hacernos la vida más fácil y, evidentemente, se extendió su uso de manera generalizada.

La cuestión es que estas toallitas acababan dentro del pañal sucio y a nadie se le hubiera ocurrido tirarlas al inodoro. Sin embargo, su uso se extendió, pues los adultos no querían perderse la sensación de limpiarse los traseros con éstas, que evidentemente, al estar mojadas cumplen mucho mejor su función que el simple papel higiénico, por lo que los sagaces empresarios vieron cómo se podía ampliar el círculo de consumidores potenciales, inventándose las falsas “Toallitas para WC”. Y digo falsas, porque, aunque los técnicos en ventas nos las pinten como algo que sí, que podemos tirar a nuestro váter, pues eso es lo que pone en la leyenda de su envoltorio, resulta que de biodegradables tienen bastante poco y no se descomponen de la misma manera que lo hace el papel higiénico, por lo que acaba convirtiéndose en un tapón en las alcantarillas y un grave problema ambiental, cuando finalmente acaban en las costas.

Viendo las imágenes de las montañas de toallitas que se extraen de nuestras alcantarillas, me han venido a la mente de manera inmediata (qué mala es la imaginación) todos los casos de corrupción de nuestro país, que viene a ser algo parecido, pues no dejan de aparecer casos, esta semana hemos estado entretenidos con el Ministro Soria y sus negocios en Panamá, y vemos los españolitos y españolitas, cómo esa inmensa bola de corrupción se hace grande y más grande (más o menos como las montañas de toallitas que se extraen de las cloacas), amenazándonos con acabar sumidos en un inmenso estercolero.

Y, claro, creo que en ambos casos tenemos la solución en nuestras manos, ya que las instancias oficiales, por un lado, no creo que prohíban a las empresas la comercialización de las dichosas y contaminantes toallitas, así como tampoco van a hacer nada por evitar que siga habiendo paraísos fiscales para esquivar impuestos. Así que vamos a tenernos que concienciar que, si queremos tener el culo limpio como los bebés, tendremos que tirar las toallitas al cubo de la basura y no al WC, y que si no queremos corruptos en nuestros gobiernos tendremos que afinar con nuestro voto... para que no acabe convertido en una montaña de excrementos.